MAESTRO DE MAESTROS
Imposible saber si es mayor su sabiduría, su elegancia, su ilusión o su energía. De lo que no cabe duda es del orgullo que siente cuando habla de los muchísimos “hijos” de su estudio
Pionero, allá por la mitad de los años setenta del pasado siglo, de la modernización de la decoración en aquella España en la que todo estaba por hacer, leyenda viva –y muy activa– del interiorismo en nuestro país, Pascua Ortega, auténtico Rey Sol, ha seleccionado y formado, una tras otra a lo largo de las últimas cuatro décadas, varias cortes decorativas alrededor suyo. Por ellas ha pasado lo más granado de la profesión, formado en su estudio de acuerdo a aquella distinción que evidencia su talla como maestro: el bueno enseña, mientras el excelente inspira. Siempre capaz de decirle a la nueva becaria que no solo llega a aprender, también a enseñar, puesto que todos tenemos qué aportar. Por eso es, con todo merecimiento, el maestro de maestros.
Cuando le pedimos que hiciese de editor invitado de la sección para este número especial aniversario, eligiendo a un par de talentos jóvenes que hubiesen despuntado en los diecisiete años de vida de Interiores, respondió de inmediato que lo haría encantado. También que no podía ceñirse a un par de apellidos. Su lista era larga y llena de orgullo: Tomás Alía, Lázaro Rosa-Violán, Belén Domecq, Sandra Tarruella, Luis Puerta, Isabel López Quesada…(los puntos suspensivos son en este caso verdaderamente relevantes). Insistimos. Y finalmente se decantó por dos interioristas aún en la treintena que, como no podía ser de otra forma, se foguearon bajo su van...• tutela. ¿Sus nombres? Ahí
Referente. Su nombre es santo y seña del interiorismo en España, por su sabiduría y su mano maestra, por su ojo y su generosidad formando a generaciones de talentos.