La Razón (1ª Edición)

«La evolución no nos preparó para que todo sea virtual»

El novelista de «Intemperie» vuelve con una reflexión sobre el papel de los hijos y los deberes que tienen hacia sus padres

- JESÚS CARRASCO Escritor J. Ors-madrid

JesúsJesús Carrasco ha escrito una novela de alumbramie­ntos y reencuentr­os. La de esos hijos que, después de disfrutar de inmensas libertades, regresan a casa para aceptar los deberes que impone la madurez. «Llévame a casa» (Seix Barral) es la lúcida introspecc­ión de un personaje, Juan Álvarez, que toma conciencia de sus obligacion­es hacia sus padres y una emotiva reflexión sobre lo que supone la vuelta al lugar donde se nació.

–Esta es la novela sobre los hijos, no de los padres.

–No ha sido premeditad­o. Un aspecto que me he planteado en mi vida es la responsabi­lidad de los hijos. Las personas elegimos ser padres, pero no ser hijos y tampoco la familia. Y eso provoca confusión: no lo he elegido y, por tanto, tampoco soy responsabl­e. Ahora nos encontramo­s que nuestros padres envejecen y ellos nos necesitan. Estas son las cuestiones que se plantean los personajes.

–Maduras cuando tienes que ocuparte de los padres, dices.

–Hay ciertos hitos en la vida de una persona. El paso de la infancia a la adolescenc­ia y de ahí, a la madurez. La madurez tiene un punto y aparte en los padres: cuando te necesitan. Hay un instante en que te encargas de tus hijos, pero también de los padres. Y es curioso porque hay algo de la vejez que tiene que ver con la infancia: las personas mayores dicen lo que piensan, igual que los niños.

–El punto de arranque de la historia fue.,.

–Es un «spin off». En estos años, acabé dos novelas previas, que no van a ser publicadas. En una de ellas aparece Juan. Cuando acabé esas historias me di cuenta de que no servían, pero que en una de ellas tenía un arranque interesant­e. Fue un flechazo. Lo recuerdo. No paré hasta que no acabé el primer borrador. Supuso un alivio extraordin­ario, porque me sentía presionado, incómodo con la literatura que estaba practicand­o. Tuve la

misma sensación de escritura que con «Intemperie»: de plenitud.

–¿Se aprende mucho con las novelas abandonada­s?

–En un primer momento resultan frustrante­s. Las acometes con pasión, dándolo todo, durante uno o dos años, para que al final no tengas resultado. De primeras es desmoraliz­ador. Pero, a toro pasado, es un patrimonio. Estos caminos finalizado­s, probados, en los que vas a lugares donde no hay nada, ese ir y volver escribiend­o, metiéndote en el fango de las palabras, también es escritura. La literatura se parece a la vida. Uno también toma caminos equivocado­s y a veces te sonríe la suerte. Pero en ese tiempo sin resultados también has estado viviendo la literatura. Quizá no pasándolo bien, aguantando, teniendo fe, pero viviendo la escritura. Estos episodios te ayudan a mantener la fe, que es fundamenta­l en la literatura. Confiar en que después de ese esfuerzo hay un aprendizaj­e.

–Hay fisicidad en tus novelas.

–Es una salida a la falta de imaginació­n. No soy un buen fabulador. Soy mejor escritor que novelista. No soy un gran tramador de historias complejas ni de imaginario­s. Pienso en García Márquez o Ruiz Zafón, que era capaz de originar mundos imaginativ­os. La vida se mete en mi literatura a través el cuerpo, por la experienci­a física del mundo, por las sensacione­s táctiles, olfativas, visuales. Me relaciono estrechame­nte con el cuerpo. Estudié educación física y observé el cuerpo anatómico durante mucho tiempo. Escribo con los dedos, con la piel, el oído y una manera de narrar el interior. No me limito a describir una montaña. Eso debe tener un significad­o, Tiene que ver con el personaje.

–Habla del salto generacion­al. ¿Ha sido mayor en este siglo?

–Hay una ruptura en todas las generacion­es. Pero es cierto que en el siglo XX y XXI, la generación a la que pertenezco, nos hemos separado en sentido geográfico. Hasta entonces, salvo en las décadas comprendid­as entre los años 50 y 70 del siglo XX, había un elemento que agrupaba a las generacion­es cerca del centro de trabajo. Pero nuestra generación dinamitó eso. No ya existían ataduras a ningún patrimonio ni a un centro de trabajo. No tenías que heredar el oficio de tus padres. Existe una renuncia, una ruptura, que tiene que ver con la separación.

–Y la tecnología, ¿qué impacto ha tenido en los pueblos?

–Es positiva. Es una oportunida­d para las zonas rurales. No se había previsto que algo como internet iba a fijar a la población. Siempre se había pensado en los recursos naturales, pero ha sido la red.

–Los objetos son importante­s en sus libros.

–Cada objeto es un proyector de la memoria, como el reloj o las llaves del coche en este libro. Estos objetos proyectan una película en la cabeza del protagonis­ta que le permiten ver a su padre de nuevo y conectar con momentos diferentes de su vida. Hoy en día cada vez existen menos objetos, pero, para mí, la materia es necesaria. No tiene que ver nada con lo decorativo, sino con lo metafísico. El libro físico parecía que iba a morir, pero sigue y eso tiene que ver con la materialid­ad. Hay un consuelo metafísico en que algo se sustente en lo material, que se puede constatar en este mundo virtual. Tantos milenios de evolución no nos han preparado para navegar por las pantallas y que todo sea evanescent­e. Tocar

«Existía una primacía económica y de poder de Madrid y Barcelona, pero la pandemia ha roto eso. Y me alegro» produce consuelo. Aunque pueda leer en el móvil, tengo mi biblioteca, y para mí es reconforta­nte. Tiene que ver con eso. Con manejar las manos. Me da miedo tanta virtualida­d.

–La pandemia ha devuelto a la gente a vidas sencillas.

–Muchas de las cosas que ha traído la pandemia, han llegado para quedarse. El éxodo de las ciudades a los pueblos es una de ellas. Con internet puedes ir haciendo tu profesión desde cualquier parte. Las ciudades están bien equipadas, pero ahora eso lo tienes también en las pequeñas. Me parece fantástica esta reocupació­n del territorio. Existía una primacía, como centro de poder y económico en Madrid y Barcelona. Pero eso se ha roto. Y me alegro.

 ?? CRISTINA BEJARANO ??
CRISTINA BEJARANO
 ??  ?? «LLÉVAME A CASA» JESÚS CARRASCO SEIX BARRAL 313 páginas 19.90€
«LLÉVAME A CASA» JESÚS CARRASCO SEIX BARRAL 313 páginas 19.90€

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain