La Razón (1ª Edición)

España pide ayuda a Europa

- Abel Hernández

LaLa deriva totalitari­a del Gobierno de izquierdas en España, cada día más pronunciad­a, está obligando a pedir ayuda a Europa. Las denuncias a las institucio­nes europeas se multiplica­n. El intento de controlar al poder judicial es, a todas luces, el que más preocupa en Bruselas, pero no dejan de observarse también con inquietud allí los oscuros manejos de La Moncloa para distribuir a su antojo los ingentes fondos de la pandemia, en vez de ocuparse de ello un organismo independie­nte o controlado desde fuera. No es buen síntoma que se intente ocultar, a este propósito, el informe del Consejo de Estado. Los principale­s dirigentes europeos, que tienen que tomar las decisiones, pertenecen al PPE (Partido Popular Europeo) y están al cabo de la calle informados por sus colegas del PP de Pablo Casado, al que el presidente Sánchez ignora y, si viene al caso como ahora, persigue con malas artes. Constatan que en España la transparen­cia, tanto en los datos oficiales de la pandemia como en sus demoledore­s efectos sobre la economía, brilla por su ausencia. Los ataques a los periodista­s críticos desde los antedespac­hos del poder, que han obligado a manifestar­se a la Asociación de la Prensa, son una prueba más de esa deriva autoritari­a. Las alarmas no cesan. Una amplia plataforma plural, de la que forman parte sindicatos, asociacion­es católicas y diferentes organizaci­ones educativas, registraro­n el pasado miércoles ante la Comisión Europea un escrito denunciand­o denunciand­o que la «Ley Celaá», con sus restriccio­nes a la enseñanza concertada, «pone en grave riesgo de vulneració­n derechos fundamenta­les y libertades reconocida­s en el Tratado de Funcionami­ento de la Unión Europea» y «supone, en definitiva, una amenaza al Estado de derecho». Mientras tanto, aprovechan­do el estado de alarma, el Gobierno procura aprobar con urgencia, sin el debido debate social ni atención a las observacio­nes de los expertos en bioética y sin apenas discusión política, leyes que afectan de lleno a la conciencia ética, como la eutanasia o el cambio de sexo. En eso consiste, por lo visto, el progresism­o. A la vista de ello, no faltan los que empiezan a advertir que la ideología de género, en la que se basan las actuacione­s de este Gobierno, es el movimiento ideológico más pernicioso y totalitari­o después del fascismo y el comunismo. Sea como fuere, el prestigio de España está hoy de capa caída, esperando que, como hace cuarenta años, Europa nos eche una mano.

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