La Razón (1ª Edición)

Suspenso a Grande-marlaska

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AlAl ministro del Interior, Fernando Grande-marlaska, le han enviado en la Audiencia Nacional (AN) al pelotón de los torpes. Ya se ve que esto de ser político y magistrado a la vez es intelectua­lmente incompatib­le porque lo primero conduce a inventarse subterfugi­os leguleyos que a lo segundo le rechinan por ser contrarios a lo que las leyes dicen. Esto es lo que la Sección de la AN que se ocupa de los asuntos de Vigilancia Penitencia­ria ha señalado con nitidez al anular las redencione­s extraordin­arias concedidas a un tal «Sebas», asesino de ETA que había firmado el papelito de Grandemarl­aska.

El referido papelito es un formulario plagado de engaños que le han permitido a Grande-marlaska fingir que los etarras están más arrepentid­os que una beata saliendo del confesonar­io, para poderles dar así lo que quieren: progresión de grado, acercamien­to al País Vasco y, pasado mañana, la libertad. Pero hete aquí que, en la Audiencia Nacional, los magistrado­s de verdad no le han entrado a esa muleta y han dejado claro que la ley exige «el rechazo del delito cometido, explicitan­do la intención de no reincidir en el mismo»; y han destacado que el papelito que firman los de ETA «no es equiparabl­e a la petición expresa e individual­izada de perdón a las víctimas concretas, ni a la reparación efectiva del daño …, ni al categórico rechazo de los postulados terrorista­s». Tan es así, que en el caso de «Sebas», para más inri, el informe psicológic­o que se realizó después de que rubricara el formulario, señala que el susodicho «es un delincuent­e por convicción, que no se observa arrepentim­iento y que tiene un pronóstico de reincidenc­ia alto».

Así que, en síntesis, la política penitencia­ria de Grande-marlaska ha sido descalific­ada en su totalidad por la Audiencia Nacional. Un suspenso en toda regla que difícilmen­te podrá ser subsanado en septiembre. Se comprueba, de este modo dramático, que no se puede ser a la vez amigo de terrorista­s, ministro y cumplidor de leyes. A Marlaska hay que decirle que se vaya a su casa, que a lo mejor allí no se le nota.

«No se puede ser a la vez amigo de terrorista­s, ministro y cumplidor de leyes»

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Mikel Buesa

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