Adicción, esa tragedia griega
El Thomas de Quincey que estaba endeudado y arrastraba la adicción que le había llevado a escribir las «Confesiones de un inglés comedor de opio»
hubiera asentido a muchas de las líneas de Thomas Hager. Este profesor de la Universidad de Oregón ha seleccionado diez sustancias para un libro que regala sorpresas, información fehaciente y actualidad. En un mundo que solo habla de vacunas y medicamentos, de farmacias y laboratorios desde hace un año, y en un ambiente editorial saturado de trabajos acerca del coronavirus, desde lo médico, social y hasta filosófico, es de agradecer un texto como este de Hager, realmente iluminador y ameno. En él nos explica muy bien el origen del citado opio, una «planta milagrosa» que los humanos descubrieron hace más de diez mil años y que les sirvió como medicina, hasta convertirse con el tiempo en un ingrediente adormecedor que podía tomarse por vía oral, nasal o rectal, y fumado, bebido o ingerido como sólido. Pero la frontera entre lo medicinal y la drogadicción es muy fina, pues también funcionaba para alcanzar la felicidad, «una puerta de entrada al placer». El
▲ Lo mejor Lo bien que Hager explica la antigüedad de las drogas y nos lleva a las píldoras que tenemos hoy al alcance
▼ Lo peor Tal vez el autor tendría que haber incidido más en asuntos científicos alrededor del sistema inmunológico
autor incluso usa una palabra que se relacionaba con ello, «euforia». Y por algo se llama así la extraordinaria serie de Sam Levinson que se emite en HBO. Ya los griegos antiguos supieron que tal estado eufórico tenía el reverso del peligro. Hager nos lleva con mano maestra por esta y nueve drogas más. El aliciente será conocer multitud de asuntos históricos en relación a estas sustancias a partir de episodios reales que nos llegan como una estupenda narración, surgiendo en ellos Bayer, la heroína, los antihistamínicos o la píldora anticonceptiva. Y todo poniendo el acento en el hecho de que aún dura «la búsqueda del santo grial contra el dolor: un fármaco que tenga todo el poder de los opiáceos pero que no cree adicción».