PACO GIRÓN, 60 AÑOS DE SU ORDENACIÓN SACERDOTAL
SE cumplía la decisión más importante de su vida. Su Ordenación Sacerdotal el 13 de abril de 1963. En la contraportada de su libro Lo que mis ojos han visto.
Sacerdote siempre. Con los brazos abiertos y profunda mirada llena de luz, percibiendo en el tiempo que no se mide, la demanda y el sentir de muchas personas que esperaban su compromiso y acogida.
Además de su responsabilidades parroquiales, académicas y diocesanas, su Pastoral de Calle le hizo entregarse a los demás en todas las horas, siempre escuchando el pálpito de personas desfavorecidas que manifestaban carencias existenciales.
Su participación en iniciativas de formación e inserción socio-laboral de jóvenes en desventajas, promoviendo proyectos de vida establecía fundamentos de igualdad en una sociedad más justa.
Nos enseñó a reconocer un Dios de vida presente en todos los seres humanos.
La experiencia de vida santa de D. Francisco Girón ilumina el camino de cómo orientar e implementar valores y comportamientos hacia la esencia del Evangelio.
Sus compañeros sacerdotes, jóvenes seminaristas entonces, resaltan el especial recuerdo de su docencia como director espiritual del Seminario.
El 28 de noviembre de 2019 se emitió el Decreto de la Congregación para la Causa de los Santos de la Santa Sede en Roma, otorgando el Nihil Obstat para el Proceso de Canonización con la consideración de Siervo de Dios.
Él no será un santo de altares (tampoco lo hubiera querido), la experiencia de Dios en su vida será un referente como ejemplar testigo para todos los que con fe adulta busquen respuestas a las grandes interrogantes del hombre en la persona de Jesús de Nazaret.
Nos enseñó que la espiritualidad busca una nueva mística abierta que exterioriza la palabra justa, valorando la matriz del silencio y dimensiona y hace crecer sensibilidades, valores y posibilidades de Ser.
Nos enseñó a descubrir al Dios de la Vida, más allá de creencias y devociones. Y que la fe se hace presente en el encuentro y compromiso con el hombre de nuestro tiempo.
Que la dignidad de las personas debe ser el centro de todo proyecto social. Y que debemos situar al ser humano como objetivo principio y fin de todas las instituciones.
Nos enseñó que la experiencia de vivir desborda la palabra.
“El cristianismo es la llegada del hombre a su plenitud”.
La generaciones venideras deben enriquecerse con el conocimiento y la referencia de un sacerdote diocesano que amaba profundamente la vida y ha sido testimonio de santidad.