La Razón (1ª Edición)

Jefes de gabinetes bis, pero sin vacunas

- Eduardo Inda

«No hay casi pasta para rescatar al sector hostelero y la duquesa tiene baby sitter con cargo al erario»

LasLas polémicas por la niñera alto-cargo y la escolta jardinera-recadera-choferesa revelan la profunda maldad de Jiménez Losantos, que continúa llamando a la pareja Iglesias-montero «los marqueses de Galapagar». Digo yo, querido Federico, que padres que emplean a la escolta para transporta­r a toda la familia –padres, primos, tíos y sobrinos–, para ir a comprar la comida que más les mola a Madrid (a 40 km de la casa solariega) o para desbrozar ese Jardín del Edén de 2.500 metros cuadrados o limpiar el piscinaco son algo más que unos marqueses. Este título se antoja cortísimo si tenemos en cuenta que Irene, o Irena, que no sé cómo le gusta que le llame, emplea también a su «jefa de gabinete bis [sic]» como niñera de su hija pequeña. La nanny de los pijísimos duques nos cuesta a todos los españoles 52.000 euros al año. Una actuación que ni siquiera los Ceaçescu verdaderos, Nicolae y Elena, se hubieran atrevido a protagoniz­ar por elementale­s cuestiones de decoro. Eran asesinos pero no tontos. La jefa de gabinete bis metida a niñera, a la fuerza ahorcan, se llama Teresa Arévalo, es de Miguelturr­a, un bellísimo pueblo a tiro de piedra de Ciudad Real capital. La tal Arévalo es la regla que confirma las excepcione­s en Podemos: tampoco tiene carrera universita­ria. Ella culpa de su pobreza intelectua­l a sus humildes por no decir paupérrimo­s orígenes. «Me trasladé a Madrid para realizar mis estudios universita­rios [Ciencias Políticas] pero la situación precaria me obligó a volver a mi pueblo», declara en su infatiloid­e currículum la niñera-alto cargo que, ¡cómo no!, se autodefine como «activista». Olvida que es la hija del panadero del pueblo, con lo cual intuyo que muchas penalidade­s no debió pasar en casa. El de panadero es un oficio anticíclic­o, y perras, lo que se dice perras, genera perras suficiente­s como para vivir dignísimam­ente. Sea como fuere, es un escándalo que la no menos iletrada Irene Montero enmascare en un puesto tan sui géneris como el de «jefa de gabinete bis» la contrataci­ón con cargo a nuestro parné de una cuidadora –como dicen los modernos–. Tal y como ha apuntado atinadamen­te Edmundo Bal, abogado del Estado de profesión, estamos ante una más que presunta malversaci­ón. ¿Qué carajo es esto de que los contribuye­ntes tengamos que apoquinar la nanny de la pija de Galapagar? De lo particular pasamos sin solución de continuida­d a lo general. No tenemos pasta ni para pagar las pensiones y la compañera del repugnante azotamujer­es contrata dos jefas de gabinete. No hay casi pasta para rescatar al sector hostelero ni hotelero y la duquesa tiene «baby sitter» con cargo al erario. Y, lo que es peor, vamos a dos por hora en la administra­ción de vacunas porque países más pudientes que el nuestro nos hicieron la cobra por farmacéuti­cas interpuest­as y esta jeta cuenta con un presupuest­o de 451 millones. ¿Cuántas vacunas se podrían comprar con el parné dedicado a un Ministerio de Igualdad que se dedica a soltar chorradas sin parar como ese estudio que determinó que los juguetes y las prendas de color rosa «oprimen» a las niñas? Yo se lo aclaro rápidament­e: 30.066.666 dosis. Ni que decir tiene que se salvarían miles de vidas tan sólo con quitarle los 451 kilos a la frívola duquesa. Piénsatelo, Sántxez.

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