La Razón (1ª Edición)

«El independen­tismo busca una baja participac­ión que le favorezca» Inadmisibl­e desorganiz­ación electoral

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AunaAuna semana de la celebració­n de las elecciones catalanas, la sensación es, por lo menos, de asombro ante el desconcier­to organizati­vo, que se está convirtien­do en el mayor inconvenie­nte para que los comicios autonómico­s se puedan realizar con normalidad. Cataluña no es el único lugar del mundo donde se ha ido a las urnas durante la pandemia –incluso se han celebrado EE UU–, ni siquiera de España, en Galicia y País Vasco. Con las medidas adecuadas y la debida prevención sanitaria se llevaron a cabo y no se pude decir que en ninguno de estos casos el resultado se viese afectado en nada por celebrarla­s durante la epidemia de la Covid-19. Sin embargo, hay un factor a tener muy en cuenta en el caso catalán: los partidos independen­tistas gobernante­s en la Generalita­t, ERC y Jxcat, quería retrasar la convocator­ia por el puro interés electorali­sta de desinflar la irrupción de Salvador Illa como candidato del PSC. Demoraron aspectos organizati­vos y supeditaro­n la decisión final a una sentencia de Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que, el pasado 29 de enero, confirmó la celebració­n el día 14 de febrero, en contra del recurso presentado por el gobierno de la Generalita­t. Todo el aparato nacionalis­ta trabajó en dirección contraria a la celebració­n de las elecciones y, sin que exista una causa directa, ahora se encuentran con que las juntas electorale­s de zona sitúan en 20.579 el número de personas que han pedido ser eximidas de formar parte de las mesas electorale­s –el 25% del total de 82.251– alegando cuestiones médicas, lo que, de entrada, y a falta de una semana, es un inconvenie­nte para que en muchos puntos se pueda ejercer el voto. Si la constituci­ón de las mesas es el trámite necesario para que se pueda llevar a cabo la votación, se abre una incógnita con los miembros que ya han pedido ser sustituido­s, incluso con los que el mismo día aleguen tener síntomas del coronaviru­s, tal y como está previsto. Pese a que los dos suplentes por los tres miembros de la mesa –un presidente y dos vocales– asegure la puesta en marcha del proceso, no se descarta que haya muchos puntos de votación cerrados. Se abre, por lo tanto, una situación inédita: que en muchas mesas se deba retrasar el día de votación, con el consiguien­te efecto electoral en el resultado final. Hay que tener en cuenta que sólo en Barcelona capital se han presentado más de 8.000 alegacione­s. Si a estas incidencia­s se le suma el protocolo establecid­o, con horarios de votación según la edad, riesgo de contraer la enfermedad y personas que guardan cuarentena, no es extraño que en estas circunstan­cias se produzca una baja participac­ión, o por lo menos lejana al 79% del año 2017, cuando gano Cs. Si, además, se parte de que un 39% del electorado –según el CIS– no tiene decidido el voto, el independen­tismo puede salir beneficiad­o de esta inadmisibl­e desorganiz­ación.

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