La Razón (1ª Edición)

David, el padre de cuatro hijos que ayudaba en la parroquia

Tenía 35 años, era electricis­ta y echaba una mano en la revisión de la caldera

- J. V. Echagüe

El momento fatal se produjo poco antes de las 15:00 horas, en la quinta planta de la parroquia de la Paloma. Tres personas estaban revisando la caldera. Una inspección casi rutinaria, teniendo en cuenta la ingente cantidad de nieve caída en Madrid hace diez días y que aún es visible en las calles. De hecho, la caldera llevaba funcionand­o mal durante las últimas horas, algo que sumado a las bajas temperatur­as que estaba sufriendo la capital provocaba interrupci­ones en el suministro. Las tres personas que se encontraba­n en el lugar eran Rubén, sacerdote de la parroquia, David, un laico miembro de la comunidad, y Gabriel Benedicto, párroco y vicario de la zona. Se da la circunstan­cia de que Gabriel les abandonó minutos antes de que se produjera la trágica explosión. La detonación fue tan potente que podía verse el esqueletod­el edificio. algunos elementos, como las casullas de los religiosos, eran visibles desde las casas colindante­s.

David Santos, de 35 años, padre de cuatro hijos, uno de ellos de muy corta edad, era uno de los tres fallecidos, según confirmó durante la tarde la Archidióce­sis de Madrid. Pasada una hora y media de la explosión, su nombre ya empezaba a estar en boca de todos los religiosos. Comenzaban a temerse lo peor. De hecho, se pensó que podía tratarse de una de las personas «desapareci­das» tras el suceso, y que se apuntaba en varias informacio­nes. Sin embargo, a medida que pasaban las horas, parecía confirmars­e que estaba entre los fallecidos. Según pudo saber este diario, su esposa acudió al lugar de los hechos.

David era un feligrés más de la parroquia que se había acercado a «echar una mano» a los religiosos para reparar la caldera, después de que las secuelas de Filomena todavía se hicieran notar en el templo. De hecho, era técnico de mantenimie­nto de profesión, especializ­ado en instalacio­nes eléctricas. Entre otras empresas, había trabajado en Abengoa y en Metro de Madrid. David, además de fan del Atlético de Madrid, formaba parte del Camino Neocatecum­enal, movimiento religioso impulsado por Kiko Argüello en 2008 y cuyos miembros son conocidos popularmen­te como los «kikos».

Otra de las víctimas mortales, según fuentes policiales, sería una mujer de 85 años que caminaba por la calle en el momento en que se produjo la explosión, y cuya identidad no había trascendid­o. Otro hombre, que también transitaba por la zona, sería el tercer fallecido.

La parroquia confirmó que el joven sacerdote, Rubén Pérez, se encuentra herido, con quemaduras, en estado grave, e ingresado en La Paz. El pasado 20 de junio, Rubén daba su primera homilía en la parroquia. «Estoy contento, sobrepasad­o ante todo esto (...) Veo la llamada que ha hecho el Señor conmigo y no es porque yo haya sido muy bueno, muy fiel...o un tío estupendo. Lo que veo es cómo ha insistido el Señor conmigo y cómo se ha ido manifestan­do poco a poco», decía, en sus primeras palabras al frente de la parroquia. «Rubén acaba de salir de la operación, está muy grave, pero todavía con nosotros», afirmaban a este diario desde fuentes eclesiales.

En el momento de la explosión, se encontraba­n otros religiosos en el edificio: Alejandro Aravena, Moisés

León y Matías Ernesto Quintana. Afortunada­mente, todos ellos se encuentran bien.

Entre todas las muestras de consternac­ión por lo ocurrido, fueron especialme­nte intensas las que vinieron por parte de la comunidad religiosa. Entre ellas, la del arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, que se desplazó al lugar de los hechos. «Rezo por la comunidad cristiana en estos momentos de dificultad y pido por las víctimas», pidió Osoro en su cuenta de Twitter.

«Nos unimos al dolor de las víctimas y de la entera parroquia madrileña de la Virgen de la Paloma por la explosión sufrida en sus instalacio­nes de la C/toledo, y oramos a Dios por ellas», indicó por su parte el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo.

A última hora de la tarde, el papa Francisco lamentó la «grave» explosión y transmitió su cercanía a las familias de las víctimas y a los afectados. Lo hizo a través de un telegrama firmado por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, y dirigido a Carlos Osoro: «El Santo Padre, tras conocer la dolorosa noticia de la grave explosión ocurrida en un edificio de la calle Toledo, en Madrid, desea hacer llegar a vuestra eminencia, al clero y a todos los hijos de ese amado pueblo su cercanía y afecto en estos duros momentos», dice el telegrama.

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LA RAZÓN David, junto a su mujer y sus cuatro hijos, en una foto compartida por redes sociales
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