¿Psicología o astrología? . . . . . . . . .
Los próximos meses vamos a publicar en la revista una pequeña sección sobre astrología. Más allá de las predicciones, podemos considerar que un principio único, una energía fundamental única anima los electrones, los planetas de nuestro sistema solar, y rige los movimientos de tantos sistemas solares en las más alejadas galaxias.
Esta energía, que los chinos le llaman Chi (Ki, en el Japón), y los hindúes la llaman Prana, es la misma, y tanto anima el macrocosmos como el microcosmos que somos. Podemos decir que es bastante obvio que existe alguna interdependencia cósmica. En el cosmos todo es vibración (la luz, el sonido, las ondas cerebrales, etc...). Y podemos observar el efecto de ciertas vibraciones astrales inmediatas, como las del Sol, o la Luna, e, intuitivamente, sentimos que existen vibraciones estelares más complejas que los aparatos más complicados son incapaces de medir.
ENCONTRAR RESPUESTAS
Desde la Antiguedad, el ser humano intuyó estas correspondencias cósmicas, las asoció a las influencias de sus dioses, las tradujo por medio de símbolos y analogías. Si usted puede admitir que la persona adquiere al nacer una especie de sensibilidad, de receptividad, de afinidad personal con vibraciones cósmicas particulares que constituirán la tela de fondo sobre la cual bordará su personalidad, entonces puede tener en cuenta la astrología y seguir leyendo; si no, puede ahorrarse de leer estas líneas.
Antaño, astronomía y astrología formaban parte de un mismo conocimiento y disciplina. Los astrólogos utilizaban un simbolismo convencional y consideraban los planetas como determinando un destino. Ahora, gracias al aporte del psicoanálisis, ya no consideran los planetas como entidades exteriores, sino como un teclado de tendencias, unas resonancias de nuestro psiquismo, una proyección hacia fuera de nuestro universo interior.
SÍMBOLOS
Y el cientificismo ha ido siguiendo su propio camino. Lo que se le reprocha a la astrología en nuestra época de racionalismo científico es el quedarse aferrada a la mitología greco-latina, basando sus análisis sobre las disputas de un tal Júpiter con un tal Saturno, sobre los idilios de Marte con Venus o las travesuras de Mercurio.
El psicoanálisis nos permite precisamente explicar mejor el simbolismo astrológico. Freud puso el acento sobre la existencia de un inconsciente individual y colectivo, que sube a la superficie en los sueños, la creación artística, los mitos. Estudiando el contenido simbólico de los sueños, Freud estableció una estrecha relación entre la simbólica onírica y la mitología greco-latina que impregna nuestra cultura occidental. La astrología sigue utilizando símbolos planetarios y signos zodiacales (es algo que molesta a muchos racionalistas), que no son más que proyecciones inconscientes primitivas.
Los “dioses” de la simbología astrológica son arquetipos humanos perfectos. El mito surgió del inconsciente colectivo
y luego el ser humano personalizó en el cielo estas fuerzas psíquicas interiores, reflejos de su mundo interior, dibujando en la bóveda celeste todo un “zoo” simbólico y una corte de dioses muy “humanos” con sus malhumores, sus caprichos, sus iras, sus bajezas y sus amoríos.
C.G. JUNG Y EL PSICOANÁLISIS
En 1954, en una entrevista a Carl Gustav Jung de André Barbault y Jean Carteret, éste daba su opinión: “La astrología consiste en configuraciones simbólicas al igual que el inconsciente colectivo del que se ocupa el psicólogo. Los planetas son los dioses, símbolos de la potencia del inconsciente”. Y dio su definición del horóscopo natal: “... corresponde, en un momento dado, al coloquio mutuo de los dioses, es decir de los arquetipos psíquicos”.
Reconozcamos que la caracterología de los signos es de tal acierto psicológico (si uno tiene la sinceridad de observar alrededor suyo antes de rechazar en bloque todo lo que toca la astrología) y “encaja” tan perfectamente con los tipos definidos por el psicoanálisis, los temperamentos de los “dioses” son tan humanos, que nos quedamos perplejos...
Los astrólogos modernos, ayudados en sus estudios por el aporte del psicoanálisis, admiten que el simbolismo es una manera de sustituir el objeto por su símbolo. Analizando el símbolo se puede profundizar en el psiquismo humano. “El descubrimiento del simbolismo constituye la contribución más esencial y más original del psicoanálisis... Este simbolismo aparece como un proceso psicológico fundamental que está a la base de todas las manifestaciones psíquicas y es la llave que permite descifrar los fenómenos humanos más profundos”.
ELUCUBRACIONES O CONDUCTA PSICOLÓGICA?
André Barbault ha reprochado a los astrólogos aficionados el querer hacer previsiones, amontonando elucubraciones, desacreditando la astrología, en vez de aprender y, ante todo, analizar un mapa natal, buscando en él los mecanismos psicológicos profundos que permiten comprender el indivíduo. “No son los acontecimientos los que están inscritos en el mapa astral, sino solo conductas psicológicas que los explican, los justifican, los determinan”.
El psicoanálisis pone en evidencia la existencia de un dinamismo interior,
de unas pulsaciones, de unas tendencias, que empujan a la persona a reaccionar de tal o cual manera ante los acontecimientos, le hacen elegir tal o cual salida a una situación dada. Los acontecimientos exteriores no son más que pretextos a una actuación de cada persona según sus tendencias profundas. El astrólogo, estudiando un mapa natal, opina exactamente lo mismo: que el indivíduo actúa según unas pulsaciones profundas que provocan los acontecimientos o los modifican. Que el astrólogo hable de “un Saturno mal aspectado provocando en el nativo una inhibición y un sentimiento de frustración” o que el psicólogo hable de “una fase oral mal superada, originando un complejo de frustración y fracasos”, llegarán a .la misma conclusión por caminos diferentes...
Ciertas personas parecen ser siempre víctimas de repetidos fracasos, caen siempre en los mismos problemas. ¡Como si realmente “una mala estrella los persiguiera”! Mientras a otras todo les sale bien, son emprendedoras, atraen la simpatía y la buena suerte. Y es que nuestro “destino” exterior lo forjamos nosotros mismos, lo determinan nuestras pulsaciones profundas, estas tendencias que tienen su fuente en nuestro subconsciente individual e incluso colectivo. “La tradición astrológica considera que cada planeta y cada signo poseen un teclado especifico de tendencias, es decir un simbolismo propio que determinan propiedades psicológicas particulares y por consiguiente direcciones de vida”.
EL DESARROLLO
DE LA PERSONALIDAD
Al igual que el psicoanálisis, la astrología intenta descubrir (empleando por supuesto una terminología distinta) la raíz de los acontecimientos en el principio de la vida; busca la explicación de aquellos en el momento del nacimiento, cuando el niño se independiza de la madre con su primera respiración, en su primer contacto con las vibraciones cósmicas. En un horóscopo entran todos los planetas. Al momento de nacer este u otro planeta toma, según su posición privilegiada o no, cierto valor vibratorio que influirá en el desarrollo de tal o cual faceta del temperamento.
El psicoanálisis determina en la psique todos los complejos en estado latente; según la sensibilidad del ser, su entorno, estas tendencias latentes tomarán esta o aquella dirección y desarrollarán tal o cual faceta de la personalidad.
Según la teoría psicoanalítica de Freud, el desarrollo de la personalidad empieza en la niñez y se divide en etapas especificas. Si alguna de estas fases es conflictiva o incluso traumática, el niño efectuará una “fijación”, produciendo una especie de regresión que provocará respuestas afectivas y complejos en relación con esta fase mal superada. Tales fijaciones influirán después en la manera como el niño, y luego el adulto, reaccionará frente a su entorno.
Como se sabe, se distinguen tres fases: la fase oral (lactancia y destete), la fase sado-oral (salida de los dientes), la fase anal (descubrimiento de la defecación y de la zona anogenital). Si el niño acepta mal la fase oral, la vive como una privación, esta frustración se podrá traducir en la edad adulta por bulimia o anorexia, apego al chuparse el dedo, o su pitillo o su chicle, o bien retracción afectiva, complejo de inferioridad y frustraciones de todo tipo.
POR EJEMPLO
Observando en un mapa natal astrológico un Saturno mal aspectado, no nos extrañaremos si se trata de una persona predispuesta a la introversión, sufriendo frustraciones afectivas, un ser inadaptado al contacto humano, pesimista, escéptico, poco generoso, maniático, padeciendo retrasos y fracasos en sus empresas... El “punto flaco”, que podrá explicar que alguien sea propenso a mal superar su fase oral, el astrólogo, ya lo puede intuir observando un tema natal.
En cambio, la oralidad satisfecha dará un ser abierto, goloso de la vida, correspondiendo en astrología al tipo “jupite-
la astrología intenta descubrir la raíz de los acontecimientos en el principio de la vida
riano” puro: optimista, ambicioso, generoso, seguro de sí mismo, expansivo, extravertido, amigo de la buena mesa, gustando de los contactos humanos.
Cuando le salen los dientes y que empieza a morder, el niñó descubre la agresividad y la lucha. Si hay fijación en esta etapa, el individuo devolverá violento, agresivo, posesivo, combativo.
En astrología, el predominio de Marte en un mapa natal puede explicar los mecanismos de una fijación en la fase sadooral. El tipo marciano es voluntarioso, dominante, celoso, agresivo, constructivo o destructor. El tipo opuesto corresponde al “venusiano”, tierno, sensual, dulce, refinado, artístico, no violento... Viene luego la fase anal, o toma de conciencia de la defecación, de la zona ano-genital y con ella la noción de “no toques, caca”, la noción de sucio y prohibido, la obligación por parte de los padres a ser limpio. La fijación en ésta etapa puede producir el tipo “anal relajado” correspondiendo al tipo “plutoniano” (en afinidad con el signo de Escorpio) rebelde, violento, apasionado, secreto, atraido por la regeneración a partir de la descomposición, atraido por las fuerzas oscuras o sublimes del subconsciente y de la muerte. El tipo “anal replegado” correspondería otra vez al tipo “saturniano”: aseo, control, represión, retensión, limpieza, método, estreñimiento...
EN LOS SUEÑOS
Los psicoanalistas establecieron un paralelo entre los símbolos oníricos, los mitos y las leyendas, en los que la luna representa siempre el principio femenino y el sol al principio masculino. Este simbolismo es universal ilustrando bien que es el inconsciente colectivo al que proyectó hacia el cosmos, divinizándolas, sus fuerzas psíquicas.
El sol, tanto en el horóscopo como en el análisis de los sueños o de los mitos, tiene analogía con el Yo, la conciencia, el “animus” (definido por C. Jung como la personificación masculina del inconsciente, definida por el padre), con el principio paternal y la autoridad como extensión de la autoridad paternal.
En cambio la Luna simboliza el plano inferior del psiquismo, la vida vegetativa, la dependencia a la madre, es el “anima” definida por Jung como la personificación de todas las tendencias femeninas de la psique. La Luna actúa sobre la vida marina, está en estrecha relación con el agua en general, la germinación, por lo tanto representa la fecundación (¿no está relacionada con la menstruación y la gestación?)
El famoso “complejo de Edipo” del psicoanálisis (atracción por el progenitor del sexo opuesto, el hijo por la madre, rivalidad con el padre, la hija por el padre, celos hacia la madre) podrá explicarse al observar en un horóscopo masculino una disonancia Sol-Marte o una armonía Luna-Venus o bien una disonancia LunaMarte en un horóscopo femenino.
UNA DANZA DE ENERGÍAS, UN JUEGO DE FUERZAS
El psicoanálisis considera la psique como un juego de fuerzas, de pulsiones paralelas u opuestas, por lo tanto es muy parecido a la estructura de un horóscopo natal con sus juegos de fuerzas entre los planetas, fuerzas que pueden tener un sentido positivo (trígonos, sextiles, conjunciones) o ser antagónicas y crear conflictos (oposiciones, cuadraturas).
Cómo explican Joelle de Gravelaine y Jacqueline Aimé, ciertas personas prefieren acudir a un astrólogo que a un psiquiatra, porque sus neurosis, sus angustias, sus fracasos, se traducen por medio de planetas, tránsitos planetarios, etc. Así les da la impresión de que algo pasa, “allá arriba”, lejos, y los desculpabiliza. Un astrólogo serio debe ser humano y honrado, puede ayudar a su “paciente” a tomar consciencia de las causas de sus, repetidos fracasos o de sus depresiones, a descubrir soluciones, a valorar sus capacidades, a superar sus temores. La astrología va perdiendo su olor a azufre y muchos psicólogos encuentran en ella una valiosa ayuda. Si los astrólogos se dignan bajar del Olimpo donde rondan sus dioses podrán hallar en los psicólogos a unos... “colegas”.