COMBATES POR EL PATRIMONIO
● La ruina de la ermita de la dehesa de Cortedelana obliga en el siglo XVIII a trasladar la imagen del santo a Aroche ● La fiesta se celebraba en la Pascua de Pentecostés
de Huelva. También para el cura párroco, Manuel Suárez Cáceres, que dio su conformidad y aprobó todas y cada una de sus sencillas XVI reglas. Se fundían así en causa común y en un solo cuerpo la parte religiosa, la Iglesia, y la civil, los vecinos de Aroche.
El hermano mayor, Sergio Ocaña Morales; el secretario, Domingo Garfia Carlos, y el tesorero, Sebastián Rodríguez Márquez, ya habían celebrado con antelación las dos fiestas acordadas, una romería en primavera en la ermita de San Pedro de la Zarza el lunes siguiente al segundo domingo después de Pentecostés, que se ubicaba según la tradición cristiana cincuenta días después de Pascua de Resurrección y que conmemoraba el descenso del Espíritu Santo a Dios. Por eso sabemos que fue el 21 de mayo.
Y también otra fiesta durante el verano, el 17 de agosto, que hoy corresponde a la Feria. Como la vieja imagen de San Mamés se encontraba
La antigua romería había desaparecido en el siglo XIX y había que convertirla en local
ya en la ermita de San Pedro, a orillas de la rivera de Chanza, nueve días antes se trajo a la Iglesia Prioral de la Asunción para hacer novena y misa solemne con procesión en su último día, a la que asistieron todos los hermanos. Después el Santo fue conducido, de nuevo, a su ermita cuando el mayordomo lo creyó más conveniente. Como se puede entender ambas celebraciones estaban fuertemente unidas a las faenas de campo en un término municipal muy ruralizado.
Todo ello supuso un cambio transcendental, primero hacer de nuevo romería, pues la antigua había desaparecido en el siglo XIX, convertirla en local y excluir a otros municipios del protagonismo, sobre todo cuando se había creado el municipio de Rosal de la Frontera, y cambiar su itinerario o camino, es decir, dejar de ir a la vieja y lejana ermita de San Mamés. Las reglas aprobadas nos indican que los arochenos habían comprendido que era un tiempo nuevo y, por tanto, había que refundar la antigua hermandad si es que alguna vez la hubo. También se tenía claro que más importante que el aparato exterior formado por cultos y fiestas era la devoción y el amor al santo patrono, certificando así la pertenencia a la comunidad cristiana.
Los cargos que dirigían la Her
mandad eran elegidos anualmente por los hermanos los cuales se convertían todos en vocales. El sitio de la votación la casa del hermano mayor y la consigna, votar a aquellos que más se distinguieran por su actividad y devoción. El párroco se concibió como una figura central, pues entendía de todo lo religioso o solemne de los cultos divinos, vigilaba “el progreso” de la Hermandad e imponía su voto de calidad en caso de conflicto. Es decir, era un auténtico “conciliario”.
Este movimiento identitario que reforzaba una de sus tradiciones más singulares vino acompañado de un momento dulce en la economía y cultura arochenas. Desde principios de la década de los veinte les rondaba a los 5.560 habitantes la idea de levantar un establecimiento industrial que transformara el trigo sembrado en harina panificable. Debemos tener en cuenta que el extenso término municipal se lo repartían el núcleo principal, Aroche, cinco aldeas, Los Bravos, Las Cefiñas, El Hurón, El Puerto y Los Viejos y dos caseríos, Los Andreses y Maladua.
Será la asociación obrera El Alba la impulsora de la industria electroharinera. El Ayuntamiento conservador, bajo la alcaldía de Cristóbal Soria Sierra, la apoya comprando la huerta del Caño de la Cera y destinando los fondos que procedían del arriendo de los lotes de la finca La Contienda. Se construyó un gran edificio de tres plantas de 550 metros cuadrados.
Mientras tanto la actividad en la población fue frenética, pues las obras posibilitaron la reactivación del empleo, siendo numerosas las contrataciones a jornal, la mayoría procedente de los jornaleros del campo. Se le dio el nombre de “La Comunal”, recordando que la propiedad del establecimiento