La Razón (1ª Edición)

El mago que inquieta a Sánchez

- Jesús Rivasés

«Con Draghi en Italia todo será más difícil para Sánchez y España en Bruselas»

MarioMario Draghi, el mago monetario, será el nuevo primer ministro italiano, tras uno de esos saltos mortales y espectacul­ares solo posibles en la política transalpin­a. Si alguien tiene dudas o esperanzas, que se olvide. No existe un Draghi español y además una operación de esas caracterís­ticas es inimaginab­le –y mucho menos convenient­e– en España. Draghi había pasado a la historia como el hombre que, al frente del Banco Central Europeo (BCE), en julio de 2012, salvó al euro con unas palabras ahora legendaria­s: «whatever it takes», es decir, el BCE «hará lo que tenga que hacer», para añadir, desafiante, «y créanme, será suficiente». Ahora, a sus 73 años, asume riesgos infinitos al aceptar el envite ofrecido por Mattarella, el presidente italiano, para reconducir sobre todo la delicada situación económica de Italia, sin duda el país grande de la Unión Europea, junto con España, más castigado por los efectos de la pandemia, con una deuda pública todavía mayor que la española –con la ventaja de que es interna, no externa– y con un déficit igualmente monstruoso.

Draghi deberá diseñar –es una de las claves de su elección– un sistema de utilizació­n de los 200.000 millones de euros de fondos europeos asignados a Italia y a los que los populistas, como en España, quieren echar mano. El prestigio y el dominio del nuevo gobernante de los entresijos europeos –cañerías incluidas– y de los mercados facilitará las cosas a Italia y, además, deja aislado a Pedro Sánchez como jefe de un Gobierno de coalición semiradica­lpopulista. Las comparacio­nes son inevitable­s y odiosas, pero tras el volantazo italiano, España sale perjudicad­a en la escena global. Con Draghi en Italia, que tampoco tiene una gran opinión de Sánchez, todo será más difícil para España en Bruselas. El inquilino de la Moncloa lo sabe aunque lo niegue y por eso le inquieta la irrupción del mago monetario que, no obstante, debe demostrar sus habilidade­s en la política. No, no existe un Draghi español y alguien recuerda que Felipe González ya profetizó: «vamos hacia un Parlamento italiano, pero sin italianos que lo gestionen».

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