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AQUÍ NO HUELE A FERIA

- ▼ MANUEL GONZÁLEZ MAIRENA

DEFINE la RAE en su diccionari­o la palabra feria en su primera acepción como: Mercado de mayor importanci­a que el común, en paraje público y días señalados. Ya en la segunda acepción hace referencia a la fiesta que surge a partir de la anterior. Yo aquí vengo a referirme a una mezcla de las dos definicion­es, y no es en referencia a la de farolillos y albero, sino a nuestra Feria del Libro (FLH). La semana pasada se anunció que se cambiaba la fecha de la misma pasando de abril a octubre. No sin polémica, con especial crítica de las editoriale­s de la provincia. Aunque el eje principal de la FLH lo componen el gremio de libreros y el Ayuntamien­to, y son, al fin y al cabo, quienes toman las decisiones. Aquí sí, ahora no.

La mudanza en la fecha no debe causar preocupaci­ón alguna, no es obligatori­o el vincularla a los alrededore­s del 23 de abril, del Día del Libro, que ya tiene entidad por sí misma. Además, abril es un mes bastante inestable en cuanto a lo meteorológ­ico, lo mismo hace un calor abrasador que llueve sin contemplac­iones, y el papel y el agua casan malamente. En Madrid se hace en junio, otros lugares en mayo y Sevilla, con la que nos emparejamo­s, en octubre. Lo que ya preocupa más es el que este cambio se haga sin mucha planificac­ión, cuando ya se estaba planteando para abril, cuando muchos autores y autoras ya estaban en preaviso para acudir, y, de ahí la razonable queja, pues muchas editoriale­s onubenses habían programado sus publicacio­nes acorde a este calendario. Ahora se les quedan todas esas presentaci­ones compuestas y sin feria (por ahora). Sin embargo, lo realmente preocupant­e es esa sensación de que hay cosas que parecen que estorban. Parece que la FLH está porque queda feo que no esté, pero poco más. Porque no se puede dejar caer a la decana de las ferias del libro de Andalucía, pero sin darle esplendor a ese decanato. Es como un objeto viejo de la casa de la bisabuela que nos da pena tirar y que tampoco lo ponemos muy a la vista.

Cuando debería ser un emblema más dentro del panorama de actividade­s culturales de la ciudad, y ejercer asimismo de capitalida­d (no olvidemos que acuden librerías de toda la provincia). Debería ser un festival, en su máxima extensión. Como el Festival de Cine Iberoameri­cano para el cine. Como el extinto Latitudes para la fotografía. Como el OCIb para la cultura iberoameri­cana. Un festival de la palabra, de los libros, de las librerías, de las editoriale­s, de los escritores y las escritoras, de lectores y lectoras. Una fiesta. Apuntamos a octubre, ojalá huela a feria.

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