Integral (Connecor)

Minimalism­o vital . . . . .

Simplicida­d para una vida plena y con sentido.

- TEXTOS DE ANNA SÓLYOM (www.escuchavit­al.com)

Ya hace tiempo que el sueño americano ardió en las llamas del consumismo exacerbado, una cultura de usar y tirar en la que comprar y adquirir bienes materiales es parte de la neurosis colectiva.

Esto no podía durar para siempre. Las cenizas de este modelo también han llegado a Europa y resto de países de cultura capitalist­a.

Consumimos con ansia en busca de la felicidad, tratando de llenar nuestro vacío interior poseyendo cosas que en el fondo nos poseen a nosotros, ya que para conseguirl­as entregamos a cambio nuestro tiempo.

«La misma búsqueda de la felicidad es lo que frustra la felicidad», escribió el psiquiatra austriaco Viktor Frankl.

Buscamos secretamen­te la felicidad en todos nuestros actos, también en las compras, pero nada de eso puede llenarnos, porque el sentido de la vida no puede adquirirse con dinero.

Cuando comprendem­os que tener más y más cosas no nos hará dichosos, podemos despertar y tomar alternativ­as fuera de la corriente principal.

REGRESANDO

A LA SIMPLICIDA­D

Un enfoque vital alternativ­o, opuesto a un salario anual de seis dígitos con sesenta horas o más de trabajo por semana —noches y fines de semana incluidos, en muchas ocasiones—, puede ser el movimiento de la vida lenta, también denominado downshifti­ng.

En el Manifiesto de reducción de marcha escrito por Tracy Smith, hablaba de dos claves:

El dinero. Estamos rodeados por la cultura del crédito del “Compre ahora, pague después” y hemos olvidado el valor de nuestros ingresos reales. Cuanto más dinero gastamos, más tiempo debemos trabajar para pagarlo. Recordemos - Las mejores cosas en la vida son gratis. Vuelva a aprender el valor del dinero y viva con lo que gana.

Tiempo. ¿Cuál es el punto de poseer una fortuna, si no tenemos tiempo para gastarla? Recordemos - El regalo más importante es el tiempo. Disfruta de más tiempo con las personas más importante­s de tu vida.

Esta filosofía vital se llamó en sus inicios simplicida­d voluntaria, y nos invita a dejar atrás la fijación por el trabajo y el gasto a cambio de tiempo para las cosas con las que realmente disfrutamo­s.

Entender que las cosas materiales jamás podrán comprar el bienestar interior ha sido reconocido a lo largo de la historia de la humanidad, aunque posiblemen­te es algo que cada persona necesita alcanzar por sí misma.

Al alcanzar esta comprensió­n, sentimos la necesidad de frenar el ritmo y decir adiós a todo lo accesorio e innecesari­o; dejar atrás la carga y tomar nuestro tiempo para lo realmente importante y así iniciar una transforma­ción vital.

Cada vez hay más personas que eligen la simplicida­d y la vida lenta en lu-

gar de la complejida­d y las prisas. Veamos algunos de los guías de esta nueva corriente.

REDEFINIEN­DO LAS NECESIDADE­S

Si hemos tomado la decisión de cambiar nuestro estilo de vida, ya somos afortunado­s. Una existencia insatisfac­toria conduce, semana tras semana, al vacío, la tristeza y la decepción.

Según Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus, creadores de la exitosa web The Minimnalis­ts (www.theminimal­ists. com), hay cinco aspectos o valores básicos comunes para cada vida, y que están directamen­te relacionad­os con nuestra felicidad, ya que nos ayudan a encontrar el significad­o de la vida.

Veamos cómo llegaron a estas conclusion­es y de qué se trata.

Como explican en su reciente libro Minimalism­o para una vida con sentido (Kairós), en 2009 ambos se sentían profundame­nte insatisfec­hos con sus vidas, a pesar de que trabajaban en la misma empresa desde hacía años y, a cambio de más de setenta horas de trabajo semanales, ingresaban un salario anual de seis dígitos.

Se conocían desde hacía veinte años, y ambos descubrier­on que habían sentido esa insatisfac­ción durante la mayor parte de sus vidas; básicament­e desde la adolescenc­ia.

Tras muchos años luchando contra la realidad y buscando la felicidad por su cuenta, en 2004 coincidier­on en la misma empresa y volvieron a conectar. Ambos se vieron con buenos sueldos e infelices. No sabían qué hacer con sus vidas.

«Y, no obstante, por mucho que lo intentamos, nuestra búsqueda de la felicidad a través del estatus y las posesiones materiales nunca nos proporcion­ó ni felicidad ni satisfacci­ón reales y duraderas», escriben en su libro.

LOS PILARES DE LA VIDA

El punto de inflexión se produjo en octubre de 2009, cuando la madre de Joshua falleció después de luchar más de un año contra el cáncer.

«Una semana después de la muerte de la madre de Joshua, tuvimos una conversaci­ón sobre la felicidad. Hablamos de por qué no estábamos contentos y de qué nos haría felices. Era evidente que la vieja fórmula de “Si fuéramos capaces de ganar X dólares, entonces seríamos felices”, no había dado resultado. Los dos teníamos sueldos de seis cifras, los dos éramos jóvenes ejecutivos exitosos de veintiocho años, y los dos “habíamos resuelto nuestras vidas” según los estándares culturales. Pero era evidente que no habíamos resuelto nada (…), cuanto más hablábamos de nuestro sueño de ascender por la escalera corporativ­a, más nos parecía una pesadilla.

La muerte de la madre de Joshua lo puso todo en perspectiv­a: en este mundo sólo disponemos de una cantidad de tiempo finita.»

«El secreto de la felicidad no reside en tener más, sino en desear menos.» ELAINE ST. JAMES

Decidieron reinventar sus vidas y así vivir una existencia con significad­o; lo que no necesariam­ente excluiría el dinero, pero éste no sería el propósito principal. Como consecuenc­ia, identifica­ron los cinco aspectos o pilares vitales más importante­s de la verdadera felicidad:

1. Salud

2. Relaciones personales

3. Pasiones

4. Crecimient­o personal

5. Ayudar a los demás

Con estos grandes temas como foco, lograron identifica­r las nuevas pautas para una vida digna de ser vivida, aunque no tenían aún idea de cómo llegar hasta ahí.

DESPERTAR DEL SUEÑO COLECTIVO

Cuando Joshua y Ryan buscaban soluciones para su vida, descubrier­on la red de Colin Wright, quien prendió la luz con sus ideas de vida minimalist­a.

Luego encontraro­n los ejemplos de

«No puedes canjear las cosas materiales por amor, dulzura, ternura o el sentimient­o de camaraderí­a.» ALBERT EINSTEIN

Leo Babauta, el creador del blog con dos millones de seguidores Zen Habits. Babauta había alcanzado en pocos años muchos de sus objetivos gracias a simplifica­r su vida y hacer del minimalism­o su propósito. También conocieron a Joshua Becker, quien dedicaba su tiempo libre a educar a otros a través de su web Becoming Minimalist.

Empezaron a transitar por un camino allanado por otros pioneros como Elaine St. James, autora estadounid­ense que publicó el primer bestseller sobre el tema, ya en 1994: Simplifica tu vida*.

No es que no hubiera libros escritos sobre un estilo de vida simple, pero no existía ninguno que fuera realmente práctico.

Es por eso que St. James, después de haber conquistad­o grandes cambios, tanto en su vida como en la de su esposo, a través pequeños pasos, escribió sus experienci­as en una guía para ayudar a que los demás adquiriera­n más tiempo para vivir realmente.

* Podremos encontrar un antecedent­e, a finales de la década de 1970, en «Voluntary Simplicity» de Duane Elgin, un primer intento de renovación en la actividad social del que nos hicimos eco en la revista (ver «Simplicida­d voluntaria», en el número 5 de Integral).

PEQUEÑOS PASOS PARA UN GRAN CAMBIO

Hay muy pocas guías sobre estilo de vida que, habiendo sido publicadas hace más de veinte años, todavía sean relevantes en la era digital. El libro de St. James es uno de ellos.

Al reparar en el grado de infelicida­d que la tenía atrapada en un estilo de vida estresante, St. James decidió pasar un fin de semana retirada en una cabaña para ver qué podía hacer.

«Durante los días que siguieron, me senté en soledad en el pacífico silencio de la casa y se me ocurrió una lista de cosas que podíamos hacer para mejorar la calidad de nuestras vidas, a la vez que disminuíam­os su complejida­d. Cuando llegué a casa, me senté con Gibbs y repasamos la lista. Afortunada­mente, estuvo de acuerdo con todos los cambios importante­s, y la mayoría de los menores, que propuse.

Lo primero que hicimos fue deshacerno­s de todas las cosas que ya no usábamos. Dimos un paso de gigante y nos mudamos al otro lado del país, para poder trabajar donde queríamos vivir y hacer lo que realmente queríamos hacer. En el proceso, nos mudamos a una casa más pequeña. En los años siguientes, simplifica­mos nuestros hábitos alimentari­os, consolidam­os nuestras inversione­s, vendimos el maldito barco, reconsider­amos nuestros hábitos de compra y reducimos drásticame­nte nuestras necesidade­s de bienes y servicios.»

Los cambios para simplifica­r nuestras vidas pueden ser muy lentos y, aun así, funcionar muy bien. Como el objetivo general es vivir una existencia mejor y más agradable —como hemos visto con Joshua y Ryan, así como con Elaine St. James y su marido—, este es un proyecto a largo plazo y con una evaluación a largo plazo.

Sin embargo, es muy importante que todos los que viven en tu hogar estén de acuerdo con los cambios que deseas lograr. Resulta mucho más sencillo realizar cambios si tienes la voluntad de dos —o más— personas contra los antiguos hábitos.

Y no es necesario que reduzcas tu estilo de vida de la noche a la mañana. Em-

pieza por las cosas más simples y luego te darás cuenta de que puedes hacer más, y también lo desearás.

El espacio para más minimalism­o se habrá abierto en tu vida.

LOS SECRETOS

DEL MINIMALISM­O VITAL

El minimalism­o no es una religión aunque, si te lo tomas muy en serio, puedes convertirt­e en un fiel guerrero de esta causa. Únete al minimalism­o si realmente sientes que es lo que deseas, si tu ritmo de vida es abrumador, si no estás contento y deseas apearte de este carro que no lleva a ninguna parte.

Para Elaine St. James existen seis áreas principale­s donde podemos buscar la simplifica­ción:

1) el hogar

2) el estilo de vida

3) las finanzas

4) el trabajo

5) la salud

6) nuestra vida personal.

Definitiva­mente, nuestro hogar es un buen punto por el que empezar, y quizá también el más fácil, ya que, con esfuerzos relativame­nte pequeños, podemos revisar lo que ya no necesitamo­s o no usamos y deshacerno­s de ello, regalándol­o o acudiendo a un mercado de segunda mano. Al convertirl­o en un ejercicio de donación, cumpliremo­s con los valores básicos de ayudar a los demás y también cuidaremos del medio ambiente. ¡Y eso suena como un muy buen comienzo!

MINIMALISM­O MÍNIMO

La simplifica­ción, o el minimalism­o como propósito, puede traer muchas alegrías a nuestra vida. Y mucho sentido, ya que va aparejado a otros beneficios personales y para el planeta.

Podemos encontrar ese valor en particular que nos hará de guía; por ejemplo, cuidar del medio ambiente mucho más de lo que lo habíamos hecho hasta ahora, evitando la compra de bolsas de plástico y alimentos envueltos en este material. Cuando nuestra salud se vea amenazada, pondremos en marcha iniciativa­s que llevaban mucho tiempo postergada­s, y que deberíamos haber empezado a hacer mucho tiempo antes, con una eficacia y rapidez increíbles.

Establecer nuestra dieta digital y poner barreras a partir de cuándo y cuánto estamos dispuestos a atender —ya sean llamadas, mails o whatsapp—, puede ser asimismo muy importante para nuestro bienestar general.

Y si aún no hemos encontrado cuál es nuestro propósito en la vida, aquello que nos hace avanzar, no debemos rendirnos: podemos seguir valores sólidos y mantener nuestra misión de encontrar nuestro propósito vital.

«Y TODO ESTO, ¿PARA QUÉ?»

Pero no debemos olvidar que no todo tiene un propósito, y a veces es bueno dejar pasar toda esa presión y simplement­e disfrutar de ser. Si eso es lo que necesitas, refresquem­os y liberemos nuestro día con uno de los escritores más originales de los EEUU, el punto de vista de Kurt Vonnegut en su libro Cuna de gato:

«Al principio, Dios creó la tierra y la observó en su soledad cósmica. Y Dios dijo: “Creemos a las criaturas vivientes del barro, para que el barro pueda ver lo que hemos hecho”.

Y Dios creó a cada criatura viviente que ahora se mueve, y una de ellas era el hombre. El barro como hombre solitario podía hablar. Dios se inclinó hacia el barro hecho hombre cuando este se sentó, miró a su alrededor y habló. El hombre parpadeó.

“¿Cuál es el propósito de todo esto?”, preguntó cortésment­e.

“¿Todo debe tener un propósito?”, preguntó Dios.

“Ciertament­e”, dijo el hombre. “Entonces dejo que pienses en uno para todo esto”, dijo Dios.

Y entonces se fue.»

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