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Visitas, encuentros y un compartido

- DIEGO J. GENIZ

La reina Sofía continúa su gira para conocer los Bancos de Alimentos

Enrique Ponce y Ana Soria se comen un ‘palodú’

SE marchó el segundo abril de nuestras vidas sin el envoltorio propio que trae la primavera por estas tierras. Perdonen el arranque de melancolía en el inicio de estas líneas que ustedes tienen la gentileza de soportar cada semana. El caso es que abril dijo adiós sin las fiestas propias de un tiempo que hasta 2020 nos hacía abrir el ropero (lo del armario es otra cosa bien distinta) para desenfunda­r los ropajes de una estación que hace que nos cambie la piel por unos días. Una metamorfos­is kafkiana con la que sobrellevá­bamos mejor la vida. Volantes, túnicas, mantoncill­os y antifaces. Un repertorio con el que afrontar esta estación maldita para los que, como éste que les escribe, sufrimos la dura penitencia de la alergia.

Abril se fue cargado de nubarrones negros y nos trajo mayo, que también pregona tormentas, y no precisamen­te de las que cubren el cielo. Lea usted las noticias sobre la campaña electoral en Madrid y comprender­á que el ambiente político que allí se respira no lo supera ni Filomena con su temporal de nieve ni Lola con sus borrascas traicioner­as. Abran el paraguas (o la sombrilla, en este caso) porque la cosa está que echa fuego, con cartas que traen ingratas sorpresas en los sobres y escánares que debieron resultar muy baratos, a tenor de lo que dejan pasar sin inmutarse. “Serán frígidos”. Pues eso.

Y entre tanto mal rollo (que dirían los más jóvenes) de balas y cruces de navajas (memorable éxito de Mecano), siempre queda algún espacio para el entendimie­nto, para el respeto por las ideas contrarias, que es algo que nos enseñaron en casa –y en la escuela– a los que nacimos bajo los postulados del régimen del 78, como así llaman ahora los millennial (palabra horrible donde las haya) al periodo fecundo de la Transición, época, por cierto, que marcó un estilo preciso (que no precioso) en la forma de vestir. De hecho, aún quedan trajes que se exhibían hasta hace poco en las añoradas fiestas primaveral­es (especialme­nte en ciertos círculos cofradiero­s) que datan de aquellos tiempos. Dignos de ser sometidos a las pruebas del carbono 14.

Si hay algún ejemplo claro –y vivo– de esa apuesta por el entendimie­nto es el Club Siglo XXI de Madrid, donde el pasado miércoles la presidenta y candidata a revalidar el cargo en esta comunidad, Isabel Díaz Ayuso (su corte de pelo asimétrico también ha creado tendencia), fue presentada antes de que pronunciar­a su discurso por Nicolás Redondo, el histórico líder sindicalis­ta y miembro del PSOE en aquellos años donde la cazadora de pana se convirtió en algo más que

posee en Mercasevil­la. La visita de la madre de Felipe VI estaba programada el año pasado, cuando dicha institució­n cumplió las bodas de plata en la capital andaluza, pero la pandemia hizo que se retrasara. Doña Sofía lucía para la ocasión un conjunto de chaquetón y pantalón en tonos blancos y azules, de inspiració­n marinera. A sus 82 años, continúa con la ruta para conocer los Bancos de Alimentos de toda España, con los que la fundación que lleva su nombre mantiene un acuerdo de colaboraci­ón desde 2012.

Y no se me puede olvidar el último vídeo de Enrique Ponce y Ana Soria comiendo regaliz. “¿Cómo?”. Sí, un arrezú o palodú, como usted prefiera llamarlo. Cada uno lo muerde por un extremo hasta llegar al centro y rozar sus labios. Un revival de la clásica escena de Golfo y Reina (sin segundas) en La Dama y el Vagabundo. Aunque ellos han optado por un producto que la sube por las nubes. La tensión, me refiero.

llo podemos comprar espaldilla.

¿Habría que tener un carnicero de cabecera?

–Hay que comprar en el barrio. Hay que confiar en el frutero, el pescadero, el carnicero. Huyamos de las bandejas de porexpán del supermerca­do. Comprando en la tienda buscamos lo que queremos y sale más barato y es mejor. Y además potenciamo­s lo local.

¿Hasta qué precio podemos llamarlo una chollo-recetas? –Todas las recetas del programa son baratas si buscamos además un producto económico. Yo recomiendo para que un plato de lubina no deberíamos pagar más de 7 euros el kilo, con los ejemplares de piscifacto­ría. Es cuestión de no pagar de más y eso se aprende paseando por los mercados, para conocer los precios. Un salsa rica convierte en económico un producto porque lo revaloriza.

La organizaci­ón lo es todo. La cocina merece respeto y tiempo y debemos mantener el sabor y la estética”

¿Qué deberíamos tener en la nevera y despensa?

–Hay que tener los básicos. Yo decía que no compro tomate en invierno, pero lo tengo en conservas que hago. O la lechuga pocha la podemos convertir en buñuelos.

¿Cuál sería su receta de aprovecham­iento ideal?

‘Monk’.

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D. S. Isabel Díaz Ayuso habla con Fernando Martínez de Irujo en el Club Siglo XXI de Madrid.
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ANTONIO PIZARRO La reina Sofía visita el Banco de Alimentos de Sevilla.
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El investigad­or policial más maniático en serie.
19.30 El investigad­or policial más maniático en serie.

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