Algunos consejos
Combinar cultivos que tengan diferente velocidad de crecimiento. Si plantamos un cultivo rápido (lechuga por ejemplo) en el espacio libre que hay hasta que crece el cultivo más lento (col) aprovechamos el espacio y apenas hay competencia entre ellos.
Las plantas de la misma familia suelen ser incompatibles en una asociación de cultivos, y evitaremos cultivarlas juntas. Algunos ejemplos: cucurbitáceas (sandía, melón, calabaza, calabacín, pepino…), leguminosas (habas, judías, guisantes, lentejas…) o solanáceas (berenjena, tomate, pimiento, patata…).
Plantar leguminosas para incorporar nitrógeno y otros nutrientes al suelo después de alguna planta más voraz y exigente, que agota el terreno, como la zanahoria, el apio, el maíz, las cucurbitáceas o las crucíferas (col, repollo, nabo…).
Asociar el cultivo de frutas y hortalizas con plantas florales y aromáticas, que alejan las plagas o atraen a insectos beneficiosos que favorecen el control biológico. La caléndula, por ejemplo, atrae a enemigos naturales del pulgón y otras como la salvia, el romero o el tomillo alejan las moscas de la zanahoria y de la col, las hormigas y los pulgones.