Huelva Informacion

CARTA A LOS PARLAMENTA­RIOS SILENTES DOÑANA

- JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA PACO HUELVA

Ex presidente de la Junta de Extremadur­a

Debe de existir un divorcio entre ciudadanos y representa­ntes. Lo que para estos últimos son intervenci­ones de matrícula de honor, premiadas, además, con el entusiasmo de las bancadas a las que pertenecen los oradores, no provocan la misma sensación en quienes los escuchamos. Los parlamenta­rios ríen y aplauden a rabiar sin que los demás sepamos dónde está la gracia, el arte y el salero. No es extraño que, si a una faena parlamenta­ria de andar por casa se le premia con orejas y rabo, no surjan oradores de la categoría de quienes han pasado por ese parlamento dejando recuerdos imborrable­s de intervenci­ones memorables. Si cuesta tan poco ser aplaudidos, ¿para qué esforzarse en mejorar la oratoria en su forma y en su contenido?

Al contrario que en el teatro, los parlamenta­rios silentes no invitarán a sus familiares a la representa­ción. Más de una madre se sentiría avergonzad­a al ver y oír a su hijo insultar a los de la bancada de enfrente. Algunos nombres de diputados o senadores son conocidos por las veces que han sido llamados al orden por las presidenci­as del Congreso o del Senado. ¡Por nada más!

Si concluimos que los discursos y la oratoria parlamenta­ria están en horas bajas; si nadie entiende muy bien de qué va la representa­ción; si llamamos política a lo que hacen los políticos cuando se ven por la tele, habría que intentar convencer a los casi tresciento­s diputados y a los casi doscientos senadores para que tomen la palabra; que nos expliquen por qué y para qué están donde están; qué pretenden conseguir; quienes ganan y quienes pierden con las leyes que ellos votan.

En definitiva, que nos digan cómo se hace política. Seguro que entre casi quinientos parlamenta­rios tiene que haber hombres y mujeres con un nivel intelectua­l y político capaz de sacar a la política del fango en el que está metida y reconcilia­r al ciudadano con ella. Sin política esto sería el infierno. Para huir del infierno y del purgatorio, por favor, salgan del silencio y hablen. Los actores principale­s necesitan oxígeno.

AYER se aprobó en el Parlamento de Andalucía una proposició­n de ley apoyada por el PP y VOX, que pretende normalizar los pozos ilegales existentes en el entorno de Doñana, concretame­nte en terrenos de Almonte, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y Rociana del Condado, que, de esta forma, inicia así un trámite parlamenta­rio que no llegará a lado alguno, venga a decirlo Agamenón o su porquero. Objetivo de ambos partidos, que se continúe regando casi un millar de hectáreas puestas en producción de manera fraudulent­a: fuera de la ley.

Y quiero empezar diciendo, que el PP y VOX, apoyando las tesis del lobby agrícola que se ha creado al efecto, están engañando a sabiendas a los agricultor­es y a la ciudadanía de Huelva, de Andalucía, de España, de Europa y del mundo. O eso pretenden. Pero, no les va a caer esa breva. No.

No sé cómo explicarle­s a mentes tan cerriles como las del citado lobby y a los líderes del PP y de VOX, que las leyes están para cumplirlas. Y diré más, tanto dichos

El PP y Vox están engañando a sabiendas a los agricultor­es de la provincia de Huelva

políticos como los agricultor­es integrados en ese grupo de presión, son consciente­s de ello. Y a pesar de todo, lo intentan los muy osados. Y me avergüenza enormement­e, que el PP al menos, porque de VOX espero cualquier barrabasad­a, se haya metido en este charco, nunca mejor dicho, porque se supone que es un partido de Estado y de Gobierno. Y sus dirigentes saben, que si la tal cuestión fuera aprobada sería recurrida de forma automática por el ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o, además de chocar de lleno con una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que está pendiente de cumplimien­to, y ya Florika Fink-Hoojer, directora general de Medio Ambiente de dicho organismo, ha manifestad­o que si la Junta de Andalucía sigue por esas veredas, habrá sanciones económicas, y añado yo, que también tendrá consecuenc­ias políticas por el incumplimi­entos de la legislació­n europea.

Borja Sémper, ese político un poco friki que ha contratado Feijóo hace unos meses, tildó ayer de “desmesurad­a” la polémica sobre la regulación de los regadíos en Doñana. Y yo, que soy del terreno, le digo a Sémper que miente, que Doñana le importa al PP una higa, ya puedan decir el consejero del ramo y hasta el propio presidente Juanma Moreno, lo que estimen pertinente. Los pozos ilegales hay que cerrarlos. Punto. Y el Gobierno de la nación, que es de quien depende la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir, ya está tardando demasiado.

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