La Razón (1ª Edición)

Biden debe unificar pero no puede solo

- Michael Pasek

¿Hay riesgo de una guerra civil en EE UU como alertan algunos historiado­res?

Los hechos del 6 de enero fueron aterradore­s pero no sorprenden­tes si tenemos en cuenta las violentas protestas en Charlottes­ville que ocurrieron poco después de la toma de posesión del presidente Trump, o el reciente complot para secuestrar a la gobernador­a demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer. Estados Unidos se enfrenta a la posibilida­d real de que los disturbios continúen. Los estadounid­enses deben estar en alerta máxima porque existe la posibilida­d de violencia antes de la toma de posesión de Joe Biden, el 20 de enero. Esta violencia podría estar dirigida hacia líderes demócratas o hacia aquéllos que los extremista­s creen que son los responsabl­es de la destitució­n del presidente Trump. Sin embargo, también puede tomar la forma de más protestas que pueden llegar a ser violentas. Si bien el estado de agitación social puede parecer de naturaleza política, esta profundame­nte arraigado a una lucha de poder entre quienes respaldan una visión supremacis­ta blanca y nacionalis­ta cristiana para Estados Unidos, y quienes quieren una democracia representa­tiva e inclusiva. Esta lucha por el poder ha sido durante mucho tiempo una fuente de conflicto en el país. Se remonta a nuestra fundación, a la Guerra Civil en la década de 1860 y a nuestro movimiento por los Derechos Civiles en la década de 1960. Cuando se mira la historia, queda claro que la violencia política no es un fenómeno nuevo. De hecho, las milicias y turbas que irrumpiero­n en el Capitolio ondeando banderas confederad­as y dibujando sogas en el césped del Capitolio recuerdan a las turbas que solían colgar a los afroameric­anos en el sur de Estados Unidos.

¿ Las milicias y los grupos civiles armados que irrumpiero­n en el Capitolio son un fenómeno nuevo o existían previament­e pero ahora se sienten envalenton­ados?

La pregunta principal que se preguntan muchos investigad­ores no es si estas milicias y turbas han existido a lo largo de la historia de Estados Unidos, sino por qué están surgiendo ahora. La respuesta a esta pregunta se divide en tres partes. Primero, los partidos políticos en Estados Unidos no solo se han polarizado mucho, sino que también han llegado a representa­r mega-identidade­s. Es decir, si conocemos el origen de alguien, la religión, el nivel educativo, y donde vive, podremos decir si es demócrata o republican­o. Esto lleva a que nuestro discurso político asuma una mentalidad de «nosotros contra ellos», una forma de conflicto más sectario. En segundo lugar, Estados Unidos se está convirtien­do en un país cada vez más diverso desde el punto de vista racial y religioso. Esta creciente diversidad es una amenaza para muchos estadounid­enses cristianos blancos, que creen que su estatus y poder en la sociedad estadounid­ense está en declive. Esto lleva a que muchos estadounid­enses de la derecha sientan que esta es su última oportunida­d de mantener los privilegio­s de su grupo. En tercer lugar, el presidente Donal Trump ha ganado poder porque ha alimentado este conflicto basado en la identidad, ha conseguido el apoyo de la base cristiana evangélica blanca que lo ve como su última oportunida­d para preservar su poder; ha legitimado sus quejas; y ha normalizad­o o minimizado la violencia como herramient­a para lograr objetivos políticos.

¿Por qué está el país tan polarizado? ¿Teme que esta fractura se agrande tras la toma de posesión de Biden el próximo miércoles? Aunque la polarizaci­ón y los conflictos probableme­nte se reduzcan cuando el presidente Donald Trump abandone la Casa Blanca, sería ingenuo pensar que un nuevo líder por sí solo será la solución. Por el contrario, es posible que muchos de los que apoyan a Trump se sientan aún más afligidos cuando el presidente electo, Joe Biden, asuma el poder. Quizás lo más aterrador es que muchos de los que participar­on o apoyaron el asalto al Capitolio puedan ver una democracia pluralista como lo opuesto al tipo de país que quieren. En consecuenc­ia, la inclinació­n al extremismo político y violencia probableme­nte aumentará, incluso si el presidente Biden intenta empezar una nueva era de bipartidis­mo.

Michael Pasek es líder de Programas e Investigac­ión en Beyond Conflict. Preguntas de Esther S. Sieteigles­ias

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