CARTA A LOS PARLAMENTARIOS SILENTES DOÑANA
Ex presidente de la Junta de Extremadura
Debe de existir un divorcio entre ciudadanos y representantes. Lo que para estos últimos son intervenciones de matrícula de honor, premiadas, además, con el entusiasmo de las bancadas a las que pertenecen los oradores, no provocan la misma sensación en quienes los escuchamos. Los parlamentarios ríen y aplauden a rabiar sin que los demás sepamos dónde está la gracia, el arte y el salero. No es extraño que, si a una faena parlamentaria de andar por casa se le premia con orejas y rabo, no surjan oradores de la categoría de quienes han pasado por ese parlamento dejando recuerdos imborrables de intervenciones memorables. Si cuesta tan poco ser aplaudidos, ¿para qué esforzarse en mejorar la oratoria en su forma y en su contenido?
Al contrario que en el teatro, los parlamentarios silentes no invitarán a sus familiares a la representación. Más de una madre se sentiría avergonzada al ver y oír a su hijo insultar a los de la bancada de enfrente. Algunos nombres de diputados o senadores son conocidos por las veces que han sido llamados al orden por las presidencias del Congreso o del Senado. ¡Por nada más!
Si concluimos que los discursos y la oratoria parlamentaria están en horas bajas; si nadie entiende muy bien de qué va la representación; si llamamos política a lo que hacen los políticos cuando se ven por la tele, habría que intentar convencer a los casi trescientos diputados y a los casi doscientos senadores para que tomen la palabra; que nos expliquen por qué y para qué están donde están; qué pretenden conseguir; quienes ganan y quienes pierden con las leyes que ellos votan.
En definitiva, que nos digan cómo se hace política. Seguro que entre casi quinientos parlamentarios tiene que haber hombres y mujeres con un nivel intelectual y político capaz de sacar a la política del fango en el que está metida y reconciliar al ciudadano con ella. Sin política esto sería el infierno. Para huir del infierno y del purgatorio, por favor, salgan del silencio y hablen. Los actores principales necesitan oxígeno.
AYER se aprobó en el Parlamento de Andalucía una proposición de ley apoyada por el PP y VOX, que pretende normalizar los pozos ilegales existentes en el entorno de Doñana, concretamente en terrenos de Almonte, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y Rociana del Condado, que, de esta forma, inicia así un trámite parlamentario que no llegará a lado alguno, venga a decirlo Agamenón o su porquero. Objetivo de ambos partidos, que se continúe regando casi un millar de hectáreas puestas en producción de manera fraudulenta: fuera de la ley.
Y quiero empezar diciendo, que el PP y VOX, apoyando las tesis del lobby agrícola que se ha creado al efecto, están engañando a sabiendas a los agricultores y a la ciudadanía de Huelva, de Andalucía, de España, de Europa y del mundo. O eso pretenden. Pero, no les va a caer esa breva. No.
No sé cómo explicarles a mentes tan cerriles como las del citado lobby y a los líderes del PP y de VOX, que las leyes están para cumplirlas. Y diré más, tanto dichos
El PP y Vox están engañando a sabiendas a los agricultores de la provincia de Huelva
políticos como los agricultores integrados en ese grupo de presión, son conscientes de ello. Y a pesar de todo, lo intentan los muy osados. Y me avergüenza enormemente, que el PP al menos, porque de VOX espero cualquier barrabasada, se haya metido en este charco, nunca mejor dicho, porque se supone que es un partido de Estado y de Gobierno. Y sus dirigentes saben, que si la tal cuestión fuera aprobada sería recurrida de forma automática por el ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, además de chocar de lleno con una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que está pendiente de cumplimiento, y ya Florika Fink-Hoojer, directora general de Medio Ambiente de dicho organismo, ha manifestado que si la Junta de Andalucía sigue por esas veredas, habrá sanciones económicas, y añado yo, que también tendrá consecuencias políticas por el incumplimientos de la legislación europea.
Borja Sémper, ese político un poco friki que ha contratado Feijóo hace unos meses, tildó ayer de “desmesurada” la polémica sobre la regulación de los regadíos en Doñana. Y yo, que soy del terreno, le digo a Sémper que miente, que Doñana le importa al PP una higa, ya puedan decir el consejero del ramo y hasta el propio presidente Juanma Moreno, lo que estimen pertinente. Los pozos ilegales hay que cerrarlos. Punto. Y el Gobierno de la nación, que es de quien depende la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ya está tardando demasiado.