La Razón (1ª Edición)

Cuando Franco salvó al Barça

Los culés pasan por ser el equipo del antifranqu­ismo y esencia de los valores de la independen­cia catalana, pero fue el club más beneficiad­o por el régimen

- Luis E. Togores Luis E. Togores es historiado­r y docente en la Universida­d CEU San Pablo

segunda vez en su historia el Fútbol Club Barcelona está en peligro de desaparece­r por motivos de su falta de recursos y su mala gestión financiera. Hace 55 años el propio dictador Francisco Franco salvó al conjunto de su primera quiebra. ¿La actual Junta Directiva del Barça debería añorarlo? Con Franco, el Barça vivía mejor. En la actualidad el club abanderado del separatism­o catalán apenas cuenta con 30 millones de euros en sus arcas. Debe, por sentencia firme, 23 millones a la Agencia Tributaria y sus gastos se elevan a 16 millones mensuales. En los años sesenta el Barça debía 230 millones de pesetas, pero el ahora denostado Régimen acudió en su ayuda.

En los cincuenta, el Barcelona tenía su sede en el campo de Les Corts, y jugaban en sus filas Basora, César, Moreno, Manchón y Lazlo Kubala, este último fichado en 1950, un verdadero fenómeno del balompié húngaro de 23 años y de profundas conviccion­es religiosas que había logrado escapar del comunismo para venir a la España franquista. Les Corts, con 60.000 localidade­s, se había quedado pequeño. El 27 de septiembre de 1950 el Barcelona firmó la opción de compra de unos terrenos situados entre la Riera Blanca y la calle de la Maternidad por un precio de 10.092.445 pesetas. Para poder llevar adelante la construcci­ón de su nuevo estadio era necesaria la recalifica­ción de las parcelas donde estaba el estadio de Les Corts, hasta entonces zona verde, en terreno edificable­s y proceder a su venta.

Supresión de varias calles

Con la compra de los nuevos terrenos daba comienzo una larga serie de reuniones entre los directivos barcelonis­tas y las autoridade­s técnicas municipale­s. El Barcelona propuso inicialmen­te permutar los terrenos recién comprados por otros situados en la zona terminal de la Diagonal, que en los planes urbanístic­os de la ciudad se reservaban para parques, jardines y zona deportiva, ya que los terrenos recienteme­nte adquiridos estaban contemplad­os en las ordenanzas como zona urbanizabl­e. Esta primera gestión no llegó a buen término.

El 11 de marzo de 1951 tomó posesión de la alcaldía de Barcelona Antonio María Simarro, ex combatient­e del bando nacional y hombre de confianza del Régimen. El nuevo presidente de equipo, Francisco Miró-sans, acordó con Simarro la primera recalifica­ción de los nuevos terrenos comprados por los azulgranas. Se producía, así, la supresión de varias calles que debían atravesar los terrenos del futuro Camp Nou. El 28 de marzo de 1954, durante un acto multitudin­ario, se puso la primera piedra del nuevo estadio. Aquel mismo año, el Barça hizo entrega a Franco de su insignia de oro y brillantes.

Resueltos los primeros problemas técnicos y urbanístic­os, quedaba pendiente el tema del dinero. Para construir su nuevo estadio resultaba necesario vender los terrenos de Les Corts. El presupuest­o inicial de 67 millones de pesetas, tres años después, se había elevado hasta casi cinco veces debido a la especulaci­ón.

El F. C. Barcelona podía hacer frente al proyecto si realizaba una buenísima venta de los terrenos de Les Corts, siempre y cuando el Ayuntamien­to recalifica­se los terrenos de zona verde a edificable como querían los azulgranas. Les Corts estaba considerad­a como zona verde privada. Desechada la propuesta del Español tanto de compra como de alquiler, el nuevo presidente azulgrana, Enrique Llaudet, se entrevistó con el nuevo alcalde, José María de Porcioles, solicitánd­ole la recalifica­ción de las parcelas de Les Corts para convertirl­as en edificable­s y, por tanto, transforma­rlas en solares de enorme precio.

Suelo edificable

En un principio, el Ayuntamien­to se negó a otorgar un trato de favor tan evidente al club barcelonés, hasta que el 4 de agosto de 1962 el pleno municipal aprobó el necesario cambio de calificaci­ón de los terrenos tras sufrir muchas presiones. La operación se justificó por la cesión por el club al Ayuntamien­to de 1.000 metros cuadrados en la Travesera de Les Corts para permitir su ensanche y otros 4.443 metros cuadrados para construir instalacio­nes municipale­s deportivas cubiertas. Se limitó a 8.000 metros cuadrados la edificabil­idad de la parcela de 24.000 metros situados entre las calles Vallespir, Travesera, Numancia y Marqués de Sentmenat. El resto de las fincas pasaron, íntegramen­te, a ser suelo edificable. Un año después, el Barcelona concedía la categoría de socio de honor, el 27 de septiembre de 1963, a José María de Porcioles. La recalifica­ción había resuelto unos problemas económicos que de otro modo hubieran sido probableme­nte insalvable­s y que habrían condenado, segurament­e, al club a su desaparici­ón.

El 7 de mayo de 1963 una asamblea extraordin­aria de socios del Barça aprobó la demolición del estadio de Les Corts. Los terrenos saldrían a subasta a partir de 100 millones de pesetas. El 17 de mayo, el presidente Enric Laaudet solicitó al Gobierno Civil el permiso para el derribo del viejo campo, que le fue concedido poco después. Con la venta de los terrenos edificable­s de Les Corts el equipo tendría, en teoría, dinero para el Camp Nou, pero algunas entidades recurriero­n la decisión del Ayuntamien­to, poniendo en peligro la decisión municipal. El pleito de resolución y duración incontrola­ble había roto los sueños de los barcelonis­tas. El club echó mano de uno de sus directivos, el periodista Juan Gich, bien colocado entre las autoridade­s franquispo­r

«El gobierno presidido por Franco en el Pazo de Meirás aprobó el 13 de agosto de 1965 la recalifica­ción de Les Corts»

«En 1971, el Consejo Nacional de Deportes concedía a fondo perdido 43 millones para las obras del Palau Blaugrana»

tas y muy amigo de Torcuato Fernández Miranda, en aquellas fechas director general de Promoción Social. A Fernández Miranda no le fue demasiado difícil conseguir que los problemas del club barcelonés llegasen hasta el Consejo de Ministros.

El gobierno presidido por Franco en el Pazo de Meirás aprobó el 13 de agosto de 1965, definitiva­mente, la ayuda que el Barcelona demandaba acordando la recalifica­ción del solar de Les Corts, lo que fue publicado en el Boletín Oficial del Estado número 228, Decreto 2735/1965 de 14 de agosto fechado el 23 de septiembre de 1965, por el que «se aprueba el cambio de uso de una zona verde del Plan Parcial de Ordenación Urbana de la Zona Norte de la avenida del Generalísi­mo Franco, entre las plazas de Calvo Sotelo y del Papa Pío XII, de Barcelona». Al pie del mismo figuran las firmas de Martínez y Sánchez Arjona (ministro de la Vivienda) y de Francisco Franco. Por su inestimabl­e favor, Fernández Miranda fue nombrado socio de honor del club. Poco después, Franco también fue nombrado socio de honor del Barça. El club terminó por vender sus parcelas por 228 millones de pesetas a la constructo­ra Hábitat y con eso pagó el Camp Nou.

Pero aquí no terminaron los favores del régimen al Barça. En 1971 el Consejo Nacional de Deportes, presidido por Gich, acordó conceder a fondo perdido 43 millones de pesetas al club barcelonés, barcelonés, una enormidad, para que pudiese construir el Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Para hacernos una idea de la importanci­a de esta suma, solo decir que las reformas que actualment­e están haciendo el Real Madrid en el Estadio Bernabéu tienen un coste estimado 575 millones de euros, es decir, 95.668.500.000 de las antiguas pesetas, una obra menos ambiciosa que la emprendida, entonces, por el club catalán.

Quince días antes de la inauguraci­ón de dichas instalacio­nes, el 13 de octubre, le fue entregada a Franco la medalla de oro del Palau Blaugrana (bautizado así, en catalán) en agradecimi­ento por la construcci­ón de los dos edificios. El pabellón fue inaugurado en un acto que se desarrolló bajo la presidenci­a del vicesecret­ario de del Movimiento, el falangista de la vieja guardia Manuel Valdés Larrañaga.

Tres años más tarde la junta directiva del Barcelona nuevamente agasajó al Jefe del Estado con motivo de la audiencia concedida por Franco a los representa­ntes del club azulgrana el día 27 de febrero de 1974 a instancias del club. La visita estuvo encabezada por el presidente Agustín Montal, acompañado por el delegado de Educación Física y Deportes, el señor Gich, y el secretario general del Movimiento, José Utrera Molina, así como los más altos cargos del deporte catalán y español, ello con motivo del 75 aniversari­o del nacimiento del Fútbol Club Barcelona. El objeto de la visita era entregar al Caudillo la medalla de oro del 75 aniversari­o y al ministro secretario general del Movimiento Utrera Molina la medalla conmemorat­iva de los recintos deportivos barcelones­es que el Gobierno de España había contribuid­o a sufragar en gran medida, tal y como el presidente del Barça admitió de buen grado.

Una «manita» al Madrid

Además, el Barcelona había goleado 0-5 al Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu diez días antes, quizá por eso sonreían tan satisfecho­s en la foto de portada de «La Vanguardia» los directivos que posaban junto al Generalísi­mo mientras le entregaban una nueva medalla de oro. ¡Eran otros tiempos!

Franco fallecía el 20 de noviembre de 1975. Jaume Rosell (padre del futuro presidente Sandro Rosell) de inmediato avisó al empleado Eduard Combas para que mandara retirar la placa de los «caídos por Dios y por España» de las instalacio­nes del Barça y el busto del Generalísi­mo que había en las oficinas del Barcelona. ¡Amigo que no produce...!

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Franco, recibiendo del Barça la Medalla de Oro del 75 aniversari­o
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LA RAZÓN Francisco Franco llegó a ser muy aplaudido por los aficionado­s azulgrana en el Camp Nou
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Imagen del falangista Valdés Larrañaga

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