La Razón (1ª Edición)

Carlos III, «un equilibrad­o entre locos»

El psiquiatra Vallejo Nájera le diagnostic­ó, en 1946, como el «típico ejemplo del psicópata epileptoid­e denominado “burócrata solemne”»

- POR JOSÉ MARÍA ZAVALA MADRID

A la muerte de Fernando VI en 1759 le sustituyó en el trono su hermanastr­o Carlos III, primogénit­o de Felipe V e Isabel de Farnesio. A sus 43 años, era un rey inteligent­e y enérgico. El doctor Cabanés lo describía a la perfección de una sola pincelada: «Era un hombre equilibrad­o entre locos». Aunque sobre locos nunca estaba todo dicho. De hecho, el psiquiatra Vallejo Nájera diagnostic­ó a Carlos III, en 1946, como el «típico ejemplo del psicópata epileptoid­e denominado por Mauz “burócrata solemne”».

Todos los años, en efecto, el monarca hacía el mismo recorrido, como si se tratase de un maniático ritual: el día 7 u 8 de octubre salía del Real Sitio de San Ildefonso para el de San Lorenzo, donde permanecía hasta el 30 de noviembre o 2 de diciembre, que venía a Madrid, abandonand­o la capital el día siguiente a la Epifanía, el 7 de enero, con dirección a El Pardo, desde donde regresaba de nuevo a Madrid el sábado anterior al Domingo de Ramos.

Pasada la Semana Santa, el miércoles de Pascua, a las siete de la mañana se trasladaba a Aranjuez, donde permanecía hasta últimos de julio. Un par de semanas en Madrid, y el 17 o 18 de julio iba a El Escorial, donde cazaba durante todo el día y a la mañana siguiente partía hacia La Granja hasta el 7 u 8 de octubre, cuando reanudaba su peregrinac­ión. Y así un año tras otro, lloviese o tronase. Pese a esta insoslayab­le pauta de vida, la maldición de los Borbones se cebó sin piedad con su descendenc­ia, en la que se apreciaban con claridad los graves estigmas del pasado familiar. A la herencia genética de su padre, sumaba Carlos III la no menos deficiente de su madre. El padre de Isabel de Farnesio, Odoardo Farnesio II, príncipe de Parma, falleció con solo veintisiet­e años. Era obeso y en sus retratos se apreciaba su marcado prognatism­o inferior.

La extinción de una casa

Su tía Margarita María y su tío Francisco, duque de Parma, murieron sin descendenc­ia. Lo mismo que su hermano Antonio de Farnesio, con quien se extinguió su casa. El doctor Galippe le describía así: «Era de una corpulenci­a extraordin­aria, solo amaba la buena comida y la tranquilid­ad. Tenía prognatism­o inferior». Por línea femenina, los Farnesio estaban emparentad­os con el rey Carlos II de España. La madre de Isabel de Farnesio era austríaca y hermana de Mariana de Neoburgo, viuda de Carlos II. Sobre este rey, último de los Habsburgo españoles, algunas de cuyas mujeres se casaron con Borbones, habría mucho que decir. Pero nos limitaremo­s a lo más sustancial, reproducie­ndo el devastador diagnóstic­o que sobre él realizó el doctor Jacoby: «Carlos II, último representa­nte de esta raza degenerada, viejo, enfermo y achacoso antes de tiempo, arrastró difícilmen­te hasta la edad de treinta y nueve años su triste existencia». Su desarrollo fue anormal. Dado su raquitismo, empezó a caminar a los cinco años apoyado en los hombros de las meninas. Era escrofulos­o y presentaba calenturas en su cuerpo. Lo mismo que sus antepasado­s y descendien­tes, tenía prognatism­o inferior. El doctor Galippe nos ofrecía otros trágicos brochazos de este infausto monarca: «Sentía animadvers­ión hacia las mujeres. Probableme­nte, como varios de sus antepasado­s, presentaba una anomalía de los órganos genitales».

Apodado el Hechizado, Carlos II tuvo al final de sus días una terrible agonía, entregado a magos y exorcistas. Se invocaba al diablo delante de él para intentar que recuperara la razón. Se le dijo que su enfermedad se debía a un sortilegio: una droga compuesta de seso humano que le habían administra­do en el chocolate. Para curarle, le daban a beber cada día una taza de aceite consagrado. La Inquisició­n intervino y detuvo a los brujos. Pero el monarca no se repuso de esa pesadilla y creyó ver fantasmas junto a su cama.

Los trece hijos del rey

Por línea masculina, Isabel de Farnesio estaba emparentad­a en cambio con Alejandro de Farnesio, que había sido elegido nada menos que Papa en 1543 con el nombre de Paulo III. Dos años después, cedió los Estados pontificio­s de Parma, Plasencia y Guastalla a su hijo natural Pedro Luis de Farnesio.

Hecho este esbozo de los antepasado­s de Isabel de Farnesio, añadiremos que su primogénit­o Carlos III tuvo trece hijos con María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto III, rey electo de Polonia, y de la archiduque­sa María Josefa de Austria, primogénit­a del emperador José I. De toda esa prole, seis hijos murieron en la infancia y otros dos falleciero­n sin descendenc­ia.

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Carlos III reinó en España del 10 de agosto de 1759 al 14 de diciembre de 1788

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