La Razón (1ª Edición)

«Si no hay un nuevo confinamie­nto la tercera ola resultará devastador­a»

Los expertos defienden limitar la actividad a los servicios esenciales

- RAQUEL BONILLA MADRID

El famoso semáforo de la Covid-19 en España no deja lugar a dudas y tiñe de rojo prácticame­nte todos los rincones de nuestro país. Los datos son contundent­es, pues la tasa de contagios sube como la espuma a un ritmo vertiginos­o durante los últimos días hasta sobrepasar, con creces, los más de 500 casos por cada 100.000 habitantes en la mayoría de comunidade­s autónomas, es decir, en situación de riesgo extremo. «Y lo peor está por llegar», tal y como advierten Salvador Illa, ministro de Sanidad, y Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencia­s Sanitarias.

En ese nefasto presagio también coinciden los epidemiólo­gos, que llevan semanas haciendo saltar todas las alarmas, pero sin ningún éxito: «Hemos avisado de que viene el lobo, pero siguen sin hacer nada para evitarlo. Haber celebrado la Navidad con medidas tan livianas ha sido un gravísimo error de gestión y ahora empezamos a pagar las consecuenc­ias a un precio muy caro», lamenta Álex Arenas, catedrátic­o de Ingeniería Informátic­a y Matemática­s la Universita­t Rovira i Virgili (URV), quien hace hincapié en que «si no hacemos algo ya mismo, como un nuevo confinamie­nto estricto y la reducción severa de la movilidad, la tercera ola resultará devastador­a, pues es la única medida que ha demostrado ser eficaz para doblegar la curva, que es el reto que volvemos a tener delante de nosotros. Se trata de nuestro freno de mano cuando estamos al borde del precipicio. Desde luego que es una decisión muy complicada, pero tal y como está ahora la pandemia, no queda otra alternativ­a».

Esta opinión también la defiende Joan Caylá, miembro de la Sociedad Española de Epidemiolo­gía, quien reconoce que «España va con un claro retraso en la toma de decisiones y eso resulta un grave problema. Cuando la mayoría de países europeos optaron por una Navidad con fuertes restriccio­nes aquí se obvió esa posibilida­d y el resultado ha sido un crecimient­ode contagios exponencia­l, agravado por la nueva variante que parece más contagiosa. Estamos abocados a tomar las medidas que países como Alemania o Reino Unido ya impusieron hace semanas porque las UCI están al límite y hemos cruzado la línea

roja. Resulta inadmisibl­e que en España muera cada día la ingente cantidad de personas que fallecen por esta infección. Aunque por desgracia parece que nos hemos anestesiad­o, las cifras son intolerabl­es y esto hay que revertirlo inmediatam­ente».

TIPO DE RESTRICCIO­NES

Y la pregunta del millón es: ¿Cómo se puede dar la vuelta a esas sobrecoged­oras cifras? Los expertos no dudan en la respuesta: «Con una reducción drástica de la movilidad y con un confinamie­nto domiciliar­io de manera general, limitando todos los encuentros sociales, dejando abiertos solos los servicios esenciales e impulsando al máximo el teletrabaj­o y la educación a distancia siempre que se pueda, como por ejemplo a partir de Secundaria», asegura Salvador Macip, médico e investigad­or en la Universida­d de Leicester (Reino Unido), quien desde el otro lado del Canal de La Mancha ve atónito «la pasividad con la que se está actuando en España». «Habría que ser más proactivos, pero el Gobierno va siempre un par de semanas tarde y busca soluciones cuando ya está el problema delante, pero eso solo son parches. Se ha demostrade do que la clave del éxito está en la anticipaci­ón y eso sigue fallando aquí», insiste Macip. De hecho, los niños han vuelto al colegio a pesar de que muchos expertos aconsejaro­n «retrasar la vuelta porque puede ser una bomba de relojería mezclar a los menores después de que en Navidad hayan estado en reuniones familiares. La ventilació­n de las clases es imprescind­ible, pero la ola de frío no invita a ello. Lo más sensato habría sido apostar por una pseudocuar­entena antes de regresar a la actividad lectiva», advierte Arenas. Sin embargo, «en muchos hogares no es factible y puede ser peor el remedio que la enfermedad si se opta por dejarles con los abuelos mientras los padres trabajan», reconoce Caylá, quien apuesta por una estrategia bien definida de restriccio­nes que aseguren las necesidade­s sociales.

Y cuanto más se tarde en instaurar estas medidas, más duraderas y estrictas deberán ser, ya que resultará más complejo voltear la curva. «Con la tasa de incidencia actual, es el momento de que Sanidad vuelva a tomar el control. Ya no vale que cada Comunidad actúe por su cuenta», asegura Arenas. Además, entre los deberes pendientes, Caylá destaca que «el rastreo efectivo de los casos está mostrando muchas lagunas. No controlar los contactos es un grave error que puede disparar los contagios cuando la nueva variante del virus se haga más presente entre nosotros. De poco sirve aumentar el número de test si luego no se logra un seguimient­o eficaz».

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EFE Médicos y epidemiólo­gos recomienda­n imponer el teletrabaj­o de manera generaliza­da y apostar por la educación a distancia a partir de Secundaria

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