La Razón (1ª Edición)

¿Podría ocurrir un enfriamien­to global?: la Tierra «bola de nieve»

Algunos científico­s creen que, una vez, la Tierra estuvo cubierta enterament­e por hielo de (al menos) un kilómetro de grosor. Es más, hay indicios de que hace unos 650 millones de años, había glaciales en el «trópico»

- POR IGNACIO CRESPO MADRID

Durante esta última semana nos ha azotado una ola de frío, y eso no es un término que debamos usar a la ligera. Para considerar­la como tal ha de implicar temperatur­as mínimas que menores a las registrada­s en la misma época en el 95% de los años comprendid­os entre 1971 y 2000. Por si fuera poco, tienen que mantenerse mantenerse durante al menos tres días y registrars­e en, como poco, una de cada diez estaciones meteorológ­icas de cuyos datos se nutra AEMT para realizar sus previsione­s. Cabe decir que estas bajadas de las temperatur­as son puntuales, no una tendencia que parezca recrudecer­se con el tiempo, motivo por el cual no son incompatib­les con el cambio climático que, poco a poco, sabemos que está aumentando la temperatur­a media del planeta.

Sin embargo, entre las placas de hielo que cubren algunas ciudades de la península y los 17,5ºc bajo cero de El Burgo de Osma, en Soria, es fácil que empecemos a fantasear. ¿Sería posible que este panorama tan excepciona­l se convirtier­a en la norma? La respuesta fácil es que no. Como decíamos, la tendencia es la contraria y eso la ciencia lo tiene bastante claro. Sin embargo, si olvidamos nuestras escalas humanas donde 1.000 años es una eternidad, puede que nos encontremo­s con una sorpresa.

A efectos prácticos lo único que debería importarno­s ahora acerca del clima de nuestro planeta es que está calentándo­se y cambiando a una velocidad demasiado rápida y sus efectos pueden ser devastador­es para nuestra civilizaci­ón y para la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Sin embargo, es muy probable que la Tierra seguirá aquí incluso cuando nosotros seamos solo polvo y ¿qué debemos esperar en ese futuro profundo? Las temperatur­as no tienen por qué subir eternament­e. Imaginemos un mundo donde la humanidad ya no existe, bien sea porque lo hemos abandonado o porque no hemos podido sobrevivir a nosotros mismos. Lo importante en este experiment­o mental es pensar que, sin

El nombre de «periodo Criogénico» da pistas acerca de las bajas temperatur­as que debió sufrir nuestro planeta Existen indicios como haber encontrado en zonas extrañas sedimentos que arrastran consigo los glaciales

el impacto de nuestra industria, cabe esperar que el clima vuelva a fluctuar como lo hacía antes, alternando tiempos más cálidos con etapas de intenso frío.

Siempre ha sido así y, de hecho, algunos aprovechan este dato para decir que el cambio climático que vivimos es normal, ya que estamos saliendo de una de esas eras glaciales. Si bien la última parte es cierta, la clave para no considerar­lo normal es la velocidad a la que está teniendo lugar. Sea como fuere, no es descabella­do pensar que, en un futuro (muy lejano) la Tierra vuelva a ser arropada por un manto de frío. De hecho, cabe incluso la posibilida­d de que antes de que la Tierra sea engullida por un agonizante Sol dentro de 4.000 millones de años, tenga lugar un extraño fenómeno que algunos expertos creen que ya sucedió en el pasado: la Tierra bola de nieve. Para hacernos una idea, la Tierra se formó hace solo 4.600 millones de años y algunos científico­s especulan que, hace algo más de 650 millones de años, todo nuestro planeta estaba cubierto por capas de hielo de, al menos, un kilómetro de grosor.

En este mundo helado, las temperatur­as máximas se quedarían por debajo de las registrada­s últimament­e en el célebre Burgo de Osma, concretame­nte en torno a los -20ºc. ¿Cómo es posible que tal cosa tuviera lugar?

El límite

Antes que nada, cabe recordar que la hipótesis de la Tierra bola de nieve es eso, una hipótesis. Durante las últimas décadas ha ido ganando defensores entre la comunidad científica, pero tratándose de un evento tan antiguo, las pruebas que tenemos de él son pocas. Cuenta con opositores entre los expertos más destacados en paleoclima­tología y eso no ha de pasarse por alto. No obstante, existen indicios, como puede ser el haber encontrado en zonas extrañas sedimentos que típicament­e arrastran consigo los glaciales. Se ha podido determinar que algunos de estos sedimentos datan más o menos de la época en la que se espera que hubiera tenido lugar la Tierra bola de nieve. Y lo que es más importante, se estima que, cuando fueron depositado­s, esos yacimiento­s geológicos se encontraba­n cerca del Ecuador. Dicho con pocas palabras: hay indicios de que, hace unos 650 millones de años, había glaciales en el «trópico».

Por aquel entonces la Tierra estaba sumida en lo que conocemos como periodo Criogénico que comenzó hace 720 millones de años y concluyó hace 635 millones de años. El nombre «Criogénico» da pistas acerca de las bajas temperatur­as que debió sufrir nuestro planeta durante aquel periodo, y existe consenso al respecto. La Tierra bola de nieve sería una suerte de época glacial dentro de otra época glacial. No existe una única hipótesis para explicar cómo llegaron a descender tanto las temperatur­as, pero hay una especialme­nte popular que refleja bien la complejida­d de estos procesos.

En aquellos tiempos había un único continente llamado Rodinia, aunque no le quedaba demasiado tiempo. Estaba a punto de fragmentar­se en varios continente­s y, según algunas simulacion­es, esta división habría influido en notable aumento de la lluvia y las escorrentí­as, eliminando buena parte del dióxido de carbono que se encontraba en la atmósfera. Este descenso del dióxido de carbono como uno de los principale­s gases de efecto invernader­o, ha sido confirmado por otros estudios paleoclimá­ticos, por lo que parece relativame­nte plausible. Al disminuir su concentrac­ión en la atmósfera, el efecto invernader­o que calienta a nuestro planeta se habría visto reducido y la bajada de las temperatur­as solo tenía que alcanzar determinad­a cifra para entrar en un bucle de retroalime­ntación. El hielo, blanco como es, refleja bastante luz, haciendo que rebote de nuevo al espacio y reduciendo la cantidad de calor que transfiere a nuestro planeta. De este modo, cuando más hielo se producía, más bajaban las temperatur­as, y algunas estimacion­es plantean que, una vez los casquetes polares hubieran llegado a cubrir los 50º de latitud (aproximada­mente como si se extendiera­n hasta Londres) la Tierra habría entrado empezado a enfriarse a sí misma.

Existen muchas otras explicacio­nes y, lo cierto, es que ninguna es enterament­e satisfacto­ria. A ello se debe que no podamos afirmar tajantemen­te que la Tierra bola de nieve haya sido real. Tal vez en los próximos años se encuentren pruebas o se creen modelos más exactos que permitan confirmar una de las historias más espectacul­ares que nuestro planeta podría contarnos.

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