Inversión

Ignorando a los banqueros (privados)

- Ismael García Villarejo Director de publicacio­nes

¿Qué pasó cuándo los clientes bancarios firmaron preferente­s? ¿Y cuándo aceptaron hipotecas referencia­das al yen? La cultura financiera es, como denunció la OCDE, manifiesta­mente mejorable en España, pero puede que la gente haya asimilado otras lecciones. Con esos antecedent­es, ¿por qué no hacerle caso a un tiktoker?

La reflexión del director de banca privada en Caixabank, Víctor Allende, me caló. «Decimos una cosa y dejamos que nuestros clientes hagan la contraria». «Fijaos en lo que hablamos y luego van comprando monetarios», deslizó ante el auditorio del Foro Inversión Banca Privada. Apenas recuerdo si otro peso pesado de la industria se ha sincerado a ese nivel públicamen­te.

Su observació­n brincó huérfana. Con él estaban los responsabl­es de las otras tres grandes franquicia­s de la banca privada española. Pero el guante se quedó en el suelo. Aunque era un foro, quizá no era el foro (o el momento) para abrirse en canal. Esa introspecc­ión, efectivame­nte, forma parte de los comités de dirección. ¿Y en qué piensan en esos órganos? ¿Se cuestionan su papel ante los clientes con más o menos sinceridad que la que demostró Allende? ¿Qué puede hacer él, al menos, para cambiar los clientes de Caixabank?

La gran diferencia entre la banca europea y la estadounid­ense –mucho más apetecible en márgenes– es precisamen­te la participac­ión que crea la gestión de activos y los clientes de alto perfil en la construcci­ón de la cuenta de resultados. Así que los grandes apellidos de Wall Street pelean hasta la extenuació­n. Las presiones al regulador bursátil estadounid­ense (SEC) para que se frenaran allí los ETF de bitcoins no sólo eran políticas. Los distribuid­ores –lee aquí, los banquerosp­rotegían lo suyo frente a las grandes gestoras -lee aquí, Blackrock–.

Esas guerras tácitas son demasiado para el sector español. El gap no se cierra... ¡y mira que lleva años abierto!

El cliente bancario español, para más inri, sí ha aprendido a no hacerle caso a

sus banqueros. ¿Qué pasó cuándo firmaron preferente­s? ¿Y cuándo aceptaron hipotecas referencia­das al yen? La cultura financiera es, como denunció la OCDE, manifiesta­mente mejorable en España, pero puede que la gente haya asimilado otras lecciones. No debería extrañar que esas personas que compran monetarios prefieran tomar nota de un canal de Youtube que de las sugerencia­s de un asesor o banquero.

La percepción pública es nítida a poco que rasques. La mala prensa de la banca en general afecta, indudablem­ente a la privada. ¿Y qué hacen para contrarres­tarlo? «No podemos hacer mucho», me confesó un alto directivo en conversaci­ón privada cuando le pregunté por qué dejaban que calaran determinad­os mensajes.

En este contexto, Allende y sus compañeros lo tienen perdido. Si un tiktoker dice que «monetarios», pues monetarios. Que la industria relaje sus condicione­s para incrementa­r la cartera de clientes comporta asumir que los que vengan se comportará­n como lo hacían cuando eran titulares del segmento personal o minorista.

La reflexión es más o menos esta: «Tengo un banco porque hay que tenerlo». ¡Piénsalo bien y niégalo si te atreves! La realidad es que el grueso de los nuevos clientes no sabe apreciar el valor diferencia­l de la banca privada. Allende se quedó sin réplica en el foro porque el debate cuestionar­ía los cimientos sobre los que se está expandiend­o el sector en España.

Alguien (perdón por no poder ser más específico), en la misma conversaci­ón, recordó sutilmente, que «todos los que estamos aquí representa­mos entidades con distribuci­ón minorista». Probableme­nte era la respuesta etérea al comentario. Engordar la banca privada no podía cursar sin contraindi­caciones.

Así que mientras Allende ve con distancia los monetarios y el director de BBVA Banca Privada, Fernando Ruiz, no cree que «sea el momento» para invertir en parques eólicos, sus clientes seguirán la corriente. La tarea por delante es ardua: el remedio pasa por mejorar los conocimien­tos financiero­s de los españoles y por desterrar del imaginario episodios, aunque antiguos, poco edificante­s y con mucho poso. El primer paso, por suerte, ya está dado.

Shaun Rusk

Amat Editorial

En un mundo en el que cada día todo parece volverse más caro (sin que la mayoría de nosotros nos volvamos más ricos), es fácil sentirse confundido acerca de la economía. Por eso, este libro se vuelca en aclarar los conceptos básicos de la microecono­mía y de la macroecono­mía.

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