Irlanda del Norte cumple 100 años con las nuevas fronteras del ‘Brexit’
dos por el Ejército Republicano Irlandés (IRA).
Inicialmente, el Gobierno británico ofreció a toda la isla un Estado autonómico con un Parlamento propio en Dublín, aunque integrado en el Imperio, mientras que los protestantes del norte reclamaban dos jurisdicciones separadas, ante el temor de que el nuevo país se desligara definitivamente del Reino Unido con el paso del tiempo.
La solución fue la creación de Irlanda del Norte a partir de seis de los nueve condados del Ulster y del Estado Libre irlandés con 26 de mayoría católica, que se constituyó después como una república totalmente independiente de manera unilateral, tal y como habían previsto los unionistas.
“Este lunes es el centenario de la partición de mi isla. Yo no quiero que siga dividida, quiero que sea una sola isla, donde nosotros mismos tomemos nuestras decisiones. Podemos sentarnos y dialogar”, expone a Efe J.J. Magee, concejal en Belfast del partido Sinn Féin, antiguo brazo político de IRA.
Este dirigente republicano representa a una zona del norte de la capital norirlandesa que el pasado mes sufrió los peores disturbios en años, con ataques de jóvenes unionistas a las fuerzas de seguridad y provocaciones hacia los vecinos de los barrios nacionalistas.
Católicos y protestantes no llegaron al cuerpo a cuerpo porque lo impiden los citados muros de paz, levantados en su mayoría al comienzo del pasado conflicto en la región, que causó entre 1969 y 1998 más de 3.500 muertos, la mayoría a manos del IRA.
No obstante, muchos de los muros de Belfast se han construido durante el proceso de paz, ante la persistencia de las tensiones y la ausencia de una reconciliación plena entre las dos comunidades.
El repunte de la inestabilidad en la región se debe, en gran parte, a la nueva “frontera económica” que ha impuesto el Brexit entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, a través del controvertido Protocolo Irlandés, incluido en el acuerdo de salida de la UE firmado por Londres y Bruselas.
Este mecanismo fue diseñado para mantener abierta la frontera entre las dos Irlandas, clave para sus economías, altamente interconectadas, y para el proceso de paz, pero “ha creado ahora divisiones dentro de la provincia”, advierte el parlamentario Doug Beattie, del Partido Unionista del Ulster (UUP).
A cambio, el protocolo impone controles comerciales fronterizos entre Irlanda del Norte, integrada en el mercado único comunitario, y Gran Bretaña (Escocia, Gales e Inglaterra), lo que es percibido como una amenaza a la integridad territorial por parte de los unionistas.
Además, ha ganado impulso en los últimos años el objetivo histórico de los nacionalistas, con el Sinn Féin a la cabeza, de lograr la reunificación de Irlanda a través de un referéndum, tal y como contempla el acuerdo de paz del Viernes Santo.