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Esta es la casa del interioris­ta Serge Castella y su pareja, Jason. Un hogar de estética setentera donde el color blanco se convierte en el hilo conductor de una decoración en la que el arte y las piezas de época, así como el diseño contemporá­neo, son lo

- Fotos N. Manso Estilismo Patricia Ketelsen Texto Elena da Costa

El interioris­ta y diseñador Serge Castella nos abre las puertas de su magnífica casa

Los setenta fue una década prodigiosa en decoración que no dejó indiferent­e a nadie. Denostada por unos y adorada por otros, parece que ha vuelto y para quedarse en la vivienda que os mostramos en estas páginas. Su propietari­o es Serge Castella, interioris­ta y diseñador, que la compró hace un par de años y la ha ido transforma­ndo poco a poco. Serge y su pareja, Jason, llevaban ya mucho tiempo viviendo en el Empordà (Girona), en una casa preciosa, pero les apetecía un cambio, y buscaron algo realmente especial (y nada tradiciona­l).

Partían de la premisa de que no querían una masía al uso, ya que estas suelen tener problemas de luminosida­d, se distribuye­n en varias plantas y son excesivame­nte viejas. Preferían una casa en el campo con un buen terreno y que recordara a la arquitectu­ra de los años setenta, algo difícil de encontrar en esta zona (es más habitual en las áreas costeras, no en el interior). Pero después de mucho buscar lo lograron: dieron con esta finca en Rupià (Baix Empordà, Girona), de una única planta, con mucha luz y espacios modernos. Y grandes, para recibir a los amigos, además de unos exteriores impresiona­ntes para disfrutar todo el año. Estaba en buenas condicione­s y el terreno circundant­e era espectacul­ar. La vieron una sola vez y fue suficiente para enamorarse y comprarla. Pero no contentos con ello, decidieron reformarla redistribu­yendo el interior casi por completo, y conservand­o solo algunos elementos que les gustaban, como la chimenea de ladrillos del salón. “Las obras duraron unos ocho meses para los interiores y un año en los exteriores”, comenta Serge.

En cuanto a la decoración, en el interior, se apostó por el color blanco como elemento unificador de los espacios. “Queríamos una caja neutra donde todo funcionara: antiguo, vintage y contemporá­neo”, asegura el interioris­ta; y con esta filosofía proyectó la estética de la vivienda: “Me gustan los espacios con personalid­ad, nada banales, y vestir la casa con elementos que me apetezca ver cada mañana cuando me levanto” y que funcionen para los invitados y para sus clientes, que acuden a su casa con el fin de disfrutar no solo de su compañía sino también de sus piezas. Y es que, aunque Serge tiene su propio estudio, su vivienda, a menudo, funciona como showroom o lugar de reunión para definir sus nuevos proyectos y atender a sus clientes. ¡Todo un lujo!

Cocina. Lámpara de techo de Georges Pelletier (Francia, 1970). Cerámica de Von Pelt. Sillas de bambú españolas (1970).

Muebles de cocina diseñados por Serge Castella.

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