Abejas
A finales del pasado mes de abril llegaba una buena noticia. Los amigos de Greenpeace nos informaban que, al cabo de tantos años pidiendo la prohibición de los insecticidas peligrosos para las abejas y otros polinizadores, por fin la Unión Europea había decidido prohibir totalmente el uso al aire libre de tres insecticidas neonicotinoides, los más vendidos en el mundo.
Greenpeace fue entonces a la puerta del Ministerio de Agricultura con 20 kilos de abejas muertas para recordar a la ministra que podía salvarlas ya mismo. Y parece que les escuchó. Dieciséis países, entre ellos España, han votado a favor de las abejas, del planeta y de las generaciones futuras.
Estos tres neonicotinoides son solo la punta del iceberg: hay muchos más plaguicidas igual de peligrosos para las abejas, la producción de alimentos y los ecosistemas. Los gobiernos tienen que prohibirlos todos, y cuanto antes. Es urgente terminar con la dependencia de los plaguicidas químicos en la agricultura y fomentar la agricultura ecológica.
Volviendo a las abejas, hay que insistir en su papel clave en la agricultura, y recordar otras dos plagas que las amenazan: una, quitarles toda la miel (un crimen de malos apicultores que las enferma); y dos, las antenas de la telefonía móvil, que las desorientan e impiden que puedan volver al panal tras su labor. La primera plaga es bastante fácil de resolver, pero la segunda no.
Puesto que desintoxicar a la población de la actual telefonitis es complicado, será urgente estudiar el mejor modo de usar antenas y ondas de propagación lo más inofensivas posible. Se trata de la salud de todos, y, además de las abejas, muchas personas con migrañas “de origen desconocido” lo agradecerán.
Esperamos que las propuestas de la revista de este mes os sean útiles. ¡Salud!