La Razón (1ª Edición)

Populismos «reaccionar­ios»

- Julián Cabrera

TeníaTenía ocasión esta semana el presidente del gobierno en un encuentro con embajadore­s españoles de defender la importanci­a de los valores democrátic­os y constituci­onales en alusión a los graves sucesos ocurridos hace días en el capitolio de Washington, sucesos que apuntaba Sánchez, muestran adonde acaban llegando unos populismos que cataloga como «reaccionar­ios» y cuya llegada al poder en España, decía, debe intentar evitarse. Palabras del jefe del ejecutivo que cualquiera suscribirí­a en honor a la verdad salvados algunos nada irrelevant­es matices semánticos. El último acto vivido ayer miércoles –tan solo hace unas horas– en el mismo capitolio ya con los ánimos más contenidos enterraba con la toma de posesión de Joe Biden una etapa de permanente flirteo con modos no precisamen­te pegados a la ortodoxia democrátic­a, sin embargo hubo algo más, porque por encima del carpetazo a cuatro años de «trumpismo» en el poder, esta toma de posesión puede haberse convernaci­onal. tido en un nada irrelevant­e punto de arranque para iniciar la reconquist­a frente a los populismos tanto los que reciben el apellido de reaccionar­ios, como los surgidos también como setas por lo largo y ancho del mapamundi con tintes bolivarian­os y de otros pardos pelajes.

La tentación por tachar de radicales populistas a los adversario­s ideológico­s se ha convertido ya en un arma arrojadiza más dentro de la trifulca política y de ello tampoco se libra nuestro animado patio Cuando el jefe del gobierno avisa ante un elenco de embajadore­s extranjero­s de la necesidad de evitar similar trago en nuestro país, en realidad apunta en una sola dirección que no es otra más que un eventual regreso al poder del Partido Popular por la única vía hoy por hoy posible –seamos realistas– cual es el apoyo parlamenta­rio de Vox, como ocurre a nivel autonómico en Madrid, Murcia o Andalucía. Es aquí donde, ni siquiera el presidente logra sustraerse a tamaña tentación –«reaccionar­ios»– cuando en realidad tan pernicioso es el populismo de Trump, de Urban, de Bolsonaro o de Le Pen, como el de Maduro u otros regímenes bolivarian­os pseudo comunistas o por supuesto el nacional-populismo que como nadie ha sabido encarnar en Cataluña un independen­tismo que tiene en el prófugo Puigdemont a su máximo exponente… y estamos excluyendo puntuales «tics» del socio de gobierno de la nación. Sánchez acertó destacando la lección del capitolio, pero, ojo, lección para todos.

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