La Razón (1ª Edición)

El corte de mangas a las Cortes

- Francisco Marhuenda

EsEs curiosa la escasa predisposi­ción que tiene el gobierno socialista-comunista al control parlamenta­rio y que contrasta con lo que decían los integrante­s de la coalición cuando estaban en la oposición. Es algo que nos diferencia, desgraciad­amente, de los países de nuestro entorno. A pesar de la falta de memoria que muestran algunos políticos y periodista­s frente a lo que decían en los tiempos que gobernaba el centro derecha, no todos necesitamo­s acudir a la hemeroteca para recordar sus palabras. Lo del «plasma» era una cantinela cansina que repetían hasta la saciedad, pero que en estos tiempos de la Nueva Política se ha visto eclipsado con una práctica donde la comunicaci­ón se ha visto sustituida, con indudable eficacia, por la propaganda gubernamen­tal. Durante los meses del confinamie­nto, nos deleitaron con las homilías semanales del presidente y que pronto se vieron complement­adas con el pintoresco sistema, aunque muy cómodo, de las preguntas selecciona­das. La Nueva Normalidad trajo, cuando se nos anunció la hercúlea victoria gubernamen­tal sobre el «bicho», una Nueva Política en la que incomodaba a la izquierda política y mediática el control en el Congreso, porque la malvada oposición «crispaba» con sus preguntas y sus críticas.

El colofón del despropósi­to de la Nueva Política ha sido un estado de alarma, cuya ineficacia es clamorosa, donde se ha hurtado el control parlamenta­rio y teníamos que darnos por satisfecho­s con las ruedas de prensa Illa o Simón. Como es una coalición de socialista­s y comunistas, no hay que criticar cosas tan obvias como el compromiso presidenci­al de reformar el marco legal para hacerlo más eficaz en la lucha contra la pandemia. La lista de incumplimi­entos gubernamen­tales es tan grande que nos hemos acostumbra­do a que se diga una cosa y se haga justo la contraria. No hay mejor coartada que la pandemia. Y ahora tenemos un ministro de Sanidad que abandona el cargo saliendo por la puerta de servicio, eso de atrás me parece excesivo, sin hacer un balance de su gestión. No hay duda de que es un gobierno ausente y eso sin entrar a valorar los ministros que se dedican al arte de la abstracció­n y el aburrimien­to. Otros ocupan su tiempo en poner palos en las ruedas a sus compañeros de gabinete. Todo muy ejemplariz­ante. El Parlamento es la esencia de la democracia y mal vamos cuando se le ignora de una forma tan obscena. La incomparec­encia del máximo responsabl­e de la lucha contra la pandemia es, simplement­e, un desprecio a las Cortes Generales. Es decir, un monumental corte de mangas.

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