TROPEZAR DOS VECES CON LA MISMA PIEDRA
QuienesQuienes se saltan olímpicamente el cordón de la Guardia Civil en el viejo puente sobre el Miño que une Tui y Valença son algunos de los alcaldes de la zona, de ambos lados de la «raya», que protestan de esta manera contra las limitaciones fronterizas impuestas por los gobiernos de Lisboa y Madrid a raíz de la tremenda expansión del coronavirus en esta tercera ola. No se trata de saltarse las prevenciones sanitarias en materia de paso de personas y mercancías, a las que, sin duda, hay que someter a los necesarios controles, sino de reivindicar lo mismo que ya hicieron durante el anterior cierre: que se habiliten más puntos de paso, como el puente viejo, para evitar que los trabajadores interfronterizos y los transportistas tengan que dar largos rodeos para cumplir con su labor. Es decir, que los respectivos gobiernos se rasquen el bolsillo y desplieguen policías y sanitarios por los pasos más habituales de unas comarcas, lusas y españolas, donde hace ya mucho tiempo que el término frontera dejó de tener sentido y la vida ciudadana fluye con la misma naturalidad que el río. Más, en una zona que, aunque sólo representa el cinco por ciento de la raya, suma el 40 por ciento de todo el tránsito de vehículos. La otra vez, los alcaldes de A Guarda, O Rosal, Tomiño, Tui, Salceda, Salvaterra, As Neves, Arbo, A Cañiza, Ponteareas, Vilanova de Cerveira, Arcos de Valdedez, Caminha, Melgaço, Monçao, Ponte da Barca y Valença tuvieron que manifestarse hasta tres veces para conseguir de sus respectivos gobiernos la apertura de más pasos. Ahora, confían en que todo vaya más rápido.