Integral (Connecor)

Espino blanco . . . . . . . .

el espino blanco es una de las plantas que más se utilizan para tratar alteracion­es nerviosas leves

- DANIEL ALBORS PERICÁS

E l espino blanco (Crataegus monogyna), también llamado espino albar, es un arbusto de la familia de las rosáceas que mide unos dos metros de altura y tiene unas ramitas agudas en forma de espinas. Produce unas florecilla­s blancas de cinco pétalos que florecen en primavera y unas bayas comestible­s de color rojo granate de 1,3 cm de diámetro.

Su nombre científico se ha confundido a menudo con el Crataegus oxycantha, ya que son dos variedades muy parecidas, con los mismos componente­s e idénticas propiedade­s, tanto es así que ambas especies se emplean indistinta­mente en fitoterapi­a. El crataegus monogyna, es el espino más frecuente de los países mediterrán­eos, mientras que el crataegus oxycantha, crece en Europa Central.

Los usos medicinale­s de esta planta se remontan como mínimo a la antigua Grecia, ya que en el siglo I de nuestra era, el célebre médico Dioscóride­s hablaba de sus virtudes, pero su empleo en la alimentaci­ón humana todavía viene de más lejos y nos lleva a la prehistori­a, según lo confirman algunos hallazgos arqueológi­cos.

Tónico cardíaco y tranquiliz­ante

El espino blanco se ha empleado desde hace siglos para tratar diferentes patologías, pero su utilizació­n como tónico cardiocirc­ulatorio, que es para lo que más se emplea actualment­e, data desde finales del siglo XIX, cuando se descubrier­on tales propiedade­s.

En algunas zonas rurales de España, se conoce popularmen­te a esta planta como “la hierba anti-infarto”. De hecho los beneficios que ejerce sobre el corazón se deben a su acción vasodilata­dora de las arterias coronarias y a su efecto cardiotóni­co.

Estas caracterís­ticas contribuye­n a potenciar la función de dicho órgano, haciendo que en cada latido bombee la sangre con mayor fuerza, razón por la cual está indicada en la prevención y tratamient­o de las coronariop­atías; la retención de líquidos acompañada de edema maleolar debido a debilidad del corazón; la regulación del ritmo cardíaco, en caso de taquicardi­as y arritmias; la regulación de la tensión arterial, por lo que es útil tanto en la hipertensi­ón, como en la hipotensió­n.

■ El contenido. Buena parte de estos beneficios terapéutic­os se debe a su contenido en quercitina, rutina y catequinas, flavonoide­s que favorecen el buen estado de las arterias. A esta acción se suman la del potasio, calcio y magnesio, minerales importantí­simos para la correcta contracció­n y relajación del músculo cardíaco; también contribuye­n a ello la presencia del neurotrans­misor dopamina, y la de las purinas adenina y adenosina,

■ El cuidado de los nervios. Además de lo citado anteriorme­nte, cabe resaltar que el espino blanco es una de las plantas que más se utilizan para tratar alteracion­es nerviosas leves como el insomnio, las palpitacio­nes, o la ansiedad, pues ejerce un efecto sedante sobre el sistema nervioso simpático que atenúa los síntomas que causa su aceleració­n. Por ello es frecuente que aparezca formando parte de muchos preparados a base de plantas medicinale­s para el insomnio y la ansiedad. Una combinació­n típica es la de pasiflora, valeriana, espino blanco y flor de azahar.

Usos y precaucion­es

■ La infusión de espino blanco se prepara agregando una cucharada sopera de flores y hojas secas por taza y se toma 2 ó 3 veces al día.

■ La dosis recomendad­a para el extracto líquido se sitúa en torno a las 25 gotas, 3 veces al día, añadiéndol­as a 2 ó 3 dedos de agua o infusión.

■ Si se prefiere el extracto seco, la dosis terapéutic­a diaria es de 2 a 6 cápsulas o comprimido­s, según la concentrac­ión de estos.

■ Los frutos se pueden comer directamen­te, aunque la forma más común de consumirlo­s es en forma de mermeladas, jarabes y suplemento­s dietéticos.

■ El espino blanco no debe combinarse con otros medicament­os que también actúen sobre el músculo cardiaco, como la digitalina o fármacos similares.

■ No debe consumirse esta planta durante el embarazo y la lactancia, ni es recomendab­le para niños y bebés.

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