LA ENTREVISTA
LA ARTISTA PORTUGUESA HA HECHO DE LA APROPIACIÓN, LA DESCONTEXTUALIZACIÓN Y LA SUBVERSIÓN DE LA COTIDIANIDAD SU RASGO CREATIVO MÁS CARACTERÍSTICO, ENTRE LA IRONÍA Y LA PROVOCACIÓN. HABLAMOS CON ELLA DE ARTE, VIDA Y DISEÑO
Conversamos con Joana Vasconcelos sobre el vínculo entre arte y emociones y su explosiva colaboración con Roche Bobois
Su voz suena tan enérgica por teléfono desde su estudio a orillas del Tajo, en Lisboa, como cara a cara en el hotel Westin Palace de Madrid durante los pasados Premios Interiores. Y es que la voluntad comunicativa de Joana Vasconcelos supera fronteras idiomáticas, geográficas y hasta epistemológicas. Le gusta definir el arte como “la capacidad de generar una dimensión de belleza y de luz nuevas”, y basta repasar su obra, plena de imágenes chocantes, lúdicas excesivas y provocadoras, para comprender que ella la tiene. Tampoco ha respetado nunca las barreras entre formatos o disciplinas, y el pasado año debuta en el terreno del diseño de la mano de Roche Bobois. Esta entrevista es el resultado –aunque sería más oportuno escribir “el resumen”– de dos fluidas conversaciones en una misma dirección. Y ya se sabe, el camino marca una dirección, y una dirección es mucho más importante que cualquier resultado.
¿Recuerdas cómo sentiste la certeza de que un día serías artista, en qué circunstancias?
Lo siento, no puedo responder bien a esa pregunta porque en mi caso no fue así. Es, más bien, un camino que sigues y por el que vas descubriendo cosas permanentemente, cosas que tienes que comunicar.
He leído que practicabas kárate y competías internacionalmente y que, ante la obligación de dejarlo a causa de una lesión, la vía artística se abrió más claramente…
Sigo practicándolo, pero por gusto. El kárate tiene mucho de espiritual, pero también un nivel de performance muy alto. La competición me ha enseñado muchas cosas aplicables a mi carrera artística: la dedicación, el sentido de la responsabilidad, la autoexigencia, a soportar la dureza del camino… Durante un tiempo hice las dos cosas en paralelo, pero al volver de una semana en ARCO, en Madrid, me rompí la rodilla en un entrenamiento, y la competición se acabó. Simplemente cambié un arte marcial por otra plástica; y hoy, cuando tengo grandes retos o encomiendas, los veo como campeonatos. ¿Cuál es la importancia del concepto en tu obra?
Mi trabajo nace siempre de una idea, que desarrollo intelectualmente hasta que veo la obra en mi cabeza, y entonces tengo que materializarla. Ese es el verdadero desafío: traer de un mundo imaginario al real objetos que no existen. Pero, como te digo, el origen es siempre un concepto que relaciona ideas y traslada una reflexión al público. Tu trabajo juega con determinados elementos de nuestra cotidianidad para hacernos repensar su significado, e incluso la sociedad que se lo otorga.
El papel de todo artista es cuestionar el presente y abrir nuevas for
mas de mirar el futuro. Dar nuevos puntos de vista para que la sociedad pueda evolucionar como conjunto. El arte es la capacidad de mantener el mundo vivo, de mantener nuestra construcción de seres humanos, nuestra identidad, viva.
¿Y qué papel desempeña la belleza?
Creo mucho en el momento, en las emociones que surgen. Y creo mucho en la verdad, en la comunicación directa, intensa y sincera. Si tú miras una pieza, esta te habla. Es cierto que luego hay muchas formas de entendimiento –uno puede buscar esto o aquello– y se pueden desarrollar muchas teorías, pero la obra no necesita la teoría para existir. La belleza no necesita de teorías, la belleza simplemente es.
Tu obra tiene en común, entre otras muchas cosas, cierto tono lúdico…
Depende de quién la mire, de su carácter. Para ti puede ser lúdica, pero te aseguro que a otros les provoca rechazo, y a otros… Mis piezas tienen un carácter abierto, algo que juzgo muy positivo, pues las verdaderas obras de arte no se imponen, sino que plantean nuevos caminos para andar. Yo nunca cierro las interpretaciones de las mías, todo lo contrario.
¿De qué forma nació la relación con Roche Bobois?
Surgió de manera muy natural, casual casi: necesitaba una lámpara de mesa para dibujar, y un sábado por la tarde salí a buscarla. Acabé en la tienda de Roche Bobois, y la compré. Me gustó mucho. Luego conocí a Greg [Grégory Dias Monreal, director comercial de Roche Bobois en España, Portugal y América Latina], y a los
dueños, la relación fue haciéndose más fuerte. Primero surgió un proyecto en la tienda de Lisboa y después la colaboración para la colección. Háblanos de ella…
Roche Bobois trabaja con diseñadores que cuestionan la forma de vivir cotidiana y buscan siempre nuevas perspectivas. En ese sentido es una marca muy conceptual. Como yo. Piensa, por ejemplo, en Mah Jong, un sofá que reivindica una total libertad de forma y función. Nació en 1971, el mismo año que yo. Y supuso repensar la forma de sentarse, la posición del cuerpo en el asiento; con un approach escultórico, presenta un juego entre la forma del sofá y del cuerpo de quien se sienta en él… Yo lo he reinterpretado –y otros cinco iconos más– apropiándome de esa esencia progresista y liberadora, imprimiendo mi identidad en ella. Tenemos mucho en común.