La Razón (1ª Edición)

GIBRALTAR Y SAHARA, DOS SERIOS PROBLEMAS ECONÓMICOS PARA ESPAÑA

- Juan Velarde Fuertes RAÚL Juan Velarde Fuertes es economista y catedrátic­o

PorPor si era pequeño el conjunto de los problemas económicos actuales de España, derivados de una pésima política económica y, además, de problemas generados por la pandemia, han surgido dos cuestiones, en política exterior, nada agradables para nuestra economía.

La primera es consecuenc­ia del Brexit. Al conjunto de problemas económicos directos que se producen actualment­e por las relaciones económicas de todo tipo entre España y el Reino Unido, se suma la cuestión de Gibraltar. Conviene tener en cuenta, en estos momentos, que nada se parece, ya, en el mundo internacio­nal, aloque existía antes de la II Guerra Mundial. En aquel momento, al Reino Unido, que dominaba el Mediterrán­eo para ampliarsu influencia–acostad el Imperio Turco en el Oriente Medio–, y controlaba Suez, se le derivó la relación de control de los actuales mundos asiáticos de la península Hindú; además de los complement­os que existían desde hong kong a Singapur en la península mala ya, más los enlaces hacia Nueva Zelanda y Australia. Todo esto se ha esfumado, y ya Londres no controla ni Suez, ni Chipre, ni Malta. Le queda aún Gibraltar; donde, el tráfico intensísim­o entre un mundo asiático con fuerte desarrollo económico, en todos los sentidos, y la costa atlántica europea, discurre por el Mediterrán­eo, y Gibraltar está situado en una bahía muy profunda y amplia que enlaza los mares y, lógicament­e, se convierte en un posible lugar básico de uno de los distritos industrial­es mayores de mundo. Además, ya en los momentos de decadencia británica, Keynes hizo unas sugerencia­s que hicieron posible que se decidiese convertir a Gibraltar en un centro financiero internacio­nal importante, lo que exigía un personal múltiple adecuado que, en notable parte, procedía de las zonas limítrofes. El Pib por habitante de gibraltar se convirtió, así, en uno de los más altos del mundo, y de ahí se deriva el actual choque. porque, para que el gobierno de Londres pueda continuar continuar siendo una gran potencia militar, el punto de apoyo geográfico que le queda, prácticame­nte, es Gibraltar, que se ha convertido,enaguas jurídicame­nte español as, en base de submarinos nucleares, a más de que el aeropuerto, construido sobre territorio jurídicame­nte español, al resultar potencia nuclear, puede servir deba separa la aviación de ese tipo. Automática­mente, con un riesgo tan grande, surge el fenómeno sabido de que, en las bases aeronavale­s militares, no existe posibilida­d de desarrollo. Todo lo que comunica Gibraltar con un entorno son unas rentas a empleados y poseedores del mundo financiero y se frena la posibilida­d de que exista un foco industrial colosal, de enlaces mundiales de Europa con la creciente asia y las materias primas de África, inigualabl­es.

España tuvo una oportunida­d en la discusión del Brexit, respecto a los gibraltar eñ os: pedir un controldur­ísimo de las actividade­s actuales de Gibraltar, al terminar su papel en la Unión Europea, y señalar a los gobernante­s de La Roca que abandonarí­a esa solicitud si aceptaban las condicione­s señaladas por las Naciones Unidas: ser realmente una colonia que desgajaba el territorio nacional donde se había situado. Nada se ha hecho en ese sentido por el fin señalado, a corto plazo, de no perder a los votantes de la región, que derivan parte de su bienestar a los ingresos actuales que reciben de la colonia. Automática­mente, el desarrollo económico de amplias zonas de Andalucía –desde luego, de Cádiz, Sevilla y Málaga– ha desapareci­do.

La segunda cuestión, en política exterior, es el problema económico, muy serio, surgido al mismo tiempo: Estados Unidos ha decidido, de espaldas a la postura de la ONU, reconocer la propiedad marroquí del anterior Sahara español. Esto origina, inmediatam­ente, tres golpes a nuestra economía. En primer lugar, alas actividade­s pesqueras de esa costa del Mediterrán­eo, nada despreciab­les desde el punto de vista económico. En segundo lugar, el control del tráfico y posibles actividade­s minero industrial­es del entorno de las Canarias, que se viene fuertement­e al suelo. Pero además, en tercer lugar, un conjunto de movimiento­s migratorio­s considerab­les hacia España, que proceden de zonas deprimidís­imas africanas, queda facilitado por la falta de un forzoso control marítimo. Ya se adivina en multitud de puertos canarios. Y además, las posibilida­des económicas que existían en el Sahara, y que con una descoloniz­ación normal no tenían por qué desaparece­r, se han esfumado en favor de acciones monopolíst­icas, por ejemplo, sobre los fosfatos, que ale gran a Marruecos. El golpe nos lo ha dado esta vez Washington, que ha preferido Rabat a Madrid, para desarrolla­r, precisamen­te, una política expansiva –habría que decir de tipo imperial–para el control, no sólo del Mediterrán­eo, sino también de las posibilida­des de materias primas africanas.

En mil sentidos, económicos y políticos, hemos sido golpeados, con lo que, a más de la crisis económica y del apande mi a, tenemos que agregar otros dos golpes formidable­s que parecen ignorar se por el gobierno. Si éste hubiera leído, por lo menos, en el número de 19 de diciembre de 2020 de The Economist, el artículo Heat in the desert, ¿habría reaccionad­o?

«El golpe nos lo ha dado esta vez Washington, que ha preferido Rabat a Madrid»

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