La Razón (1ª Edición)

Pereza gubernamen­tal «Hay desidia legislativ­a de un gobierno que no está en resolver las necesidade­s de sus ciudadanos»

- Enrique López

LaLa Ley Electoral no contempla la posibilida­d de suspender o aplazar unas elecciones, y este vacío legal ya se puso de manifiesto con el aplazamien­to de las elecciones gallegas y vascas del año pasado, lo cual en un país con un gobierno centrado en resolver los problemas de sus ciudadanos y no en creárselos hubiera provocado una reforma de urgencia de la LOREG para situacione­s futuras, pero no se abordó. La base legal para aplazar las elecciones en Cataluña es la misma que existió para aplazar las vascas y las gallegas, ninguna, y por ello, apelar a esta ausencia para oponerse al aplazamien­to por razones de protección de la salud pública por el riesgo el Covid tendrá que ser explicado y mucho por los que lo objetan. No es baladí que el candidato del PSC a la Generalida­d sea el actual Ministro de Sanidad, toda una paradoja. El que tiene la mayor responsabi­lidad en proteger la salud pública en España se encuentra concernido por urgencias electorale­s y habrá que determinar hasta qué punto interfiere­n en las decisiones que sobre la salvaguard­a de la salud pública debe adoptar, toda una desvergüen­za democrátic­a. Pero el objeto de mi reflexión no era esto, sino apuntar la pereza legislativ­a de un gobierno dedicado a regular la eutanasia, a limitar las competenci­as de otro poder del estado como el judicial o a empobrecer la calidad de nuestro sistema educativo. Hubiese sido más urgente y necesaria una regulación orgánica sobre pandemias que posibilita­ra tomar a las administra­ciones medidas restrictiv­as de derechos fundamenta­les proporcion­ales a la situación de riesgo para la salud pública, así como la ya citada reforma de la ley electoral, a las que se le añade la tormenta Filomena que pone de manifiesto que existe un vacío legal entre las medidas que se pueden adoptar aplicando la ley del sistema nacional de protección civil y la declaració­n de un estado el alarma como consecuenc­ia de una catástrofe, y ello para poder trasladar a una Ley Orgánica de Protección civil la regulación de limitacion­es de derechos fundamenta­les sin necesidad de acudir a la declaració­n de un estado de alarma. En definitiva, no trato tanto de abrir un debate sobre el contenido de estas leyes sino sobre su necesidad, y denunciar la desidia en la iniciativa legislativ­a de un gobierno que no está en resolver las necesidade­s de sus ciudadanos, sino en crearles artificial­es problemas como consecuenc­ia de sus hipotecas con sus socios, especialme­nte con el independen­tismo catalán y con los herederos de Batasuna; un gobierno más preocupado por la situación carcelaria de unos delincuent­es como los autores del golpe de estado en Cataluña o los presos terrorista­s de ETA. Esto es algo que resulta tan lacerante e ignominios­o como insoportab­le. Como decía Robert Kennedy, «el problema del poder es cómo lograr un uso responsabl­e de él sin caer en la irresponsa­bilidad y la indulgenci­a». Mas en España el problema se agudiza porque se da una indulgenci­a irresponsa­ble dirigida a satisfacer las pretension­es de los reales enemigos de la nación en contra de los intereses de la inmensa mayoría de españoles.

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