Beatriz Gimeno en Beverly Hills

HabríaHabría que preguntarse qué imagina Beatriz Gimeno (esta cuestión se la hace ella pero sobre los hombres que miran a las mujeres) cuando contempla a un espécimen de su género, o de su sexo, en fin, algo parecido a una mujer de toda la vida, o a una trans, no binaria, o barbuda y con paquete, pero obstinada en que es una mujer. ¿Mira por igual a las deseables, a las que no lo son, a Julia Roberts que a la prima carnal de los hermanos Calatrava? La directora del Instituto de la Mujer quiere saber sobre los varones –¿está de acuerdo Marlaska, tal vez Ábalos?–, pero ansiamos conocer qué cambio neuronal sufre ella, dado el caso, si se le planta delante Charlize Theron o un émulo de la monja alférez. Por qué a la mayoría de españolas les gustan los infartantes chulazos de las telenovelas turcas, lo que viene a ser una indecencia capitalista que perpetúa el heteropatriarcado. Cómo se estremeció de dolor cuando vio que por televisión reponían «Pretty woman», ese panfleto que edulcora la prostitución, tanto que desde ese día la incidencia del puterío en relación al censo femenino aumentó tanto como la curva coronavírica, un filme que hiere al neofeminismo tanto como a un niño la muerte de la madre de Bambi.

La «cheerleader» del Ministerio de Igualdad aspira a esclavizar a las mujeres y a exterminar, al menos su devenir como sujetos sexualmente pervertidos, a los hombres valiéndose de esas estrafalarias teorías «woke» por la que un señor por el hecho de serlo es un peligro y una señora, también por haber nacido así, una engañada que no sabe lo que le conviene a ella y al mundo todo. Por eso se derriten por un guapo, he ahí a Pedro Sánchez. El Ministerio de Irene Montero se convierte así en un laboratorio que investiga la vacuna ideológica con la que derribar el capitalismo a través de las teorías de género mientras las ciudadanas y los ciudadanos andamosen asuntos prosaicos como aprender el uso de la pala. Debería explicar Gimeno por qué vemos por las calles a más hombres que mujeres con la pala. ¿Se trata de otro síntoma de que el fin del mundo se acerca? Ya es que me lío.

«La cheerleader de Igualdad quiere someter a las mujeres y exterminar a los hombres»