Las figuras no alcanzan el nivel
● En una corrida de varios hierros, hubo ejemplares de claro triunfo que no fueron aprovechados ● Manzanares, Emilio de Justo y Andrés Roca Rey acabaron con el papel llenando la plaza, pero no pasaron de las ovaciones
PLAZA DE TOROS DE MADRID FERIA DE SAN ISIDRO
Tres de La Ventana del Puerto, con cara y terciados, salvo el cuarto; uno de Valdefresno (primero), serio y bien hechurado; uno de Puerto de San Lorenzo (quinto), alto y en tipo; y un sobrero, en lugar uno de Puerto de San Lorenzo devuelto, de El Vellosino (segundo), serio, hondo y muy astifino. A excepción del cuarto, a la defensiva, todos dieron mayor o menor juego. Primero con calidad, quinto con entrega y profundidad, y sexto con prontidud y movilidad, fueron los mejores
berenjena y oro: perpendicular (ovación); pinchazo y estocada (silencio) grana y oro: pinchazo y delantera desprendida (silencio); pinchazo y desprendida (ovación tras leve petición)
negro y oro: pinchazo y caída delantera (palmas tras aviso); estocada caída (silencio)
Francisco María picó bien al cuarto y Morenito de Arles saludó tras banderillear al quinto. Decimocuarto festejo de abono de feria de San Isidro. “No hay billetes” (22.964 espectadores), con aire en los últimos toros.
Las tres figuras anunciadas ayer no alcanzaron el nivel exigible ante una corrida de varios hierros en la que hubo ejemplares de claro triunfo que no fueron suficientemente aprovechados.
La decepción comenzó a fraguarse con el primero, un serio y precioso burraco de Valdefresno, prototipo de su encaste Atanasio, que derrochó calidad, aunque acusó en algunos momentos el exceso de castigo en varas, donde además pareció lesionarse.
Aun así, Frasquito no paró de tomar con dulzura la casi nunca templada muleta de Manzanares, que apenas le cuajó un ramillete de naturales de buen trazo en una faena de muy escaso contendido, sin que el cuarto, desfondado y a la defensiva, le dejara luego sacarse la espina.
Otro de los toros notables de la corrida fue el quinto, vareado y con alzada, de Puerto de San Lorenzo que embistió con profundidad y al que De Justo hizo el trasteo más estimable, aunque sin llegar a cuajarlo.
El extremeño se dobló por bajo largo rato para comprobar el recorrido de tan bravas y claras embestidas, que ligó en dos buenas tandas con la derecha mientras duraron las inercias.
Con el público entregado y empujando, la faena decayó de golpe cuando De Justo se echó el engaño a la zurda, por donde el toro exigía mayor mando, y sin que la obra recobrara el buen nivel de sus inicios, pese a los infructosos esfuerzos del matador, que antes no había estado muy resolutivo con el sobrero de Vellosino, rajadito pero más que manejable.
El polo de atracción volvía a ser Roca Rey, que tampoco estuvo a la altura de su fama, por más que lo intentara con los dos terciados toros de su lote, ambos de la parte Domecq de esta ganadería salmantina y que, extrañamente, no se abrieron en el sorteo.
A su primero, que se dejó pese a sus justas fuerzas, el peruano solo le cogió el aire en un mazo de derechazos, hasta que, con el animal buscando tablas, intentó buscar un improbable trofeo con unas apuradas y desesperadas bernadinas.
Con el sexto el viento no le permitió controlar el engaño ante un ejemplar cornalón que tuvo prontitud, celo y movilidad a lo largo de su desordenado e inconcreto trabajo, que intentó resolver a la desesperada con unos efectismos que tampoco calaron.
TOROS:
TOREROS: Manzanares,
Roca Rey,
INCIDENCIAS:
Emilio de Justo,