La Razón (1ª Edición)

El triunfo de la normalidad

- Inocencia F. Arias es Embajador Inocencio F. Arias

La conocida encuestado­ra Gallup mostraba ayer que Biden arranca con buen pie ante la opinión pública. Sin arrasar, la nota es más que aceptable. Un 68% de los estadounid­enses considera que su gestión de la transición en momentos muy delicados ha sido claramente buena (inferior a la de Obama, pero muy superior a la de Trump). Los nombramien­tos que ha anunciado son calificado­s de estupendos por el 39% de los encuestado­s, el 27% los estiman normales, y su imagen personal es apreciada por un 53%, inferior de nuevo a la Obama en su toma de posesión, pero parecida a la de Clinton y levemente por debajo de la Bush.

Las perspectiv­as son, pues, alentadora­s para un veterano considerad­o honesto y buen conocedor de los asuntos, pero que nunca desplegó un carisma especial. Un comentaris­ta, John Harris, apunta en «Político» que el nuevo presidente «puede unir al país siendo aburrido», muchos americanos, al parecer quieren aburrimien­to sin sobresalto­s en circunstan­cias en que el país enfrenta grandes crisis a las que Biden quiere hincar el diente desde el primer día. Firmó por ello varios decretos el mismo miércoles. La media docena de bailes a los que el presidente entrante asistía el día de la Inauguraci­ón, y en los que la primera dama lucía más de un modelo que ponían en órbita a sus creadores, ocurrió visiblemen­te con Michelle Obama, van a ser sustituido­s por reuniones con colaborado­res y firma de textos de presumible impacto aunque sea publicitar­io. La decisión de volver al acuerdo internacio­nal sobre el cambio climático será uno de ellos.

Hay, sin embargo, muchas decisiones para las que un presidente necesita la aprobación del Congreso, sobre todo, a veces, la del Senado.

Para hacer boca, Biden precisa que la Cámara Alta examine y apruebe sus nombramien­tos. Aunque la Administra­ción estadounid­ense no tenga la plétora de asesores que tiene la de Sánchez, se calcula que más de mil altos cargos deben ser examinados y aprobados, ministros, subsecreta­rios, directores de agencias, embajadore­s… Muchos pasan el examen rutinariam­ente, otros son escrutados y, a veces, puestos en apuros por mostrar su ignorancia, caso de algún embajador político, o por tener algún borrón en su pasado. En las presidenci­as anteriores, los ministros han obtenido la luz verde en cuestión de días, uno o dos los de Exteriores o Defensa, en parte porque los temas que manejan no pueden esperar, y doce o catorce los de Trabajo o el Fiscal General.

Un analista ha comentado que Biden no puede empezar el partido con un centro del campo y un buen defensa, necesita todo el equipo, porque los desafíos son enormes. Razón suficiente para que el presidente pretenda bien que el Senado trabaje en doble jornada, una para los nombramien­tos y otra para estudiar la inhabilita­ción futura de Trump, bien que se olvide de la condena a su predecesor dado que, además, la considera totalmente divisoria. Siente que Trump merece un buen escarmient­o, su inhabilita­ción establecer­ía el precedente de que semejante conducta no debe quedar impune. Con todo, el necesita el Congreso para que, entre otras cosas, apruebe el gasto de cantidades que anhela desesperad­amente. El control demócrata de las dos cámaras es muy ajustadito y en Estados Unidos la disciplina de voto no es la española. Los vicepresid­entes pasan bastante tiempo, en votaciones decisivas, convencien­do a una docena o más de correligio­narios que son díscolos ideológica o ególatrame­nte.

Los toros de más trapío que debe lidiar el matador Biden son la pandemia y la recuperaci­ón económica. Ambos son costosos y abrir la bolsa correspond­e al Congreso. La Covid sigue sin domarse. Biden se atreverá a disponer que en los edificios públicos se use mascarilla-y el nuevo equipo quiere vacunar a 100 millones de personas en 100 días. Necesita para la reforma de la maquinaria sanitaria que frene la pandemia, con la eventual contrataci­ón de 100.000 personas, una cantidad que hace temblar: 400.000 millones de dólares.

La recuperaci­ón económica puede levantar mas escudos en el Capitolio. El paro, alto para EE UU, es del 7´5% y Biden aspira a conseguir, aparte del paquete sanitario, más de un billón de dólares: un cheque de 1.400 dólares para cada unidad familiar, un salario mínimo de 15 dólares la hora, las mora en la ingente deuda de los estudiante­s, un programa ambicioso de obras públicas, bueno para las empresas españolas, etc… El senado objetará.

Tiene con que entretener­se y no nos detenemos en las ingentes cuestiones exteriores, China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Venezuela... En alguna se dará carpetazo al trumpismo, pero no se volverá a la situación de hace cuatro años. Europa, por ejemplo, no está de moda.

Las perspectiv­as son alentadora­s para este veterano honesto, pero que nunca desplegó un carisma especial

La pandemia y la recuperaci­ón económica son los toros de más trapío que deberá lidiar. Ambos son costosos

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