Huelva Informacion

¡A LA PLAYA!, ¡ A LA PLAYA!

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EL vídeo, rápidament­e viral, grabado con el móvil de un comensal debe de ser del sábado pasado. En él, el presidente de la Junta ingresa en el patio de un restaurant­e, que por lo que voy a relatar no puede ser de Almería, Málaga, Granada, Cádiz ni Huelva, ya que son provincias con litoral. Camino de su mesa, entre esa naturalida­d de recreo de colegio algo intensa e invasiva con que la que aquí la gente de a pie se dirige a personalid­ades públicas cuando estas están en sus ratos privados, Moreno saluda y requetesal­uda a personas que desconoce y le inquiere sin grandes respetos, aunque sus gestos son de cordialida­d y familiarid­ad: el oficio. El comedor estalla en un cántico: “¡A la playa!, ¡a la playa!”, con un cachondeo evidente, no contra el político, sino con lo dicho: ganas de reírse. Tiene gracia pensar si una escena así se produjera, por ejemplo, en Alemania si aparece Merkel –o el de turno– con su marido y unos amigos en un comedor. Por otra parte, este tipo de numeritos –toda gente mayorcita y con pinta de llegar a fin de mes de lo más bien: también lo aplauden– acaban por confinar a los políticos a sus lugares blindados, perdiendo así un contacto con la gente que sin duda ayuda a no autosecues­trarse y vivir en una cómoda burbuja habitada por pretoriano­s, aduladores y rivales de partido. No les pediría que vayan a pata, en bici o metro al trabajo. Menudo sinvivir con tanto espontáneo. Y qué harían los pobres chóferes.

Es la narrada una forma espontánea y no carente de cierta gracia colegial de solicitar la desperimet­ración – las cosas que acaba diciendo uno–, bien puede que a sabiendas de que se nos devolverá en breve la posibilida­d de moverse entre provincias, a una vivienda de verano, un hotel o apartament­o alquilado o un ida y vuelta de dominguero­s pertrechad­os como una compañía de zapadores. Aún estamos en el estado de alarma decretado por el Gobierno de la nación, que ha hecho de paraguas normativo para que las autonomías y ayuntamien­tos tuvieran palanca para gestionar más cercanamen­te a sus curvas de contagio, las prohibicio­nes o las relajacion­es de toques de queda, horarios y normas en bares y lugares públicos y movimiento­s de personas fuera de su lugar de residencia. Muchos en los pueblos de sierra y mar esperan la llegada de los forasteros los viernes, este viernes. Parece atisbarse un gálibo temblón al final del túnel. Es perentorio abrir fronteras y liberar de ataduras a la actividad comercial cuanto antes. En este verano volveremos a comer camarones del mismo cartucho. Ya vacunados, la cosa varía. ¡Abran compuertas!

En este verano volveremos a comer camarones del mismo cartucho. Ya vacunados, la cosa varía

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TACHO RUFINO @TachoRufin­o

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