DECOTRAVEL
VIAJAMOS A MARRAKECH PARA MOSTRARTE EL COMBINADO PERFECTO ENTRE TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN UNA CIUDAD LLENA DE CONTRASTES, LUZ Y DISEÑO, EL QUE LE BRINDAN LOS ARTISTAS LOCALES Y LOS QUE SE ESTABLECEN EN ELLA PARA QUEDARSE
Viajamos a Marrakech, de la mano de The African Touch
Hacemos las maletas y ponemos rumbo a Marrakech, conocida como la ciudad roja y la más internacional de Marruecos; y lo hacemos de la mano de The African Touch, empresa andaluza especializada e importadora de productos africanos, amante de los colores, la artesanía, el arte y los sabores marroquíes. Rafael Urrutia, copropietario de la misma, siempre habla de la importancia de mirar al sur, de su luz, belleza y de cómo ésta influye en la decoración marroquí. Paseando por la ciudad y visitando los zocos y tiendas a pie de calle, tomamos consciencia de cómo Marrakech nunca ha dejado de admirar ese sur del que hablamos: África. Así disfrutamos de muchos de los colores, creaciones y motivos (arte, arquitectura y gastronomía) de esta maravillosa ciudad que riega sus calles de bullicio y puestos de comercio. Rosabel Gutiérrez es la otra cara de The African Touch, ella y Rafa defienden la belleza y la elegancia como refugio de los mejores valores de una sociedad y ven en este paisaje urbano marroquí un compendio de riqueza cultural que combina sabiamente modernidad y tradición, diseño y clasicismo. Os lo mostramos.
DESCUBRIR LA CIUDAD
Llegados a Marrakech, nos instalamos en el riad Color Safrà (“suficientemente lejos del bullicio de los zocos para no sentir el jaleo, pero lo bastante cerca para estar en él en cinco minutos. Es de
los pocos lugares de La Medina accesibles en coche –en la plaza de Ben Salah–”, comenta Rafael Urrutia). Desde allí resulta fácil moverse por Marrakech. Empezamos con la plaza Djemaa El Fna: de noche llena de puestos de comida, música y bailes; de día, centro comercial con tradicionales encantadores de serpientes y demás escenarios exóticos. Estamos en la zona de los zocos, organizados por gremios y a los que se accede desde la calle Samarine.
Seguimos nuestro camino por los Jardines de La Menara (creados en 1870 sobre un antiguo estanque almohade), el jardín imperial, del siglo XII, y la mezquita de La Koutubia (esta arquitectónica edificación, hermana de La Giralda de Sevilla, debe su nombre a los que vendían libros –kutub– en su atrio). Tomamos un ‘tuc tuc’ para pasear por la ciudad y nos detenemos en The Moroccans, lo más cool en materia de cosmética de la ciudad, antes de poner rumbo
hacia los Jardines Majorelle, adquiridos en 1980 por Yves Saint Laurent y su pareja, Pierre Bergé, estableciendo allí su residencia. Cerca de ellos y por encargo de Bergé, se creó el Museo Yves Saint Laurent (obra de Olivier Marty y Karl Fournier, de Studio KO), en el que destacan los acabados en terracota, en honor al color de la ciudad. Inaugurado en la misma época, es de visita obligada el hotel La Mamounia, decorado por Jacques Garcia con un look a medio camino entre la esencia marroquí y la francesa. Hacemos un alto en el recorrido para reponer fuerzas en el hotel El Fenn, donde muchas celebrities ocupan sus preciosas estancias privadas, antes de dirigirnos al Royal Mansour, un hotel exótico y suntuoso, de exuberantes jardines (obra del paisajista Luis Vallejo), y pasar por Zwin Zwin, hotel boutique con encanto. Ya de noche, muy recomendable acudir a Comptoir Darna, un restaurante que combina culturas, con espectáculo de bailarinas y música marroquí. Otras buenas opciones son el Café Arabe, restaurante y bar; Azar, donde se sirve cocina oriental y mediterránea; Kechmara, además de buena comida es un bar musical; Nomad, ideal para degustar lo mejor de la comida marroquí; o Bô-Zin, un espacio que mezcla el espíritu zen con la elegancia. No menos interesante resultan los edificios y su propuesta gastronómica de Café des Épices, Le Jardin o Kosy Bar.
DISEÑO Y ARTESANÍA
A todo el exotismo de colores, arquitectura y gastronomía, hay que sumarle la propuesta de diseño de la ciudad. En nuestro viaje, disfrutamos con SissiMorocco, un espacio de creciones deco obra de Sylvie Pissard; Max & Jan, concept store en el corazón de La Medina, en el
que adquirir moda, además de comer o realizar una clase de yoga; 33 Rue Majorelle, el primer concept store de la ciudad, con piezas de los mejores diseñadores de Marrakech; LRNCE, tienda de artesanía del norte de África; Chabi Chic, para comprar la mejor cerámica de la zona, textiles...; Some Slow Concept Store, donde además de adquirir deco de diseño, uno puede degustar almuerzos de lo más tradicionales; o la galería Comptoir des Mines, para comprar o disfrutar del arte. Estos espacios se contraponen con la belleza tradicional de la ciudad, tales como Mustapha Blaqui o L’Orientaliste, ambos anticuarios, o los artesanos a pie de calle. Un compendio que hace de Marrakech una ciudad mágica, un viaje hacia la esencia del sur.