Alimentos quemagrasas en la cocina . . . . . . .
Para quitarse los quilos de más para siempre
Los «fatburners» caseros
Es posible que usted haya probado ya varias dietas, se haya privado de caprichos durante días o incluso semanas, y haya asumido que le suenen las tripas todo el día para, como recompensa, ver que la báscula cada vez indica menos peso. Merecía la pena, ¿verdad?
No obstante, ¿cuántas veces le ha pasado que la aguja vuelva a dispararse poco después de haber terminado la dieta?
Ese es el efecto rebote conocido también como «yo-yo». Cuando el organismo de repente recibe menos alimento, reduce las reservas, y entonces adelgazamos. Pero al mismo tiempo la escasez de alimento alerta al organismo para que vuelva a almace- nar reservas. De manera que, cuando volvemos a comer sin restricciones, el organismo, que todavía no se ha reajustado, vuelve a acumular reservas. Es decir, sigue transformando de forma muy eficiente todo lo que recibe. E inevitablemente volvemos a engordar. La siguiente dieta acecha ya a la vuelta de la esquina…
Pero reduciendo calorías nunca conseguiremos estar delgados a largo plazo. Al contrario, ¡para adelgazar hay que comer! Hay que darle al organismo alimento suficiente para que no se encuentre en situación de necesidad y reajuste su metabolismo energético. Hemos de darle lo que necesita, pero en forma de quemadores de grasa, que gracias a sus componentes naturales van consumiendo las reservas de grasa paulatinamente.
¿QUÉ SON?
Si usted ha decidido quitarse de encima esos kilos de más con la ayuda de quemadores de grasa, enhorabuena. Porque ha escogido un método eficaz con el que logrará alcanzar su peso deseado y, lo que es esencial, mantenerlo sin necesidad de privarse de nada.
El objetivo es simple y claro: “quemar” grasa corporal para estar más delgado y sentirse mejor. Y es posible conseguirlo consumiendo una gran variedad de alimentos con estas propiedades. Esto no quiere decir que a partir de ahora vaya a tener que reducir su comida a solo unos pocos alimentos, como ocurre con algunas dietas. No se preocupe: ni tendrá que comer solo piña durante semanas, ni sopa de col de la mañana a la noche. Eso no lo puede soportar nadie, y tampoco es bueno para la salud. Con una buena dieta naturista-vegetariana equilibrada, todo el mundo, y también usted, puede comer de forma tan rica y variada como siempre. Quizás incluso aún más variada, ya que seguramente descubrirá alimentos a los que hasta ahora no había prestado demasiada atención. Y, en cambio, dejará de consumir otros que, en el futuro, ya no tendrán un papel destacado en su alimentación.
¿CÓMO FUNCIONAN LOS «FATBURNERS» O ALIMENTOS QUEMAGRASAS?
Uno de los principios básicos de la acción de los alimentos quemagrasas es su influencia en el nivel de glucosa en la sangre. La glucosa no solo es un proveedor de energía, sino que además representa una especie de indicador que señala cómo se encuentra el cuerpo de reservas. Lo normal es un nivel de aproximadamente un gramo de azúcar por litro de sangre. Si ese nivel asciende o desciende debido a la ingestión o la falta de alimento, entonces en el organismo tienen lugar varios procesos que desembocan en el almacenamiento o la eliminación de nutrientes.
Con sus carbohidratos de lenta absorción, los quemadores de grasa se encargan de que el nivel nunca baje hasta un punto en que se produzcan ataques de hambre. Nos sentimos saciados durante más tiempo y comemos menos. Pero estos alimentos se dirigen al mismo tiempo de forma activa a los michelines, porque la asimilación de carbohidratos requiere energía. Y cuanto más complejos sean esos carbohidratos, más energía deberá invertir el organismo para obtener glucosa.
De todas formas, el organismo no vive únicamente de carbohidratos. Las proteínas y, por supuesto, también las grasas son nutrientes que el cuerpo necesita de igual modo, además de vitaminas, minerales, oligoelementos y hormonas. Todos los quemadores de grasa contienen sustancias que atacan directamente a los depósitos de grasa, abasteciendo al cuerpo de manera óptima.
De algunos alimentos o suplementos dietéticos que reciben este nombre, se dice que ayudan a quemar o movilizar las reservas de grasa. Ahora ya hay bastantes en las dietéticas, pero su eficacia no está tan clara, porque hay estudios que pueden demostrar que sí y otros que no. Ahora bien, lo que es seguro es que nadie ha solucionado así sus problemas de obesidad o sobrepeso, así que podemos considerarlos como una ayuda más.
¿SUPLEMENTOS “QUEMAGRASAS”?
Algunos “quemagrasas” presentan cierto interés, ya que aportan micronutrientes a nuestra dieta y poseen efectos beneficiosos sobre la salud, aunque algunos resulten francamente caros, y otros más son de procedencia animal, descartados para veganos y vegetarianos. Lo que conviene es tomar los alimentos de la forma más natural posible, de manera que con una buena dieta cotidiana, este tipo de recursos no sean tan necesarios. A veces podemos tomar una taza de té rojo pu-ehr, o una cucharada de lecitina de soja –son dos ejemplos– por el placer de hacerlo, o por otros motivos; de ellos podemos esperar buenos resultados para la salud, e incluso un efecto favorable que predisponga al organismo a eliminar calorías, pero no un “efecto milagro”.
Algunos de estos productos son simples laxantes o diuréticos. Ya hemos
comentado que el mejor laxante son las frutas (con pocas excepciones, como el membrillo), verduras (con pocas excepciones, como la zanahoria) y que todos los cereales de nuestros platos sean integrales y ecológicos.
En cambio sí que podemos esperar resultados espectaculares en el contexto de un cambio radical: desde una alimentación convencional a la alimentación natural. Y eso incluye la sustitución de fármacos inútiles o peligrosos por remedios naturales, como por ejemplo la hidroterapia, que ayudan a la curación y mantenimiento de la salud.
RETENCIÓN DE LÍQUIDOS
Los diuréticos contribuyen a que el organismo se deshaga de una parte del agua que tiene acumulada. Claro está que por cada litro de agua del que tu cuerpo se deshaga, pesarás un kilo menos... ¡pero eso no es adelgazar!
El organismo mantiene una cantidad de agua acumulada porque la necesita para su propio funcionamiento, y tiene muchos recursos de deshacerse del agua retenida. Puede hacerlo a través de la orina, de la piel o de los pulmones. Si tu cuerpo necesita agua, sentirás sed. Y en ese caso lo mejor es beber: toda el agua que sea necesaria, e incluso zumos de frutas naturales (es antinatural no beber si se tiene sed).
Si el cuerpo retiene más agua de la que necesita es por la acumulación de sustancias nocivas que hacen que la mantenga ahí para paliar los posibles efectos tóxicos de dichas sustancias. Por ejemplo, comer alimentos con una cantidad abundante de sal hará que el cuerpo retenga más líquido del necesario para su funcionamiento. Si quieres eliminar esa cantidad de agua, lo último que deberías hacer es tomar un diurético, porque lo que hay que hacer . es comer menos sal, alimentarse principalmente de frutas y verduras, y darle tiempo al cuerpo para que elimine ese exceso de sal ingerido.
Lo mismo sucede con muchos aditivos provenientes de ciertas comidas, o con residuos generados durante algunos procesos de digestión. Así que, si el cuerpo tiene un exceso de agua retenida; pero no hay que culparlo, porque ya está haciendo lo que puede para paliar los efectos dañinos de muchos alimentos inadecuados. Tomar sustancias que obliguen al cuerpo a deshacerse de ese líquido hará que el organismo quede expuesto a efectos perjudiciales por la elevada concentración de sustancias dañinas.
Es una gran suerte que el cuerpo sea capaz de recuperar el líquido perdido en cuanto se dejan de tomar estos diuréticos, porque el efecto a largo plazo de una concentración excesiva de sustancias nocivas sería demoledor para la salud. Ahora bien, ¿tiene eso alguna relación con la cantidad de grasa corporal?
Ya se ve que no. Adelgazar es perder grasa, no perder agua. Una pérdida de agua antinatural se recuperará en cuando volvamos a beber.
LAXANTES
Insistimos: el único laxante recomendable para perder peso es la fibra contenida en frutas y verduras, junto con una dieta rica en alimentos integrales. Porque son alimentos ricos en fibra: esta fibra produce una circulación natural, placentera, y muy beneficiosa de los deshechos que pasan por los intestinos, sin interferir en el funcionamiento normal de tu cuerpo.
Los laxantes artificiales producen irritación sobre las paredes del sistema digestivo, así consiguen una circulación más rápida de los alimentos. Pero es una circulación completamente antinatural, que produce molestias intestinales y destroza el equilibrio corporal. Precisamente debemos evitarlos por ese efecto tóxico e irritante que poseen.
Interferir en los procesos del organismo de forma tan agresiva no tiene ningún efecto positivo, al contrario. Ni diuréticos ni laxantes tendrán un efecto duradero sobre tus kilos de más. El efecto será temporal, así que habrás perdido el tiempo, algo de dinero, y lo más valioso: la salud. En esta misma revista recomendamos algunos laxantes (semillas de lino, o de zaragatona, etc.) que son un buen recurso… a condición de que ninguno de ellos se utilice por sistema.
ALGUNOS “QUEMAGRASAS”
Respecto a las sustancias naturales con efectos adelgazantes, son bastante más suaves, y muchas de ellas son realmente sanas, aunque sus efectos no sean espectaculares: se necesitaría ver si al cabo de varios… ¡años!
de usarlos han producido realmente efectos destacables. Aún así, no estaríamos seguros de si la perdida de grasa, si es que se ha producido, ha sido por tomar algún producto para adelgazar o porque hemos ido cambiando nuestros hábitos a la hora de comer. Estas son algunas de las sustancias “quemagrasas”, o que tal vez pueden ayudar a adelgazar.
Té rojo Pu-erh. Este “té de los emperadores” tradicional en china ayuda a depurar y desintoxicar, facilita la digestión, reduce el nivel de colesterol, activa el metabolismo del hígado y reduce el nivel de grasas corporales. La medicina tradicional china recomienda seguir una dieta de seis cereales diferentes y tomar tres tazas de té rojo al día para perder peso. Se trata de la dieta Qi.
Recordemos que el té verde es rico en antioxidantes y su bajo contenido en teofilina (equivalente al alcaloide cafeína del café) hace que no resulte apenas excitante para el organismo. Pero en cambio conviene descartar todos los tés negros y en especial los ahumados. El té pu-erh posee efectos más bien laxantes.
CARBOHIDRATOS SIMPLES Y COMPLEJOS: UNA GRAN DIFERENCIA
El nivel de insulina está influenciado por el azúcar, y por eso vigilar el consumo de azúcar es la clave principal para adelgazar. Pero no todos los hidratos de carbono son iguales.
■ El azúcar «malo»
Los tipos de azúcar que endulzan nuestra vida se presentan como azúcares simples o dobles. La sacarosa, el azúcar común, es un azúcar doble que se compone de una molécula de fructosa y otra de glucosa. Si comemos algo endulzado con azúcar, en el intestino ese azúcar se divide rápidamente en sus dos partes: la sangre asimila la glucosa y el organismo recibe una potente inyección de energía.
Como el cuerpo se esfuerza por mantener siempre estable el nivel de glucosa en sangre, considera que debe eliminar cuanto antes de la sangre esa elevada cantidad de azúcar y la almacena en el lugar previsto para ello. El páncreas segrega la correspondiente cantidad de insulina, que controla el almacenamiento de glucosa, y envía al cerebro una señal de saciedad. Si los depósitos de glucosa del hígado y los músculos están llenos, la glucosa se transforma en grasa y se acumula en el vientre, las caderas y todos aquellos puntos del cuerpo de los que es difícil eliminarla. Y como las grandes cantidades de insulina hacen desaparecer la glucosa rápidamente de la sangre, el nivel de glucosa también vuelve a bajar con rapidez. Y nos vuelve a dar un ataque de hambre muy pronto. En el peor de los casos, nos lanzaremos sobre unas golosinas y el drama volverá a empezar.
■ El azúcar «bueno»
Pero nuestro organismo necesita glucosa para obtener energía, puesto que el cerebro y los músculos no pueden funcionar sin ella. Tenemos que darles glucosa, ¿pero cómo hacerlo si la glucosa engorda? Muy fácil: la glucosa se debe suministrar de modo que llegue a la sangre de forma lenta y constante. De ello se encargan los carbohidratos complejos, es decir, los azúcares complejos, que se componen de muchas moléculas de azúcar y cuya absorción, por ello, es lenta y regular. Así, el nivel de insulina aumenta lentamente y con moderación para transportar la glucosa a las células poco a poco.
EL GLUCAGÓN: LA HORMONA QUEMAGRASA
Ahora entra en acción la hormona glucagón, la adversaria de la insulina. En cuanto se elimina de la sangre parte del azúcar y el nivel de glucosa desciende por debajo de un nivel determinado, el páncreas libera esta hormona. Por un lado, el glucagón frena la actividad de la insulina; por el otro, estimula la liberación de grasa en las células adiposas para que pueda ser transformada en azúcar en caso de necesidad.
LA FIBRA: EL FRENO DE LA INSULINA
Tanto los azúcares simples como los azúcares dobles engordan. Por eso cualquier edulcorante se debe utilizar como condimento y no para saciar el apetito.
Sin embargo, en la fruta el azúcar se comporta de forma diferente: gracias al efecto de la fibra, la fructosa de la fruta pasa lentamente del intestino a la sangre. De este modo, el nivel de insulina no se puede disparar. Lo mismo sucede con los productos integrales: su elevado contenido en fibra ralentiza la asimilación de las cadenas de carbohidratos complejos. Otra ventaja: hace que nos sintamos saciados durante un buen rato porque el azúcar tarda tres horas en llegar a la sangre.
LA GRASA NO SIEMPRE ENGORDA
En efecto, demasiada grasa engorda realmente, puesto que cada caloría de grasa que nuestro cuerpo no necesita se almacena en las células adiposas para épocas de necesidad. Reducir el consumo de grasas es, por tanto, una buena idea, pero no se debe prescindir de ella por completo.
Al igual que ocurre con los carbohidratos, entre las grasas hay grandes diferencias. Algunas las necesita el cuerpo con urgencia, incluso para adelgazar.
■ Las grasas «buenas»
Entre las grasas buenas están los ácidos grasos insaturados, que el organismo no puede producir por sí mismo. Se encuentran principalmente en los vegetales y son vitales. Entre otras cosas, producen hormonas que se encargan de que la digestión tenga lugar sin dificultad, así como sales biliares imprescindibles para la absorción de la grasa. Además, si las necesidades de grasas se cubren con ácidos grasos insaturados, desaparecen las ganas irrefrenables de comer los poco saludables ácidos grasos saturados, que lo único que hacen es engordar.
■ Las grasas «malas»
Es preferible privarse de ácidos grasos saturados, que se encuentran principal- mente en productos animales como la carne, los embutidos, el queso, la mantequilla o la nata, porque van a parar directamente a las reservas de grasa. Pero entre las grasas animales también hay grasas «buenas», como el ácido linoleico conjugado de la leche y el yogur. Este ácido previene el cáncer y las alergias, e incluso nos mantiene delgados. Y en ningún caso es necesario consumir siempre productos lácteos desnatados. Sin embargo, manténgase alejado de los alimentos con grasas hidrogenadas, que no son naturales y solo se encuentran en los alimentos procesados. Estos, con sus ácidos transgrasos, incluso pueden producir cáncer y aumentan el riesgo de infarto de miocardio.
UNA MALA COMBINACIÓN: GRASAS Y CARBOHIDRATOS
En general, en una comida no se suelen ingerir sólo grasas, o sólo carbohidratos, sino una combinación de ambos. Pero un buen asado con un acompañamiento a base de hidratos de carbono puede tener consecuencias fatales, porque los carbohidratos suben por las
nubes el nivel de insulina, y la insulina se precipita sobre la grasa del asado y almacena las moléculas de grasa directamente en las células adiposas.
Una comida así irá directamente a las caderas o el vientre. Pero si escoge un acompañamiento a base de carbohidratos que hagan ascender el nivel de glucosa en la sangre y, por tanto, se libere poca insulina, entonces la grasa de las células musculares se transformará en energía.
PROTEÍNAS QUE ADELGAZAN
Como se sabe, las proteínas son una de las principales sustancias orgánicas de nuestro cuerpo: los músculos, los nervios, los órganos, el sistema inmunológico y el pelo, todo está formado por veintidós aminoácidos, los componentes de las proteínas. Pero además, las proteínas son imprescindibles si queremos adelgazar, puesto que la absorción de proteínas requiere energía, que proviene de las células adiposas. «Estupendo —pensará—. Si como sólo proteínas adelgazaré automáticamente». Y es verdad, pero el efecto de adelgazamiento será ilusorio, porque cuando comemos principalmente proteínas se desarrolla cetosis, un estado metabólico alternativo del organismo. Se producen cuerpos cetónicos que el cuerpo elimina mediante una elevada excreción de agua.
En consecuencia, habremos bajado de peso, pero los michelines seguirán en el mismo sitio. Esto demuestra una vez más que las dietas extremas con una alimentación artificial ni son saludables ni conducen al éxito a largo plazo.
COMBINAR PROTEÍNAS
Entonces, ¿cómo podemos aprovechar las propiedades adelgazantes de las proteínas? De nuevo se trata de combinar diferentes nutrientes, cuyos efectos se complementan. Debemos comer alimentos con carbohidratos «buenos», que generalmente son al mismo tiempo aquellos que aportan vitaminas, minerales y oligoelementos vitales. Así, nos garantizaremos la provisión de todos los elementos que necesita nuestro organismo para la asimilación de proteínas, y las proteínas se podrán eliminar de la forma normal con ayuda de las células adiposas.
Por desgracia, las valiosas proteínas animales suelen ir combinadas con grasas poco saludables, mientras que los alimentos con proteínas vegetales aportan fibras saludables. Sólo por este motivo sería ya preferible consumir proteínas vegetales y, en el caso de que se ingieran proteínas animales, se debe vigilar que vayan acompañadas de poca grasa. El bajo grado de asimilación se puede elevar combinando diversas fuentes de proteínas cuyos patrones de aminoácidos (es decir, la composición de las proteínas) se complementen. Por ejemplo, huevo con patatas, queso con patatas, judías con maíz y leche con harina integral.
VITAMINAS, MINERALES Y OLIGOELEMENTOS
Las vitaminas, los minerales y los oligoelementos son componentes de hormonas y enzimas, del sistema inmunológico y de los glóbulos rojos, y controlan el metabolismo. Por eso son reguladores naturales de los procesos de almacenamiento y eliminación de grasas. Los principales son:
La vitamina C tiene un papel central en el metabolismo lipídico. Con su ayuda se producen las hormonas noradrenalina y carnitina, que estimulan la eliminación de grasa.
La falta de magnesio se hace notar de forma muy dolorosa con calambres musculares. Si no lo ha hecho hasta Introducción ahora, empiece a asegurarse de que ingiere suficiente magnesio, porque es un mineral esencial para quemar grasas. El magnesio regula el suministro de oxígeno a las células, oxígeno que ejerce una influencia en el proceso de eliminación de la grasa.
El calcio, además de reforzar los huesos, tiene propiedades adelgazantes: estimula las enzimas de la digestión y, al mismo tiempo, drena el cuerpo.
El cromo desempeña un papel esencial en el metabolismo de la glucosa durante la eliminación de proteínas y grasas.
El yodo es el elemento vital para la glándula tiroidea: si no recibe el yodo que necesita, no puede producir hormonas tiroideas suficientes y todo se ralentiza, también la eliminación de la grasa.
LAS HORMONAS
Además de la insulina y el glucagón, otros mensajeros químicos del metabolismo deciden si la grasa se debe depositar o no en las caderas.
La hormona del crecimiento se activa por la noche. Una buena hora después de habernos dormido, es liberada en la sangre por la hipófisis, llega a los tejidos adiposos y moviliza la grasa. La hormona está formada por los aminoácidos arginina y lisina.
La carnitina es la hormona que transporta la grasa desde la sangre hasta las células, donde se transforma en energía. Una carencia de proteínas puede provocar rápidamente carencia de carnitina.
La noradrenalina es, como la adrenalina, una hormona que, cuando detecta estrés, pone a disposición del organismo mucha energía, que obtiene de las células adiposas. Sin embargo, el estrés continuo provoca lo contrario: las hormonas «piden» algo dulce.