El Rocío suena a compás de palmas
● Durante la jornada de ayer los romeros disfrutaban en la aldea almonteña cantando por sevillanas
Todas las Hermandades filiales ya se encuentran en la aldea y eso se nota. Las últimas del viernes, entre ellas la Hermandad del Rocío de Huelva, llegaron tarde de un largo camino y en la mañana de ayer fueron despertando del sueño que pretenderán prolongar hasta su vuelta. Una resaca de emociones entre todos los fieles que a partir de las 11:00 se hizo latente. Un ir y venir de preparativos era la estampa principal alrededor de la ermita en una mañana intensa de presentaciones.
Conforme las Hermandades finalizaban ese esperado momento, los carros, los caballistas y los peregrinos se dirigían hasta su casas para poder continuar su celebración entre cantes y sones de guitarras. Las terrazas se comenzaron a llenar y el tambor se escuchaba retumbar en cada calle de El Rocío.
Los turistas también llegaron a la aldea para conocer esta tradición del sur de España que los andaluces llevan a cabo con unas características muy llamativas y especiales. Muchos miraban sorprendidos a los caballistas, los carros y todo el albedrío que se forma en las calles de El Rocío en el día central de la romería que sirve de antesala a un Domingo de Pentecostés especial.
El calor no estuvo presente y los cielos estuvieron nublados, donde el sol se pudo ver momentáneamente. Las temperaturas máximas rondaron los 25 grados y a mediodía un ambiente con bochorno azotó la aldea. Durante la tarde refrescó y a caer la noche ya apeteció un poco de abrigo.
Una de las jornadas más intensas de El Rocío en la que se viven momentos entre familia y amigos y se comparte una devoción que cada año crece y va de generación en generación entre todos los creyentes. La Virgen ya espera con ansia a que la jornada del domingo pase rápido y poder pasearse por las arenas en los hombros de sus hijos.
La fiesta fue la protagonistas de la tarde mientras las hermandades seguían presentándose ante la Reina de las Marismas. Un Rocío abarrotado y con mucha expectación en el que cabe la devoción con el disfrute de los presentes.
En las terrazas de las casas celebraban la tarde entre cantes y sones de guitarras