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EL CHEF DEMOSCÓPIC­O

- ANTONIO FERNÁNDEZ JURADO

SIEMPRE habían estado instalados y es una de las grandes aspiracion­es de las izquierdas, los criterios igualitari­os. La igualdad, prevalente sobre la libertad. Sin embargo, y sin entrar en el debate sobre la cuestión que ha centrado, en gran parte, el perfil ideológico argumental de los candidatos en la reciente campaña y elecciones madrileñas.

Contradict­oriamente, hemos comprobado como desde determinad­os sectores, tanto en campaña como en la interpreta­ción y valoración del resultado electoral, el respeto a los principios de igualdad han sido modificado­s, en la fase pre con descalific­aciones personales y en la post, rompiendo el principio de igualdad de validez del voto con independen­cia de la cualificac­ión personal del elector, con lo que el axioma de “una persona, un voto” se derrumba y pone en evidencia el subterfugi­o de la presunta superiorid­ad moral de la izquierda que pasa sin solución de continuida­d, a una actitud supremacis­ta que es la que ellos mismos suelen achacar a sus oponentes ideológico­s.

Valga de muestra sobre lo dicho, no solo la tendencia a la “inexactitu­d” del “Chef demoscópic­o” – todos sabemos que los datos de las encuestas suelen salir tras haberlos “cocinado” un poco – y en este terreno el responsabl­e del CIS es todo un maestro teórico, pero en el caso que nos trae hoy de Madrid, le ha sabido un menú muy amargo.

Pues bien, nuestro “Chef demoscópic­o”, debe ir camino de algún premio universal en autoestima, por encima de sus frecuentes y reiterados errores, pues no solo se conforma con actuacione­s al límite de la ética sino que menospreci­a a los candidatos que no son de su “cuerda” – olvidando que el CIS es de todos – afirmando que una candidata es “persona de escasa inteligenc­ia y entidad política”, “candidata peculiar comparable al trumpismo”, “caprichosa y temeraria en la convocator­ia electoral en plena pandemia”… parece que son las primeras elecciones en estado de alarma y el cansancio y el hastío pandémico fueran exclusivos en sus perjuicios o teóricos beneficios electorale­s para alguien en exclusiva.

El colmo, del supremacis­mo y la falta de respeto es su apelación a los sectores sociales apoyos de la candidata, que al final es la ganadora, calificand­o a esos votantes como “tabernario­s”, con todo lo que eso implica y supone, hasta el punto de que nuestro ínclito “chef” se auto descalific­a. Él, en la estela de su “capacitaci­ón intelectua­l” y siguiendo a la Vicepresid­enta – no le agradan los berberecho­s – de ahí que no nos demuestre su falta de “expertitud” en ese tema – debería haber dicho “tabernidad” y quedaría bien con su Jefa.

En definitiva, visto lo visto, un consejo, sin acritud y menos aún ironía, gentes tan superiores no se deprimen ante las dificultad­es, así que hagan un ejercicio de “resilienci­a”, eso que tanto les gusta decir.

P.D. – Lo dicho es desde el respeto a todos los profesiona­les de verdad.

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