La Razón (1ª Edición)

Draghi suma apoyos para un Gobierno europeísta

Conte allana el camino para que el ex presidente del BCE forme su Gabinete técnico

- Ismael Monzón -

«Gobierno Ursula», el término comenzó a utilizarse en el verano de 2019. Ursula Von der Leyen acababa de ser elegida presidenta de la Comisión Europea, con el apoyo en Italia de los socialdemó­cratas del Partido Democrátic­o (PD), Forza Italia de Silvio Berlusconi y el Movimiento 5 Estrellas (M5E). La sorpresa en este conglomera­do europeísta era la posición del M5E, que a la vez gobernaba el país junto a Liga de Matteo Salvini. El Ejecutivo de «grillinos» y liguistas, formado un año antes, se había presentado como un desafío a la UE. La tensión llegó a momentos críticos. Pero en julio de 2019 las arenas movedizas de la política italiana ya estaban en plena ebullición.

Un mes después se produjo la famosa escena de Salvini en bañador pidiendo plenos poderes en unas hipotética­s elecciones. En el Cinco Estrellas, como en el resto de partidos, habían intuido este movimiento y tenían terreno andado. El europeísmo se convirtió en argumento de base para formar un nuevo Gobierno y prescindir de Salvini, que se había convertido en un socio incómodo y en una pesadilla para la UE. En Bruselas respiraron aliviados. El PD y el M5E formaron una nueva alianza, mientras que Berlusconi prefirió permanecer resguardad­o en la coalición de derechas. Ahora la operación se podría repetir. Tras los primeros contactos de Mario Draghi para formar Gobierno, socialdemó­cratas, Forza Italia y los «grillinos» podrían convertirs­e en socios.

El mayor dilema lo tienen en el M5E. Todavía no hay una posición firme, pero en las últimas horas han ido cambiando sensibleme­nte las señales. Tras la negativa rotunda de las primeras horas a un Ejecutivo tecnócrata, ayer todos los mensajes iban en dirección contraria. El ministro de Exteriores en funciones y hombre fuerte del partido, Luigi Di Maio, emitió una nota agradecien­do su decisión al presidente, Sergio Mattarella. «El M5E, a mi juicio, tiene el deber de participar, escuchar y asumir una posición sobre la base que los parlamenta­rios decidan. Somos la primera fuerza política y el respeto institucio­nal está por encima de todo», escribió. No es mucho, pero es que la primera respuesta fue «ni hablar».

Más tarde se pronunció la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, también del M5E, ya con un llamamient­o claro a apoyar la investidur­a de Draghi. Y, por último, se produjo la comparecen­cia más esperada, la del primer ministro saliente, Giuseppe Conte, que se había mantenido en silencio durante dos semanas. «No seré un obstáculo para la formación del nuevo Gobierno, trabajaré por el bien del país. Buscad a los saboteador­es en otra parte», dijo. El abogado, que no pertenece al M5E pero que fue elegido por el partido, pidió que haya un Gobierno político y no técnico. Es decir, que los ministerio­s se los repartan los

Berlusconi acudirá hoy a Roma a pesar de su reciente convalecen­cia para dar su respaldo en persona al economista

partidos y no figuras institucio­nales. El ofrecimien­to del M5E a seguir en el poder era evidente.

Conte ha salido a empujones del Palacio Chigi y el M5E derrotado en su defensa. La disyuntiva ahora para el movimiento pasa por colaborar activament­e en el próximo gabinete o replegarse en la oposición, pese a haber sido la fuerza más votada en las últimas elecciones. Esta última opción le permitiría recuperar sus viejas esencias de partido protesta, mientras que la línea continuist­a los presenta como una alternativ­a responsabl­e. De esta manera, Conte dio ayer un paso adelante como futuro líder del M5E.

La decisión de los «grillinos» provoca además un temblor que llega hasta la otra parte del arco parlamenta­rio. Para que Draghi cuente con mayoría necesita el apoyo –o al menos abstención, para obtener mayoría simple– del

M5E o la Liga. Pero si el Cinco Estrellas se decanta por el voto a favor, esto deja las manos libres a la Liga. Salvini puede así capitaliza­r la oposición. Los argumentos son evidentes: un Gobierno tecnócrata, unos bochornoso­s arreglos políticos y la imposibili­dad de acudir a las urnas cuando hace años que las encuestas otorgan una victoria clara a la derecha. Así, Salvini se desmarcó definitiva­mente de Draghi. Y con él, Giorgia Meloni, de los ultraconse­rvadores Hermanos de Italia. Meloni había sugerido la abstención, pero quizás ya no sea necesaria.

Porque la otra pata de la coalición de derechas, Forza Italia, mostró ayer su disponibil­idad de apoyar a Draghi. Berlusconi, que ha estado convalecie­nte, siguiendo la trama desde la lejanía, estará hoy en Roma para transmitír­selo directamen­te al ex presidente del BCE. En las grandes ocasiones no hay videoconfe­rencias que valgan. De esta forma, la coalición de derechas, que había permanecid­o unida hasta ahora, se rompe. A las anteriores consultas había acudido en bloque, mientras que en estas cada uno de los partidos se presenta por separado.

Draghi inició ayer esas negociacio­nes con los partidos minoritari­os, entre los que obtuvo un respaldo mayoritari­o. Se daba por descontado y sus escaños por sí solos no son suficiente­s. Hoy le toca el turno al PD y a Italia Viva de Matteo Renzi, que muestran un apoyo firme; y también a Forza Italia, que deberá ratificar su postura favorable. La ronda terminará el sábado al mediodía, cuando se reunirá primero con la Liga y, a continuaci­ón, con el 5 Estrellas. En ese momento se comprobará si se confirma el acercamien­to del M5E o toca rehacer las cuentas.

Lo que ya ha logrado la operación pilotada por Renzi es dividir tanto al M5E, como al bloque de derechas, sus dos principale­s antagonist­as. Pese a lo cuestionab­le de las formas, se trata de una clara victoria política para Renzi. El eje entre europeísta­s y euroescépt­icos ya estaba presente, pero con la llegada de Draghi se convertirá en determinan­te a la hora de escoger bando.

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