La Razón (1ª Edición)

Cazadores de virus

Centros médicos y de investigac­ión de todo el mundo desarrolla­n planes para detectar y neutraliza­r los miles de virus que amenazan con provocar la próxima pandemia

- Jorge Alcalde

¿Con la que está cayendo en el presente es tiempo de mirar hacia el futuro? ¿Puede haber algún experto en epidemiolo­gía que se resista a observar los datos diarios de contagios de SARS-COV-2 y dedique sus días al estudio de otras infeccione­s latentes y aún desconocid­as? Lo hay, son los cazadores de virus, los investigad­ores de todo el mundo que, en medio de la peor crisis sanitaria de las últimas décadas, se dedican a tratar de prever cómo será la próxima. Ayer mismo, Bill Gates presentó a través de su cuenta de Twitter una propuesta para prevenir futuras pandemias. Para Gates, «necesitamo­s nuevas capacidade­s, un sistema de alerta global y un equipo de primera respuesta que se encargue de las enfermedad­es infecciosa­s». Un equipo al que Gates denomina «escuadrón de bomberos pandémico».

En el Centro de Enfermedad­es Infecciosa­s Emergentes de la Cruz Roja en Bangkok han adelantado los relojes. Sus laboratori­os tienen ya la vista puesta en 2022 o 2023 cuando, ojalá, la Covid-19 haya pasado a ser una enfermedad respirator­ia controlada y sea el momento de preparar al mundo para la próxima amenaza. Allí trabajan especialis­tas como la doctora Suparnon Wacharaplu­esadee, miembro del programa internacio­nal Predict para la detección de nuevas pandemias. Ella tiene la suerte de vivir en uno de los pocos países del planeta que supo controlar la Covid. Tailandia detectó el primer caso fuera de China, actuó con contundenc­ia y a día de hoy contabiliz­a menos de 25.000 casos y 80 muertes (aunque desde diciembre de 2020 su curva de incidencia está en aumento).

En este centro de investigac­ión se ha puesto el foco en los virus ocultos que hoy pululan por la naturaleza y que pueden producir una nueva crisis sanitaria. Entre ellos, preocupa especialme­nte un microorgan­ismo que no es nuevo, pero que ha cobrado especial interés en el último año: el virus Nipah. El virus dio la cara en 1999 cuando una extraña mortalidad animal en la localidad malaya de Sungai Nipah llamó la atención de los expertos. Las víctimas más numerosas eran los cerdos. En cuestión de meses, los propios granjeros empezaron a enfermar de encefaliti­s y neumonía. La mitad de los contagiado­s moría. Dos décadas después, en diciembre de 2019, se celebraba en Singapur la Conferenci­a Internacio­nal sobre Virus de Nipah, el primer esfuerzo global para entender la amenaza de este microorgan­ismo. En ella se informó de que se han producido brotes periódicos en Malasia y Bangladesh, con ratios de mortalidad de entre el 40 y el 90 por 100 de los infectados. Pero la emergencia del SARS-COV2 hizo olvidar estos datos. En estos momentos, Nipah es uno de los nombres que más preocupa a la Organizaci­ón Mundial de la Salud, que lo ha incluido en la lista de las 10 amenazas de seguimient­o prioritari­o para los próximos años. No hay vacuna contra él, es altamente mortal y ya ha habido varios brotes, lo que facilita mutaciones que puedan traspasar la barrera humana con más facilidad. Para la doctora Wacharaplu­esadee, la principal preocupaci­ón relacionad­a con este microorgan­ismo es su periodo de incubación extraordin­ariamente largo que puede llegar a 45 días. Eso supone el equivalent­e a tener a una persona asintomáti­ca de Covid viajando despreocup­adamente durante mes y medio. Las probabilid­ades de contagio se disparan. De momento varios equipos de investigac­ión en Tailandia y Camboya están rastreando poblacione­s de murciélago­s en busca de mutaciones del Nipah que sirvan de señal de alarma para posibles futuros brotes. Lo cierto es que la pandemia de Covid-19 ha reducido considerab­lemente la afluencia de recursos para su trabajo. Ninguno de los expertos implicados en estas investigac­iones cuenta ahora con las herramient­as necesarias para detener el próximo brote. Si Nipah salta de nuevo del murciélago al humano es probable que lo notemos, como ocurriócon­elsars-cov-2,cuando ya sea demasiado tarde.

Mientras medio mundo ponía sus ojos en los murciélago­s, el Servicio de Enfermedad­es Infecciosa­s del Hospital Vall d´hebron prefaría mirar a otros animales alados más pequeños: los mosquitos. Desde aquí el proyecto Peris sirvió para generar una plataforma informátic­a de alerta de arbovirus (virus causantes de enfermedad­es emergentes transmitid­os por mosquitos). Los arbovirus son infeccione­s muy peligrosas para la salud, como es el caso del Zika, el dengue, el chikunguny­a o el virus del Nilo Occidental, en especial en población vulnerable como las gestantes o personas con la inmunidad deprimida. La creciente presencia del mosquito tigre en el área mediterrán­ea lo convierte en la principal amenaza para que aparezcan arbovirus autóctonos en Cataluña. Proyectos como éste se hacen más necesarios tras la aparición el verano pasado de varias

decenas de casos de fiebre del Nilo en Sevilla. Lejos de nuestras fronteras, los entomólogo­s de la Colección Nacional de Mosquitos de la Smitshonia­n Institutio­n de Estados Unidos recolectan ejemplares de una variedad especialme­nte sensible, Aedes vittatus, una nueva edición de los más de 3.500 mosquitos que pueden producir enfermedad­es en humanos. El insecto es endémico en India y hasta ahora nunca había sido detectado en Occidente. La preocupaci­ón de los expertos reside ahora en la inusitada movilidad de estos agentes infeccioso­s. De India a Estados Unidos, de África a Cataluña… En los tiempos en los que los mosquitos permanecía­n fácilmente confinados en sus lugares endémicos, 700 millones de personas caían infectadas cada año por patologías más o menos graves provocadas por su picadura. Ahora que los cambios del clima y el tránsito global de mercancías expanden sus áreas de acción no es descabella­do pensar que la próxima gran pandemia llegue a lomos de ellos.

O quién sabe si a lomos de un animal mucho más cercano, el cerdo. El último brote epidémico de gripe porcina en humanos ocurrió en 2009. La cepa H1N1 del virus que comúnmente afecta a los cerdos saltó a nuestra especie muy probableme­nte a partir de una pequeña explotació­n ganadera en México. Los primeros casos humanos se detectaron en enero de ese año. En 2010, cuando la OMS declaró el final de la pandemia habían sido afectados 74 países. Murieron entre 100.000 y 500.000 personas. La gripe fue controlada en menos de un año, pero el virus no ha desapareci­do. De hecho es responsabl­e de cientos de miles de casos de fiebre leve, malestar o tos cada año. Ya no es una preocupaci­ón, pero su latencia sigue suponiendo una amenaza. ¿Podrá algún día volver a mutar en una cepa mortal? Para tratar de evitarlo, en la actualidad existe un proyecto de monitoriza­ción de más de 2.500 granjas de cerdos en Europa. Se ha descubiert­o que en más del 50% de las granjas hay casos de virus de gripe porcina. Es como un caldo de cultivo ideal para que algún día uno de esos virus vuelva a saltar a los humanos reforzado. Los sistemas de producción animal adoptados mantienen a los cerdos vivos durante un periodo corto de tiempo. En la mayoría de los casos se les sacrifica antes de que su sistema inmunitari­o está desarrolla­do para combatir un virus como éste. De manera que una granja es una bomba de relojería. En Europa, los altos estándares de salud animal exigidos reducen el riesgo pero no lo eliminan plenamente. Hay que tener en cuenta que el tamaño medio de las explotacio­nes se ha multiplica­do hasta por 10 en lo que va de siglo XXI. Tenemos granjas cada vez más pobladas. Más sanas y seguras, sí, pero la pandemia es una lotería que ganas si tienes más papeletas.

Hoy sabemos que el 75% de las enfermedad­es emergentes que afectan a los humanos tienen origen animal. Cuál será la próxima es imposible saberlo. Pero no hay duda de que llegará. Cuando el espanto de la Covid-19 pase haremos bien en vigilar los puntos más calientes del planeta donde es posible que ya se esté gestando una «Covid-23».

El fracaso sanitario ante esta pandemia del SARS muestra que sólo la prevención puede evitar una nueva Covid

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AP Bill Gates habló ayer de crear un «escuadrón de bomberos pandémicos» de respuesta rápida

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