la casa feliz Un refugio en una bella y elegante finca en Vall de Boí
Un piso entendido –y orquestado– como discreto, pero al mismo tiempo exquisito, refugio familiar en Vall de Boí (Lleida). O, en palabras de su dueño y artífice, “como terminar un nido”
En La poética del espacio, Gaston Bachelard profundiza en las características de lo que él mismo denomina espacio feliz, ámbitos domésticos amados y vividos, que recogen, amparan y protegen. Refugios, en una palabra. Espacios próximos y familiares, que, muy al contrario de los interiores uniformes y asépticos de la decoración de catálogo, se construyen sobre lo íntimo, estableciendo un estrecho vínculo afectivo. Estos lugares atraen de inmediato, pues concentran ser en el interior de sus límites arquitectónicos. Y eso fue exactamente lo que percibió, hace ya cuatro años, Walter Conde al visitar por primera vez la que pronto se convertiría en su casa, un amplio piso en un edificio señorial de Boí Taüll, en pleno corazón del Vall de Boí, conocido sobre todo por sus iglesias románicas y sus pistas de esquí, en el Pirineo ilerdense. “Todo encajaba: la finca regia con su ascensor antiguo, la distribución del apartamento –muy cuadrada y sin pasillos–, su tamaño y número de habitaciones (cuatro, como mis hijos), una maravillosa luz natural… Brindaba unas enormes posibilidades decorativas”, recuerda. Tras varios cambios obligados de residencia, por fin había encontrado un espacio feliz no solo para él, sino para toda su prole. Y, encima, apenas había
“LA DISTRIBUCIÓN –CUADRADA Y SIN PASILLOS–, SU TAMAÑO Y NÚMERO DE HABITACIONES, UNA MARAVILLOSA LUZ NATURAL… BRINDABA UNAS ENORMES POSIBILIDADES DECORATIVAS”
que tocarlo, pues la vivienda estaba (bien) reformada hacía poco (aunque, eso sí, la cocina y los cuartos de baño se tendrían que rehacer a la medida de sus nuevos inquilinos).
Director general de una reputada compañía local, Walter es también, por vía materna, gran aficionado a la decoración, por lo que se encargó personalmente del proyecto. Tenía muy claro lo que quería conseguir: “Un hogar acogedor y moderno para estar en casa a gusto”. Y, para ello, se dispuso a orquestar “una mezcla total entre muchas de las cosas que ya tenía, otras hechas a medida para la casa y compras muy puntuales, en busca de comodidad, calidez y belleza, las tres líneas maestras que seguí”. Clásico –mucho heredado– y contemporáneo hermanados desde un prisma ecléctico, siempre con un gusto exquisito y un cuidado extremo por el detalle: un par de butacas francesas estilo Luis XV propiedad de la familia desde hace más de treinta años delante de librerías hechas a medida por un artesano carpintero, iconos del diseño del siglo (piezas de los Eames, Franco
XX Albini o Michele De Lucchi) en discretas pinceladas, junto a una alfombra comprada en un viaje a Turquestán o un cuadro adquirido India. “Darle forma ha sido el final de un largo camino hacia dentro, al núcleo familiar. Como terminar un nido”, dice feliz hoy, consciente de que atesora la
anheló.• joya que siempre
“EL RESULTADO ES UNA MEZCLA TOTAL ENTRE MUCHAS DE LAS COSAS QUE YA TENÍA (DE HERENCIA fAMILIAR, VIAjES...), OTRAS HECHAS A MEDIDA PARA LA CASA Y COMPRAS MUY PUNTUALES”
VER GUíA DE TIENDAS