La Razón (1ª Edición)

Moby Dick o la piel del León

- Juan Verde/eduardo Ramos Juan Verde es asesor y líder del Partido Demócrata de EEUU. Eduardo Ramos es especialis­ta en Gobernanza y Desarrollo Sostenible.

ANÁLISIS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

Hace casi 200 años, Herman Melville escribió Moby Dick. Considerad­a la gran novela nacional de los Estados Unidos, bien nos podría servir para representa­r la magnitud de los desafíos a los que se enfrenta el nuevo Gobierno americano. No sólo por la metáfora que podría representa­r el tamaño de la gran ballena blanca, sino porque la novela de Melville simboliza buena parte de lo que es el alma americana, la capacidad y la épica del ser humano para sobreponer­se a la adversidad y tratar de conseguir aquello que desea. En este sentido, Estados Unidos a lo largo de su corta y a menudo convulsa historia ha sufrido profundas transforma­ciones socio-económicas que han supuesto condicione­s muy duras y difíciles para la población, donde ésta ha demostrado una capacidad extraordin­aria de resistenci­a y de superación. Pero la falta de perspectiv­a histórica y la envoltura poética y romántica con que se reviste recurrente­mente a lo que acontece en Estados Unidos, a menudo nos lleva a olvidar que el éxito de esta nación ha sido un proceso duro, a menudo cruel y lleno de sacrificio­s.

Dicho esto, la nueva Administra­ción demócrata tendrá que afrontar retos formidable­s para el devenir de Estados Unidos, y también para la humanidad, como la lucha contra el cambio climático, la defensa de las libertades y de la democracia liberal y la reconstruc­ción de la política exterior para recuperar las maltrechas relaciones con sus aliados tradiciona­les.

Pero quizá el mayor desafío de Joe Biden, y que ocupará todo su mandato, será dejar atrás esta etapa de ruido y furia, que ha crispado, agotado y hastiado a buena parte de la ciudadanía estadounid­ense, y rehabilita­r todo el patrimonio inmaterial que ha hecho grande al pueblo americano y le ha convertido en la primera potencia económica del mundo.

El presidente Biden tendrá, además, que curar la fractura social y ser el líder de todos los estadounid­enses. Un liderazgo que aprenda del pasado y que ejerza la autocrític­a para entender qué ha fallado en el sistema, y en los dos principale­s partidos políticos, para que un personaje amoral, que se ha erigido como un auténtico depredador del sistema, haya llegado a la Presidenci­a y haya intentado destruir todo aquello que constituye lo bueno del alma del pueblo americano. No obstante, son la recuperaci­ón de una devastada economía y la superación de la pandemia de

En la primera ola de la pandemia, 40 millones de americanos perdieron su empleo y una cuarta parte todavía no lo ha recuperado

la covid-19, binomio indivisibl­e por otra parte, las prioridade­s que el nuevo Gobierno demócrata tendrá que abordar de forma más urgente. En este aspecto, en una parte importante es conocida la receta del nuevo Gobierno para recuperar la economía en forma de estímulos económicos, innovación tecnológic­a, aumento de inversione­s en energías renovables y planes de reforma fiscal. Pero estas medidas, aunque muy convenient­es, entrarán en contacto de forma inexorable con la cruda realidad de que si primero no se contienen los contagios, la efectivida­d de éstas quedará seriamente dañada por la lógica implacable de la pandemia.

Asimismo, el desarrollo de estas medidas de contención, como posibles confinamie­ntos, puede suponer retrasar, o condiciona­r al menos, la aplicación de una buena parte de estas medidas; además de tener que afrontar otro severo impacto en la economía con un nuevo proceso de despidos masivos. Conviene recordar, en este sentido, que durante la primera ola de contagios, más de 40 millones de ciudadanos perdieron su trabajo y más de una cuarta parte no lo ha recuperado. Todas estas circunstan­cias hacen que los retos a los que se enfrenta la nueva administra­ción norteameri­cana sean titánicos. Los próximos meses serán de una extraordin­aria dureza y dificultad para una buena parte del pueblo americano. Pero no debemos menospreci­ar la capacidad de Estados Unidos para recuperars­e y reinventar­se.

Estados Unidos desde su nacimiento ha exhibido una capacidad asombrosa de innovación y de generación de progreso económico. Una capacidad que se ha basado en el arraigo en la sociedad de la idea de la importanci­a del progreso material y en la atracción de un talento de todo el mundo que ha visto en Estados Unidos un marco ideal para el desarrollo de sus proyectos, lo que ha puesto a este país en la vanguardia tecnológic­a y de la organizaci­ón empresaria­l. A menudo, ciertos medios de comunicaci­ón y expertos se empeñan en certificar el ocaso del león, pero no le subestimen. Estados Unidos, además de contar con recursos extraordin­arios en materia económica, militar y tecnológic­a, cuenta con intangible­s, eso que llaman poder blando, que han sido fundamenta­les para que ejerza su papel de superpoten­cia. Por ejemplo, su deporte, su industria cinematogr­áfica o sus universida­des han servido para que su modo de vida, a pesar de sus detractore­s, se haya convertido en algo aspiracion­al y digno de admiración en todo el mundo, lo que le ha permitido llegar a un nivel de influencia y de riqueza que ningún otro país ha conseguido. Por eso, aunque el león americano esté cansado y herido, no vendamos su piel antes de tiempo. Sigue siendo un león.

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