Nutrición de las afecciones neurodegenerativas . . .
En el artículo anterior (ver Integral 462) se exponían las plantas con posible efecto positivo en el Alzheimer (con acción anticolinesterasa o de otro tipo). Sin llegar a la potencia y efectividad de los fármacos ortodoxos validados, también extraídos de plantas, todas ellas tienen un potencial efecto positivo, lo cual no quiere decir que tengan un efecto comprobado clínicamente y que realmente sean útiles. En las plantas, esta validación clínica es lo más difícil y costoso de conseguir antes de su comercialización como fármacos. En este artículo vemos que la incidencia del Alzheimer en la población general es del 1,6%, o sea, la mitad de todos los casos de demencia.
En personas de 65 años la demencia es del 5%, mientras que a los 80 años o más, es de un 20%. Se calcula que en los próximos 50 años la incidencia de esta enfermedad se puede llegar a triplicar, no sólo por un discreto aumento de la longevidad, factor esencial en su incidencia, sino también porque se supone que los factores ambientales que las producen van a empeorar.
DEMENCIA SENIL
La demencia es el proceso de degeneración cerebral, habitualmente ligado al envejecimiento, que ocasiona pérdida de la memoria reciente y dificultades progresivas de razonamiento. Se considera habitualmente una involución normal de la persona que se presenta en forma de diversas patologías, generalmente asociadas entre sí.
La enfermedad de Alzheimer es la mayor causa de demencia senil, una condición de deterioro irreversible que implica pérdida de memoria pero que afecta a otras áreas de la función cognitiva, física y orgánica del cuerpo.
La consecuencia final y simple de las demencias, es que en los estadios finales, hay mucha menor cantidad de sustancia gris, que se va adelgazando, y las cavidades cerebrales se van ensanchando; en suma, menos tejido cerebral y más vacío, una expresión histológica de lo que sucede luego a nivel mental y psicológico. Esto se puede observar en resonancias y tomografías, aunque es difícil el valorarlo en las primeras fases, donde se confunde fácilmente con un envejecimiento natural del cerebro.
Poco a poco, el cerebro va aumentando su espacio vacío, las cavidades se ensanchan y las separaciones entre los lóbulos se hacen mayores, reduciéndose progresivamente la sustancia blanca y gris; con frecuencia se
observan puntitos densos que nos indican la presencia de microembolias o microtrombos que van taponando pequeños vasos cerebrales y dejan inútiles algunas áreas del cerebro.
Hay dos grandes tipos de demencia, que muchas veces se presentan conjuntamente.
Demencia vascular:
El causante principal de la demencia es la falta de riego sanguíneo cerebral, bien de forma global, y también afectando áreas específicas. Si no llega suficiente sangre al cerebro, las funciones cerebrales se ven alteradas a peor, con pérdida de facultades superiores. El endurecimiento de los vasos sanguíneos, la presencia de placas de grasa en su interior, o bien la formación de microtrombos cerebrales están entre las causas más frecuentes de demencia vascular.
Enfermedad de Alzheimer:
Déficit metabólico del cerebro con formación de placas amiloides y proteínas anómalas y desorganización del tejido cerebral. Se localizan especialmente en el lóbulo temporal. En el Alzheimer hay un problema de metabolismo, de formación y de regeneración anómala de los tejidos cerebrales; no se saben las causas precisas, pero sí lo que pasa en el tejido cerebral, ya que se observa la presencia de placas amiloides inactivas neuronalmente y de ovillos fibrilares de proteínas Tau fosforiladas; en suma, estructuras no normales que dificultan o impiden el flujo de energía nerviosa. Estas placas, al evolucionar, forman una especie de ovillos de fibras que literalmente “ahogan” el transporte de la energía en la célula nerviosa.
PROTEINAS TAU
Las proteínas Tau son esenciales en la reparación de los daños neuronales microscópicos, especialmente en una estructura denominada túbulo, que sería como la cañería por donde pasa la energía nerviosa; cuando esta proteína adquiere más fósforo del necesario, crece de manera anómala formando fibrillas, y en lugar de reparar la neurona, interfiere con su función, y en fases avanzadas la ahoga y degenera, produciendo la muerte celular.
Si vamos a un estadio más molecular, se sabe que la patogénesis de la enfermedad de alzheimer que provoca los “ovillos” de proteínas Tau está provocado por unas neurotoxinas denominadas ADDL (oligómeros globulares o protofibrillas), lo que da lugar al estudio de biomarcadores para predecir el desarrollo del Alzheimer.
Los más conocidos son la presencia de A 42, tau y p-tau en el líquido cerebroespinal.
Una de las primeras cosas que se olvida en la demencia es el buen comer
DÉFICIT DE ACETILCOLINA
El proceso de “asfixia” de las neuronas conduce a un déficit de uno de los neurotransmisores más importantes, la acetilcolina; responsable del impulso “eléctrico” que recorre nuestras células nerviosas, y por ello el tratamiento del Alzheimer va encaminado a aumentar los niveles de éste neurotransmisor, diríamos que se dan remedios para las consecuencias, pero no para las causas, que en gran parte ignoramos. Es por ello que la medicación del Alzheimer evita o reduce el grado de destrucción de acetilcolina de una manera reversible, o sea, mediante un mecanismo que desaparece al cabo de unas horas, o días. Los inhibidores irreversibles de la acetilcolinesterasa no son otra cosa que las letales bombas químicas de gas nervioso, mientras que, con modificaciones, constituyen un medicamento relativamente eficaz en el Alzheimer.
EXCESO DE ALUMINIO
No hay datos definitivos, pero la enfermedad de Alzheimer se relaciona con niveles elevados de aluminio en el cuerpo. Este aluminio generalmente ingresa por la comida y bebida. Las aguas de distribución tratadas con floculantes como la alúmina pueden contener este metal, también puede elevarse en personas sometidas a diàlisis o bien si se toman muchos antiácidos a base de aluminio. El papel de plata o los cacharros de aluminio, cuando se usan para la cocción de productos con acidez, desprenden también este metal. Se ha citado que algunos jugos de naranja poco naturales también pueden contener aluminio; así como ciertos cosméticos, posiblemente algunos que indican una acción antitranspirante o contra el mal olor corporal.
TOXICIDAD POR MERCURIO
Aunque la exposición al mercurio se ha reducido notablemente en las últimas décadas, cualquier dosis de este elemento es tóxica, y se sabe que su intoxicación reduce la formación de tubulina, una proteína necesaria en la formación del tejido cerebral sano, similar a la proteína Tau.
DÉFICIT DE ZINC Y SELENIO
Se sabe que estos dos minerales previenen de la intoxicación metálica como las expuestas antes. El déficit de estos minerales podría explicar la toxicidad excepcional del aluminio y del mercurio en la enfermedad de Alzheimer.
REDES ELÉCTRICAS
La persona con Alzheimer parece tener una especial sensibilidad a la presencia de radiación electromagnética ambiental, especialmente de líneas de alta tensión o antenas de telefonía móvil cercanas al domicilio. Según el American Journal of Epidemiology, la presencia a menos de 600 metros de estas líneas puede hasta duplicar el Alzheimer en personas que habitan cerca de ellas más de 15 años. En general se constata una menor incidencia de demencia y Alzheimer en comunidades no industrializadas.
DIETA Y DEMENCIA
Una de las primeras cosas que se olvida en la demencia es el buen comer, ya que las limitaciones físicas reducen en general el consumo de alimentos crudos o perecederos, y las deficiencias psíquicas hacen que uno se olvide de cocinar, incluso a veces de que se tiene apetito.
La dieta ha de tener vitaminas o minerales en cantidad suficiente, como calcio, magnesio, manganeso, azufre, yodo, ácido fólico o triptófano. Algunos alimentos y suplementos pueden ayudarnos, como por ejemplo la yema de huevo bio y, en el caso de los no-vegetarianos, pescado (especialmente azul, y fresco como sardinas o anchoas); o frutas y verduras como apio, verduras de hoja verde (ácido fólico), ciruelas y frutas en general, salvado de trigo o
de avena (que nos reducirá el estreñimiento) o la levadura de cerveza (rica en vitaminas del grupo B, que mejoran la función cerebral). Las personas vegetarianas y veganas deberán cuidar este aporte con suplementación adecuada, como en el caso de la vitamina B12.
BEBER
No se recomienda el consumo de alcohol, aunque el vino tinto joven pueda ser beneficioso. Medio vasito de vino (50 cc) diluido en agua con la comida y la cena podría ser aceptable si no se tiene otra contraindicación al consumo de alcohol. En general, sustituir el vino por mosto natural de uva es una buena costumbre.
Se recomiendan los jugos naturales de frutas y verduras (apio y manzana; zanahoria y pera; melón y pepino, etc.), aunque no son recomendables los jugos comerciales ni aquellos que nos aporten una cantidad excesiva de azúcares, aunque sean naturales, de ahí el interés en la mezcla de frutas y verduras, en especial si aprendemos a combinarlas bien.