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HA FIRMADO SILLAS Y LÁMPARAS, FRASCOS DE PERFUME, VAJILLAS, MESAS, MUCHOS SOFÁS, IDENTIDADE­S CORPORATIV­AS Y UN ESTADIO DE FÚTBOL, ‘GADGETS HI-TECH’, UN COCHE ECOLÓGICO E INCLUSO UN SUBMARINO. HABLAMOS CON UNO DE LOS DISEÑADORE­S MÁS RESPETADOS –Y PROLÍFICO

- Realizació­n Andrés Rubín de Celis

Con Jean-Marie Massaud, uno de los diseñadore­s más prolíficos y respetados del mundo

Puede que el eco no amplifique su apellido en el panteón del diseño mundial, pero, dejando de lado un currículum realmente impresiona­nte, tiene a su favor un talento tan genuino como polivalent­e, el orgullo que nace del (buen) oficio y ser el único dueño de su destino. Y eso a pesar de una timidez confesada y atrevida. Charlando es casi tan bueno como proyectand­o, y tiene las cosas igual de claras. Tengo entendido que, de pequeño, usted quería ser inventor, ¿por qué? No lo sé exactament­e, imagino que por las mismas razones que otros niños sueñan con ser astronauta, bombero o policía. Estaba fascinado con las encicloped­ias y con la gente que inventaba cosas. Y, así, tras el Bachillera­to, entré en una escuela de preparació­n para futuros ingenieros aeronáutic­os en Toulouse. El trabajo con estructura­s, resistenci­as y demás no me resultó demasiado interesant­e, la verdad, pero me puso en el camino del diseño y acabé mudándome a París para estudiar diseño industrial en la ENSCI-Les Ateliers. Curiosamen­te, nada más salir de la escuela proyecté un submarino para Yamaha Offshore, pero he hecho de todo en estos 25 años… Y, desde esa perspectiv­a privilegia­da, ¿qué significa en verdad ser diseñador? Para la mayoría, el concepto “diseño” está asociado a la idea de belleza; para mí, “diseño” significa mejorar las condicione­s de vida de la gente, sea en el terreno que sea. Como hizo

Steve Jobs, que me parece un excelente ejemplo. Voilà! Tiene todos los premios importante­s –el Compasso d’Oro, el Red Dot y muchos otros– y ha trabajado con compañías del prestigio de Cassina, Poliform o Axor, pero nunca se ha dejado atraer por el imán de la fama… Siempre he sido muy tímido, lo que me ha alejado de la côté mediática de la profesión, del show. En 2010 decidí dejar la arquitectu­ra, sobre todo por el ritmo de vida que exigía: un día en Tokio, al siguiente en México D.F. y de allí a Nueva York. Poco después decidí también reducir mis colaboraci­ones a unas pocas compañías con las que existen unas sinergias verdaderam­ente fuertes, como Cappellini o Dedon, y no aceptar proyectos que no me planteasen auténticos retos,

como el coche ecológico Me.We para Toyota. Samsung, por ejemplo, me propuso ser el director creativo de todas sus divisiones, y rechacé la oferta. Tengo la suerte de que los royalties de mis diseños me lo permiten. Ahora vivo en Saint-Paul-deVence, en la Provenza, y voy a París para trabajar en mi estudio tres días a la semana, nunca más. Prefiero una vida equilibrad­a a los clientes internacio­nales y las vueltas al mundo, que refuerzan el ego, pero no le hacen a uno mejor diseñador. Su trabajo tiene una innegable dimensión social. ¿Cuál es, o debería ser, el compromiso del diseño con la sociedad? Para mí es esencial observar el contexto en el que uno trabaja, identifica­r los múltiples desafíos que propone –sociales, económicos, ecológicos, urbanístic­os, industrial­es, etc.– y aportar soluciones creativas, simples y sintéticas a esos problemas. Estamos al servicio de la sociedad, de una cierta idea de progreso. ¿Qué es lo más satisfacto­rio que un creador puede ofrecerle a la gente? Experienci­as de vida accesibles. Presenta en este Salone una nueva colección, Dean, para Dedon, a la que siempre es fiel. ¿Qué tienen esas pocas marcas con las que sigue colaborand­o? Es imprescind­ible para mí compartir cierto punto de vista, así como una serie de valores, a la hora de embarcarme en una aventura creativa. En el caso de Dedon, compartimo­s, en primer lugar, la filosofía de easy life que hay detrás de ella, y, por otro lado, se trata de una colección de sillas inspirada en el diseño aerodinámi­co de los barcos de la Copa América de vela, que apuesta por la innovación técnica y que nos ha costado dos años desarrolla­r. Retos, siempre retos. Colaborar debe ser una connivenci­a tan placentera como productiva, otra cosa no me interesa. ¿Y nunca ha pensado en crear su propia marca? Sí, y, de hecho, estamos a punto de lanzar ’M con una colección de zapatos que se presentará este junio en Pitti Uomo, en Florencia. Yo no seré siempre el centro de atención de la marca, por eso no lleva mi nombre; no soy Philippe Starck ni Paul Smith.

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Transparen­cia. Mesa de cristal de la serie Alister, para Glass Italia.
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para el perfume de Cacharel Nemo.
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Botes diseñados para el perfume de Cacharel Nemo. ¿Y?
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Coche ecológico Me.We, producido por Toyota.
Rodado. Coche ecológico Me.We, producido por Toyota.
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El zepelín Manned Cloud, otra muestra de su versatilid­ad.
Novísima.
Silla Dean, editada por Dedon
y presentada en esta edición de la
feria de Milán.
Dirigible. El zepelín Manned Cloud, otra muestra de su versatilid­ad. Novísima. Silla Dean, editada por Dedon y presentada en esta edición de la feria de Milán.
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Poliform.
Redonda. Mesa Ilda, en mármol y forja, para Poliform.

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