«TE VAS, PERO NO TE EXILIAS»
NoNo es que con la lengua se libren batallas encarnizadas, sino por ella misma. Para que las palabras signifiquen algo y la mentira, lo que no se corresponde con los hechos sucedidos, triunfe o no sea pisoteada por cualquier demagogo de lágrima fácil. A lo largo del proceso independentista se produjo una depuración del lenguaje tan absurda que se consideraba «democrático» el derecho a destruir la legalidad constitucional de un país. Cuando se les hacía ver la incongruencia, la mentira, decían que esa Constitución no era más que un vestigio del franquismo. Además, existía un derecho histórico por encima del voto que les permitía confundir la urna con un orinal, como les decían a aquellos inquebrantables demócratas de Weimar. No había manera. Durante un tiempo, una vez dictada la sentencia del 1-O, había que tener cuidado en utilizar «políticos presos» y no «presos políticos», políticos», ya que esta consideración es propia de dictaduras, y ellos buscaban «presos políticos», como también buscaban algún muerto –según su propia confesión–para reblandecer el corazón de algún tribunal de Bruselas. No pasa nada por llamarles «presos políticos» porque su delito, efectivamente, había sido de carácter político.
No de opinión, sino de hechos consumados contra la convivencia civil, el más grave. La política también delinque, incluso cuando sólo malversa, estafa o administra una caja B. Pablo Iglesias dijo el otro día que Puigdemont le recordaba a los exiliados españoles que salieron de España tal y como Franco ganó la guerra. Otros, incluso, se fueron antes. Nada que objetar: una persona que se pone a llorar como un niño cuando lo nombran vicepresidente tiene el mismo efecto patético que ver llorar a Al Capone (Robert de Niro) oyendo cantar en la ópera el aria «Vesti la giubba» de «Pagliacci». Lloras y te ríes. Hay que entender que el nacionalismo y el populismo tropical viven de sueños –pesadillas para otros– y dramas que no les pertenecen. Carmen Calvo dijo ayer que «te vas, pero no te exilias», durísima réplica a su compañero de gabinete. ¿Qué nombre tiene el que huye de una democracia?