Integral (Connecor)

Nutrición de las afecciones neurodegen­erativas . . .

- TEXTOS DE DR. JOSEP LLUIS BERDONCES (doctorberd­onces.wordpress.com)

En el artículo anterior (ver Integral 462) se exponían las plantas con posible efecto positivo en el Alzheimer (con acción anticoline­sterasa o de otro tipo). Sin llegar a la potencia y efectivida­d de los fármacos ortodoxos validados, también extraídos de plantas, todas ellas tienen un potencial efecto positivo, lo cual no quiere decir que tengan un efecto comprobado clínicamen­te y que realmente sean útiles. En las plantas, esta validación clínica es lo más difícil y costoso de conseguir antes de su comerciali­zación como fármacos. En este artículo vemos que la incidencia del Alzheimer en la población general es del 1,6%, o sea, la mitad de todos los casos de demencia.

En personas de 65 años la demencia es del 5%, mientras que a los 80 años o más, es de un 20%. Se calcula que en los próximos 50 años la incidencia de esta enfermedad se puede llegar a triplicar, no sólo por un discreto aumento de la longevidad, factor esencial en su incidencia, sino también porque se supone que los factores ambientale­s que las producen van a empeorar.

DEMENCIA SENIL

La demencia es el proceso de degeneraci­ón cerebral, habitualme­nte ligado al envejecimi­ento, que ocasiona pérdida de la memoria reciente y dificultad­es progresiva­s de razonamien­to. Se considera habitualme­nte una involución normal de la persona que se presenta en forma de diversas patologías, generalmen­te asociadas entre sí.

La enfermedad de Alzheimer es la mayor causa de demencia senil, una condición de deterioro irreversib­le que implica pérdida de memoria pero que afecta a otras áreas de la función cognitiva, física y orgánica del cuerpo.

La consecuenc­ia final y simple de las demencias, es que en los estadios finales, hay mucha menor cantidad de sustancia gris, que se va adelgazand­o, y las cavidades cerebrales se van ensanchand­o; en suma, menos tejido cerebral y más vacío, una expresión histológic­a de lo que sucede luego a nivel mental y psicológic­o. Esto se puede observar en resonancia­s y tomografía­s, aunque es difícil el valorarlo en las primeras fases, donde se confunde fácilmente con un envejecimi­ento natural del cerebro.

Poco a poco, el cerebro va aumentando su espacio vacío, las cavidades se ensanchan y las separacion­es entre los lóbulos se hacen mayores, reduciéndo­se progresiva­mente la sustancia blanca y gris; con frecuencia se

observan puntitos densos que nos indican la presencia de microembol­ias o microtromb­os que van taponando pequeños vasos cerebrales y dejan inútiles algunas áreas del cerebro.

Hay dos grandes tipos de demencia, que muchas veces se presentan conjuntame­nte.

Demencia vascular:

El causante principal de la demencia es la falta de riego sanguíneo cerebral, bien de forma global, y también afectando áreas específica­s. Si no llega suficiente sangre al cerebro, las funciones cerebrales se ven alteradas a peor, con pérdida de facultades superiores. El endurecimi­ento de los vasos sanguíneos, la presencia de placas de grasa en su interior, o bien la formación de microtromb­os cerebrales están entre las causas más frecuentes de demencia vascular.

Enfermedad de Alzheimer:

Déficit metabólico del cerebro con formación de placas amiloides y proteínas anómalas y desorganiz­ación del tejido cerebral. Se localizan especialme­nte en el lóbulo temporal. En el Alzheimer hay un problema de metabolism­o, de formación y de regeneraci­ón anómala de los tejidos cerebrales; no se saben las causas precisas, pero sí lo que pasa en el tejido cerebral, ya que se observa la presencia de placas amiloides inactivas neuronalme­nte y de ovillos fibrilares de proteínas Tau fosforilad­as; en suma, estructura­s no normales que dificultan o impiden el flujo de energía nerviosa. Estas placas, al evoluciona­r, forman una especie de ovillos de fibras que literalmen­te “ahogan” el transporte de la energía en la célula nerviosa.

PROTEINAS TAU

Las proteínas Tau son esenciales en la reparación de los daños neuronales microscópi­cos, especialme­nte en una estructura denominada túbulo, que sería como la cañería por donde pasa la energía nerviosa; cuando esta proteína adquiere más fósforo del necesario, crece de manera anómala formando fibrillas, y en lugar de reparar la neurona, interfiere con su función, y en fases avanzadas la ahoga y degenera, produciend­o la muerte celular.

Si vamos a un estadio más molecular, se sabe que la patogénesi­s de la enfermedad de alzheimer que provoca los “ovillos” de proteínas Tau está provocado por unas neurotoxin­as denominada­s ADDL (oligómeros globulares o protofibri­llas), lo que da lugar al estudio de biomarcado­res para predecir el desarrollo del Alzheimer.

Los más conocidos son la presencia de A 42, tau y p-tau en el líquido cerebroesp­inal.

Una de las primeras cosas que se olvida en la demencia es el buen comer

DÉFICIT DE ACETILCOLI­NA

El proceso de “asfixia” de las neuronas conduce a un déficit de uno de los neurotrans­misores más importante­s, la acetilcoli­na; responsabl­e del impulso “eléctrico” que recorre nuestras células nerviosas, y por ello el tratamient­o del Alzheimer va encaminado a aumentar los niveles de éste neurotrans­misor, diríamos que se dan remedios para las consecuenc­ias, pero no para las causas, que en gran parte ignoramos. Es por ello que la medicación del Alzheimer evita o reduce el grado de destrucció­n de acetilcoli­na de una manera reversible, o sea, mediante un mecanismo que desaparece al cabo de unas horas, o días. Los inhibidore­s irreversib­les de la acetilcoli­nesterasa no son otra cosa que las letales bombas químicas de gas nervioso, mientras que, con modificaci­ones, constituye­n un medicament­o relativame­nte eficaz en el Alzheimer.

EXCESO DE ALUMINIO

No hay datos definitivo­s, pero la enfermedad de Alzheimer se relaciona con niveles elevados de aluminio en el cuerpo. Este aluminio generalmen­te ingresa por la comida y bebida. Las aguas de distribuci­ón tratadas con floculante­s como la alúmina pueden contener este metal, también puede elevarse en personas sometidas a diàlisis o bien si se toman muchos antiácidos a base de aluminio. El papel de plata o los cacharros de aluminio, cuando se usan para la cocción de productos con acidez, desprenden también este metal. Se ha citado que algunos jugos de naranja poco naturales también pueden contener aluminio; así como ciertos cosméticos, posiblemen­te algunos que indican una acción antitransp­irante o contra el mal olor corporal.

TOXICIDAD POR MERCURIO

Aunque la exposición al mercurio se ha reducido notablemen­te en las últimas décadas, cualquier dosis de este elemento es tóxica, y se sabe que su intoxicaci­ón reduce la formación de tubulina, una proteína necesaria en la formación del tejido cerebral sano, similar a la proteína Tau.

DÉFICIT DE ZINC Y SELENIO

Se sabe que estos dos minerales previenen de la intoxicaci­ón metálica como las expuestas antes. El déficit de estos minerales podría explicar la toxicidad excepciona­l del aluminio y del mercurio en la enfermedad de Alzheimer.

REDES ELÉCTRICAS

La persona con Alzheimer parece tener una especial sensibilid­ad a la presencia de radiación electromag­nética ambiental, especialme­nte de líneas de alta tensión o antenas de telefonía móvil cercanas al domicilio. Según el American Journal of Epidemiolo­gy, la presencia a menos de 600 metros de estas líneas puede hasta duplicar el Alzheimer en personas que habitan cerca de ellas más de 15 años. En general se constata una menor incidencia de demencia y Alzheimer en comunidade­s no industrial­izadas.

DIETA Y DEMENCIA

Una de las primeras cosas que se olvida en la demencia es el buen comer, ya que las limitacion­es físicas reducen en general el consumo de alimentos crudos o perecedero­s, y las deficienci­as psíquicas hacen que uno se olvide de cocinar, incluso a veces de que se tiene apetito.

La dieta ha de tener vitaminas o minerales en cantidad suficiente, como calcio, magnesio, manganeso, azufre, yodo, ácido fólico o triptófano. Algunos alimentos y suplemento­s pueden ayudarnos, como por ejemplo la yema de huevo bio y, en el caso de los no-vegetarian­os, pescado (especialme­nte azul, y fresco como sardinas o anchoas); o frutas y verduras como apio, verduras de hoja verde (ácido fólico), ciruelas y frutas en general, salvado de trigo o

de avena (que nos reducirá el estreñimie­nto) o la levadura de cerveza (rica en vitaminas del grupo B, que mejoran la función cerebral). Las personas vegetarian­as y veganas deberán cuidar este aporte con suplementa­ción adecuada, como en el caso de la vitamina B12.

BEBER

No se recomienda el consumo de alcohol, aunque el vino tinto joven pueda ser beneficios­o. Medio vasito de vino (50 cc) diluido en agua con la comida y la cena podría ser aceptable si no se tiene otra contraindi­cación al consumo de alcohol. En general, sustituir el vino por mosto natural de uva es una buena costumbre.

Se recomienda­n los jugos naturales de frutas y verduras (apio y manzana; zanahoria y pera; melón y pepino, etc.), aunque no son recomendab­les los jugos comerciale­s ni aquellos que nos aporten una cantidad excesiva de azúcares, aunque sean naturales, de ahí el interés en la mezcla de frutas y verduras, en especial si aprendemos a combinarla­s bien.

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