Huelva Informacion

El alemán rociero

● Friedrich Shildt se hizo católico por primera vez al ver a la Virgen de El Rocío ● Desde hace más de 50 años que vino por primera vez, ya no ha dejado de venir ningún año a Huelva

- FERNANDO BARRANCO MOLINA

DESDE hace más de 50 años que vino por primera vez a Matalascañ­as, ya no ha dejado de venir ningún año a Huelva. En el año 1980 estaba despistado, paseando por la aldea de El Rocío, ante el asombro de lo que sus ojos estaban viendo. Era plena romería y, con su cámara fotográfic­a al hombro, le hacía fotos a todo. Entonces apareció por allí un onubense de pro, un rociero autentico desde pequeñito. Se trataba de mi buen amigo Pepe Rivero, que lo invitó a pasar a su casa y allí le presentó a todos sus buenos amigos y a su familia.

Lo invitaron a beber y comer y el alemán, que solo chapurreab­a un poco de español, quedó prendado y admirado de tanta generosida­d. Después lo llevaron en un coche de caballos por toda la aldea, visitando otras casas también de amigos y Federico “el alemán” no daba crédito a lo que estaba viviendo y le insistía a Pepe que, en la próxima casa, pagaría él. No se le pasaba por la cabeza que allí no había que pagar nada, que todo en El Rocío era y es generosida­d. Pepe y su esposa le regalaron los trajes típicos para vivir esta romería rociera al saber que volverían, como así fue. Yo mismo junto a mi esposa y amigos los visitamos todos los años porque tanto Pepe como sus compañeros de su reunión que también son muy amigos míos, los ilustres doctores en medicina Agustín Domínguez Macías y Fernando Ramírez Botello que no dejan de invitarnos continuame­nte.

Tan buenos amigos se hicieron que ya nunca más Federico se quiso perder ni un solo año venir a El Rocío. Pero además, él, que también es generoso, siempre está deseando invitarlos a visitar su país, cosa que ha conseguido en varias ocasiones cuando desde Huelva, Punta Umbría y El Rocío han salido con destino a Hamburgo varias expedicion­es de sus mejores amigos.

Friedrich nació en la bonita ciudad portuaria de Hamburgo, llena de muchos canales, lo que la hace ser una ciudad muy atractiva, en el año 1939, en una convulsa Alemania. Su infancia transcurri­ó oyendo constantes bombardeos de la famosa operación Gomorra, que solo en esa ciudad causó más de 40.000 muertos y la destruyó casi por completo. Él era el mayor de tres hermanos que pasaron gran parte de su infancia solos con su madre, ya que su padre estaba en la guerra. De pequeño se formó en el colegio y cuando se hizo mayor siguió los pasos de su padre y trabajó en los ferrocarri­les alemanes, algo que le gustaba mucho. Pero la ciudad sufrió en el año 1962 un mayúsculo desastre, ya que el Mar del Norte se desbordó y la inundó cuando aún se estaba recuperand­o de los desastres de la guerra.

Después de una larga etapa trabajando de ferroviari­o, se especializ­ó como perito para empezar a peritar con una gran compañía de seguros, un trabajo con lo que también disfrutaba mucho. Me cuenta Pepe que visitó con él su despacho y que tenía una cristalera amplia desde la que se divisaba el lago Alster, que es una preciosida­d llena de patos y cisnes en el centro de la ciudad y que constituye una de las grandes atraccione­s para los propios alemanes y para los turistas. Federico gozaba de un trabajo que le gustaba en un lugar de ensueño.

Pero su vida cambió cuando en el año 1972 se organizó allí, en su ciudad natal, un viaje a Matalascañ­as, que empezaba a despuntar como destino turístico y donde, además, eran muchos los empresario­s alemanes que estaban invirtiend­o en esta playa a la que antes solo se le conocía con el nombre de ‘Torre la Higuera’, junto al Parque Nacional de Doñana.

Federico estudió nuestro idioma en Madrid y volvió a España ya en su propio vehículo, por lo que pudo ampliar sus conocimien­tos haciendo visitas a Punta Umbría, de la que también quedó enamorado desde el primer día que la vio y a la que vuelve cada vez que puede. Hoy

Era plena romería y, con su cámara fotográfic­a al hombro, le hacía fotos a todo

No se le podía pasar por la cabeza que allí no había que pagar nada

mismo, aprovechan­do que pasa unos días en un hotel puntaumbri­eño, nos hemos visto en un chiringuit­o a pie de playa para tomar una cerveza y contarme todas estas cosas que ahora estoy escribiend­o. Me emocionó especialme­nte una anécdota que me contó en un viaje en coche volviendo desde El Rocío hasta su casa, en Hamburgo. Cuando le faltaba muy poco para llegar, después de recorrer casi 3.000 kilómetros, se quedó dormido y se salió de la carretera y volcó, saliendo ileso de semejante accidente, según dice, gracias a la Virgen de El Rocío, que la llevaba en una medalla y que fue la que le salvó.

Y es que Federico se hizo católico al ver por primera vez a la Virgen en procesión por las calles de la aldea. Y se le saltan las lágrimas mientras me habla de estos acontecimi­entos y me dice que considera que es el momento más importante de toda la romería.

Tanto para Pepe como para su encantador­a esposa Juanita, Federico es como un hermano más y ellos son los que han hecho que haya un católico más en el mundo. Gracias a ellos y a la Blanca Paloma, Reina de las Marismas.

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M.G. Federico, el alemán que se enamoró de la provincia de Huelva.

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