AL DETALLE
1 Elegir ropa de cama no es menos importante. Y es que de ella depende también la comodidad del descanso. Para ello, el algodón es el material favorito, pues favorece la transpirabilidad de las sábanas y las fundas, con un resultado agradable al tacto. Si quieres asegurarte de la calidad del tejido, fíjate en el número de hilos: a partir de los 200 será más duradero.
2 Una buena forma de sacar rendimiento al espacio pasa por comprar un canapé abatible. Dada su gran capacidad de almacenaje interior es una opción muy práctica para guardar sábanas, cojines o ropa de otra temporada, que quedan protegidos del polvo y las miradas indiscretas. No obstante, como regla general, los canapés de base tapizada no son aptos para colchones de látex y viscoelásticos (aunque hay fabricantes que los han adaptado para que sí puedan utilizarse), pues no les proporcionan tanta ventilación como sí hacen los somieres de láminas.
3 A la hora de elegir tu almohada fíjate en tu forma de dormir. Quédate con una firme (de látex o viscoelástica, por ejemplo) y gruesa (15 cm) si lo haces de lado o con una de firmeza y grosor intermedio (10-13 cm) si descansas boca arriba. Elígela más blanda (de pluma, plumón o fibras sintéticas) y fina (10 cm) si duermes boca abajo. Ten en cuenta que, en términos generales, hay que cambiarlas cada dos o tres años.
4 El cabecero es un elemento decorativo que no puede faltar en tu dormitorio. Te ayudará a crear el ambiente propicio para tu descanso, en función de tu estilo, dirigiendo la atención hacia la cama. Además, también puede ejercer una importante función práctica; como separador de zonas, para recostarte al leer, para almacenar libros u objetos personales, para protegerte del frío de la pared y aislarte del ruido... ¡Todo depende del diseño que elijas!
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